En la primera imagen, un chico y una chica, de no más de 22 años, cierran sus ojos, sus bocas están a punto de besarse. Ella rodea con uno de sus brazos al joven y con el otro sostiene una pancarta; dice: “Con pasión por la educación”. A sus lados, hay más de 500 parejas más, besándose. La acción de protesta en la plaza de armas de Santiago, los estudiantes chilenos la denominaron “un beso por la educación”. En una segunda imagen, decenas de estudiantes lanzan al aire almohadas y cojines. Todos miran y gritan alegres. En la ciudad de Valparaíso, los estudiantes han convocado a una pelea masiva de almohadas por la educación. En la tercera imagen, un estudiante vestido como Michael Jackson, con la conocida chamarra de cuero rojo, pantalones negros que dejan ver los mocasines oscuros y calcetines blancos encabeza a más de 2 mil chavas y chavos, todos disfrazados como muertos vivientes. Los miles de jóvenes comienzan a bailar la conocida coreografía “Thriller”. Cuando empieza la música los cientos de espectadores que se detienen a mirar la acción, a las afueras del Palacio de la Moneda, -es decir, la sede presidencial de Chile- gritan emocionados al ver bailar a todos los estudiantes al unísono. Al terminar la canción, todos los jóvenes comienza a brincar y corear una consigna: “¡CHI, CHI, CHI, LE, LE, LE, Universidad de Chile, libre y gratis sin los pacos(policías), libre concha tu madre, con el pueblo!.” Una oradora desde el micrófono agita a los miles de estudiantes: “¡Ahora todos a revivir la educación de este país!, ¡a luchar por la educación pública!”.
La sociedad chilena está conmocionada por sus jóvenes estudiantes. No sólo por la creatividad de sus protestas. No sólo porque sus movilizaciones se han convertido en verdaderos carnavales musicales. No sólo porque han tomado cientos de escuelas en muchas ciudades chilenas tanto de universitarios como de estudiantes secundarios. No sólo porque han logrado reunir más de 200 mil personas en las protestas. No sólo porque desde mayo pasado han mantenido las movilizaciones, llegando a casi cuatro meses de protestas al momento de escribir estas líneas. La sociedad chilena está conmocionada porque estos jóvenes encabezan una oleada de inconformidad y resistencia en Chile como hace mucho no se veía en ese país. Porque estos estudiantes, cuentan con un discurso, demandas y formas de acción colectiva que han ganado la simpatía de amplios sectores de la población. Porque estos jóvenes se enfrentan al gobierno de derecha de Sebastián Piñera que apenas el año pasado tomó el mando del país con una amplia aceptación y hoy pareciera puesto contra la pared por las demandas estudiantiles y de otros movimientos como el de los trabajadores y de numerosos afectados ambientales opositores a diversos proyectos depredadores en todo el país. Pero en especial, porque estos miles de jóvenes se han levantado contra la idea de que la educación es una mercancía cuestionando al modelo y al sistema en su conjunto.
Y es que el sistema público de educación chileno es uno de los más caros del continente. A partir de la dictadura militar los pagos o cuotas (ellos les llaman aranceles) comenzaron a elevarse y el financiamiento estatal a reducirse. Un estudio de la OCDE ha revelado que la media anual de pagos en los sistemas educativos públicos en sus países integrantes, es de 795 dólares en España, 837 en Austria, 1,027 en Italia, 1646 en Holanda y 1859 en Gran Bretaña. Sin embargo en Chile, la media anual es de 3,140 colocándolo como el país más costoso.
Pero el costo de la educación es apenas uno de los problemas del sistema educativo chileno. El Estado además de subvencionar parcialmente a la educación pública, lo hace también con la educación privada, generando una obvia desventaja para la educación estatal; por otro lado, el Estado delega la gestión educativa en los municipios, lo que implica que el Estado ya no se hace responsable de todo el financiamiento público por alumno, lo que significa que en los lugares donde las municipalidades son pobres, sólo cuenten con una subvención parcial, deteriorándose por falta de recursos. La Federación de Estudiantes de Chile (FECH), una de las organizaciones que son pilares del movimiento estudiantil sostiene por todo ello, que la educación chilena atraviesa por una aguda crisis. Por eso sus demandas no sólo se centran en el ámbito económico sino en la reivindicación de un “Nuevo Modelo Educativo”, caracterizado por un “sistema de educación pública, gratuita, democrática y de calidad, organizado y financiado por el Estado en todos sus niveles”.
La moneda está en el aire. El Gobierno de Sebastián Piñera ha enviado una propuesta a los estudiantes que ellos han rechazado, porque “es un diseño unilateral que no consideró las demandas sociales”. Las movilizaciones continúan. Pero nuevas imágenes se han ido agregando. En la primera, a las afueras del Ministerio de Educación, se puede ver a decenas de jóvenes forcejeando con los cuerpos policiacos. En medio de ambos grupos, los escudos de las fuerzas del orden parecen una pared que unos empujan y otros detienen. En otra imagen, un camión antimotines dirige un potente chorro de agua contra los manifestantes. En la fotografía, al mismo tiempo, un joven es impactado por el agua; otro toma una piedra del piso como para lanzársela al camión. Un último joven, cuyo rostro no se alcanza a ver, parece querer detener el avance del camión con sus dos manos. Son las imágenes de una rebelión estudiantil.