La tensión se siente en toda la asamblea. Son cientos. Han llegado desde temprano. Se ven algunos viejos con sombrero. Familias enteras y jóvenes. Muchas mujeres con reboso. Muchas. Se espera en una de las cuatro asambleas multitudinarias para elegir al nuevo concejo mayor, el concejo de los k’eris, formado por doce personas, renueve lo que llaman “gobierno comunal”. Como dicen, se siente en el aire la preocupación de los cientos de habitantes de Cherán y es que después de cuatro años de gobernarse sin partidos políticos, representantes partidarios han llegado a cada asamblea a postularse y se ha abierto la posibilidad de que bajo el sistema tradicional puedan llegar ahora de nueva cuenta al gobierno. Todo mundo aguanta la respiración al contar los votos de los seguidores de los partidos. Hay muchas propuestas surgidas desde las fogatas, esos centros de guardia y deliberación que en 2011 surgieron como protección comunal y que hoy reactivadas, son nodos en cada calle de encuentro, comida y sobre todo discusión política popular. Como varias fogatas han propuesto a integrantes del movimiento, su amplio número divide el voto entre quienes no quieren que regresen los partidos y los seguidores de éstos. Las filas de quienes apoyan a cada candidato se forman detrás de ellos y se cuentan uno a uno, como es la costumbre en el pueblo. El conteo es largo y tenso. Terminan por fin, de contarse las filas. Un rumor empieza a emerger. Todos aplauden. La asamblea explota en alegría. Las consignas retumban en todo el auditorio escolar: ¡Lucha, lucha, lucha; no dejes de luchar; por un gobierno nuevo, autónomo y popular! Los “autónomos” —si se nos permite llamarles así— han ganado la votación con casi 80% del conteo contra el resto que apoya a los partidos. En las otras tres asambleas sucede algo similar. El concejo ha sido renovado sin la inclusión de partidos políticos. La gente sale a la calle. Comienza una marcha hacia el centro. La gente se saluda y se abraza. Sonríe. Llora de emoción. Triunfaron de nuevo. Es mayo. Es Michoacán. Es Cherán, comunidad purépecha que se autogobierna.
Recuperando el territorio y el poder propio
La historia de Cherán es bien conocida. Un alzamiento popular el 15 de abril de 2011 detuvo con la rabia popular a los talamontes ilegales que, con el narcotráfico, explotaban indiscriminadamente el bosque nativo de tierras comunales; lo agotaron hasta en 80%. Enseguida, el pueblo activó rondines para cuidar del bosque y cerca de 200 fogatas en el pueblo para asegurar la comunidad y sus tierras boscosas de las incursiones y violencia de “los malos”. Al hacerlo, emergía un poder territorial que no había existido en esa comunidad. Si bien los rondines rotativos fueron tradición desde la época colonial, la gestión sobre el bosque y sus bienes se había ido perdiendo bajo el control partidario tanto en los bienes comunales como en el municipio. Era un secreto a voces que la corrupción partidaria era cómplice de los talamontes y el narco. El proceso de actualización de lo que hoy es la guardia comunitaria y el control de los barrios calle por calle a través de las fogatas es por supuesto un mecanismo popular de seguridad y autodefensa. Pero es a la vez proceso de reapropiación del espacio geográfico, creado por la naturaleza. Es territorialidad, entendida como relaciones colectivas de poder, control y significación sobre el espacio geográfico y sus bienes naturales. El entramado organizativo comunal retomaba así el control del territorio no solo para su preservación sino para su explotación orientada a la reproducción y no para el mercado. Y es que del bosque no únicamente se consume madera, sino también se encuentran los manantiales, los hongos, las resinas, las hierbas que se consumen, intercambian o venden localmente. Los comuneros de Cherán salieron a defender el bosque porque de él depende en buena medida la reproducción de su vida. Es el “ecologismo de los pobres”, como suelen llamarle. Este “ecologismo popular, como lo denomina Guha, es la defensa de los bienes naturales como base de reproducción social: material y cultural a la vez. Del cercamiento y despojo de facto por la fuerza de los talamontes y narcotraficantes que privatizaban en los hechos el bosque para su destino comercial, para su valor de cambio, regresando a su control y uso comunal para la supervivencia, para su valor de uso. La desmercantificación del bosque es posible solo con la gestión colectiva de los bienes naturales para el beneficio colectivo. Esa forma relacional entre la comunidad y la naturaleza, esa territorialidad, esa gestión de los bienes comunes no es pública ni privada, ni estatal, ni tampoco mercantil. Esa forma, en Cherán, como en innumerables lugares del planeta, anuncia la posibilidad de una forma otra de autorregulación social.
Construyendo un buen gobierno comunitario: Matices
Algunos creen que cuando los pueblos indígenas se autogobiernan es sencillo, por sus prácticas ancestrales que únicamente deben ponerse en práctica. Nada cerca de la realidad, un poco más compleja. Para llegar al autogobierno se pasó por el alzamiento como proceso radical de expulsión de los grupos locales dominantes: por un lado, de talamontes y narcotraficantes y, por el otro, de un proceso destituyente de los poderes municipales, tanto en su forma burocrática como en su forma policial. De eso nada queda. Por último, los partidos políticos fueron reducidos a lo que siempre fueron, grupos minoritarios que ahora no logran gobernar a los gobernados. Todo eso fue posible mediante la lucha. Pero si bien el radical alzamiento logró poner en manos populares las armas, el municipio y el bosque, faltaba el elemento fundante de una nueva forma de autorregular la vida en Cherán: el gobierno propio, que en sus documentos le llaman “buen gobierno comunitario”. Aquí, numerosas concepciones sobre el poder, lo gubernativo, lo político, las prácticas tradicionales y el diseño de nuevas formas organizativas se fusionaron en un esquema experimental del cual quizá muchos tendríamos que aprender.
El consejo de K’eris, el concejo mayor, es en efecto una actualización de los consejos de sabios existentes desde hace mucho tiempo en los pueblos indígenas. Aunque los datos históricos y antropológicos narran que en realidad los concejos son una práctica colonial impuesta por los españoles, lo importante es que el concejo refleja una forma colectiva de dirección gubernativa, no unipersonal. El cabildo indígena había desaparecido en Cherán desde hacía décadas por ello la memoria fue la que pudo traerlo de vuelta, aunque ejercer dicha forma requiere mucho más que la herencia de la memoria histórica. Su actualización y resignificación actual, parten de la premisa de que sus integrantes no deben solo ser viejos, ni solo varones.
Por otro lado, está la asamblea, tanto general como de cada barrio, donde se eligen a los k’eris. Aquí también se discute si las formas asamblearias son producto colonial o incluso una expresión posrevolucionaria, derivadas de la legislación agraria. Como sea, la asamblea de los bienes comunales había caído en manos de los intereses partidarios o extractivistas del bosque y hacía mucho tiempo que no se realizaba una asamblea general del pueblo, hasta que fue indispensable para coordinar al movimiento surgido el día de la rebelión. La política asamblearia tenía así que actualizarse. Pocos recuerdan que Cherán había sido de esos pueblos que en 1988 fueron rebeldes e incluso llegaron a establecer un ayuntamiento paralelo frente al fraude electoral. También en tiempos recientes habían surgido movilizaciones y protestas contra el gobierno municipal priísta por sus malos manejos y presunta vinculación con los talamontes y el narcotráfico. Quiere decir entonces que Cherán es un pueblo que había actualizado su politización en las últimas décadas como movimiento comunal.
En Cherán se fue construyendo un sentido común popular sobre el ejercicio del poder. Aunque hay influencia importante de sectores militantes y profesionistas-; el rechazo hacia los partidos políticos no viene solo de esos grupos sino de los aprendizajes cotidianos. El pueblo comenzó a repensar lo partidario por las divisiones internas del pueblo donde familias enteras tenían rencillas por pertenecer o apoyar a uno u otro partido. Luego, desconfiaron de los partidos por estar vinculados a través del municipio, como hemos dicho, con los talamontes y el narcotráfico. Pero comenzaron a desconfiar aún más cuando sus quejas en el municipio, en instancias policiales, de protección forestal o del estado de Michoacán no fueron escuchadas. Así, Cherán llegó a una conclusión: había que construir un gobierno propio.
Pero lo innovador y radical es que pensaron en una nueva forma de gobierno, no simplemente sustituir el viejo con el mismo cascarón. La gente grita durante las marchas ¡los keris servirán y no se servirán!, es decir, una concepción distinta de gobierno vista como servicio. Pero incluso uno de los k’eris electos arengaba en el micrófono ¡nada por fuera de las asambleas! Lo que permite ver una concepción del poder ejercido de manera colectiva y el concejo de keris mandatado por ellas. Es decir, mandar obedeciendo. Por último, el nuevo diseño organizativo alrededor del concejo mayor incluye numerosos “concejos operativos” temáticos cuyos tres o cuatro integrantes también son elegidos en asambleas, sustituyendo a la burocracia, todos participando con poca o nula retribución económica: concejos de bienes comunales, de coordinación de barrios, de programas sociales, económicos y culturales, de vigilancia, mediación y justicia; de asuntos civiles; de administración local. Y esta vez se han incorporado concejos de jóvenes y de mujeres. Junto a la ronda comunal, más de 300 personas ejercen en la práctica el gobierno, mandatados por asambleas. Es, al menos tendencialmente, la disolución de la separación entre gobernantes y gobernados, asemejando una “comuna”.
Algunos le llaman autonomía, mientras que otros rechazan abiertamente el concepto. Algunos más lo nombran gobierno por “usos y costumbres” aunque, como hemos visto, es un proceso que va mucho más allá de la tradición. Lleno de retos y aún más de contradicciones cotidianas, tensiones y conflictos, el gobierno de Cherán representa la maduración siempre experimental y abierta del viejo sueño del autogobierno. Cherán K’eri representa uno de esos procesos luminosos donde se despliega otra cosa, otra forma de lo político que pone al mundo patas arriba y sueña con palabras como autodeterminación, autogobierno… y emancipación.