La experiencia de Acapatzingo y del resto de los asentamientos de la OPFVII es una muestra viva de que la comunidad urbana existe a contracorriente del mercado y del Estado. Estas maneras de estar, de habitar, de pensar y de hacer juntos, es decir, de manera comunitaria, son la base emancipatoria para repensar lo material, lo urbano, la gestión colectiva y la posibilidad de un mundo otro.