Las protestas multitudinarias como respuesta a la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, significaron una inflexión política en México. Los alcances de la movilización ciudadana a escala nacional e internacional así como su masividad, implicaron un intenso proceso de politización, antagonismo y crisis política.
Durante poco más de dos meses después de la desaparición de los jóvenes normalistas, un fenómeno extensivo y creciente de indignación llenó las calles y los centros educativos. De la indignación, se pasó al señalamiento de culpables y de ahí a un abierto antagonismo con el régimen político en un ciclo ascendente de generalización de la protesta.
Las movilizaciones, especialmente en la zona metropolitana de la Ciudad de México, tuvieron un fuerte componente estudiantil; emanaron de una pléyade de asambleas universitarias, desde donde se impulsó un intenso repertorio de acciones colectivas.
Durante un breve pero intenso periodo la participación y movilización fue cambiando su discursividad en un claro escalamiento de polarización política. El presente texto trata de indagar sobre esa creciente radicalización, describiendo el momento de detonación de la acción colectiva así como el complejo proceso de “agregación, enunciación, organización y movilización[1], de los estudiantes movilizados.
De la amplitud del fenómeno de las protestas, que se realizaron a nivel global y en buena parte del país, nos concentraremos en la Ciudad de México. Seguiremos la trayectoria de las asambleas de universitarios, considerando siempre que la movilización juvenil, aunque importante, era sólo una parte del fenómeno en conjunto.
Analizaremos dos formas de despliegue del movimiento: la acción colectiva y las formas de “enunciación” política de los estudiantes [discursos, proyectos, marcos] siguiendo la propuesta de Modonesi sobre el concepto de antagonismo y su operacionalización. A su vez, de manera transversal a ellas, recorremos dos fenómenos de movilización sociopolítica: el papel de los militantes de organizaciones estudiantiles por un lado y el fenómeno multitudinario de participación juvenil y estudiantil por el otro. Estos componentes nos permitirán explicar e interpretar el carácter antagonista que se va constituyendo entre los estudiantes contra el régimen de Enrique Peña Nieto. En suma, la emergencia de un movimiento antagonista es el hilo conductor de este texto.
Este trabajo tiene tres partes. En la primera, intentamos aproximarnos a una explicación del fenómeno de indignación generalizada. En el siguiente apartado, analizamos la emergencia del movimiento asambleario de los estudiantes así como su narrativa señaladora. Finalmente, desmenuzamos la creciente radicalización discursiva y en la acción del movimiento estudiantil como significación antagónica con el régimen.
Los acontecimientos de la noche del 26 de septiembre de 2014, que implicaron la desaparición de 43 estudiantes y el asesinato de 6 jóvenes más, conformaron una narrativa que conmocionó al país.
En los días siguientes a la llamada “noche de Iguala”, se van conociendo detalles, hechos, hipótesis, discursos oficiales, deslinde de responsabilidades y contradicciones al interior de las instituciones gubernamentales. La narrativa construida por los terribles acontecimientos
provoca numerosas reacciones en ciertos sectores sociales. Ese fenómeno es la progresiva y acelerada conformación de un juicio, apreciación y evaluación sobre lo acontecido. A ese proceso lo podemos denominar como <<indignación>>.
Según James Jasper, investigador de las emociones en los movimientos sociales, la indignación es un <<sentimiento reflexivo>>; está ligado al ámbito moral, es decir, al rechazo o repudio basado en intuiciones o principios morales. El orgullo, la compasión, la culpa, la vergüenza o en este caso la indignación, están ligadas íntimamente a un juicio moral y por tanto, eminentemente intelectivo, cognitivo y también, como veremos, político. Todo esto significa que este tipo de sentimientos no son irracionales. (Jasper, 2013)
Como sabemos, muchos ciclos de protesta inician con un acto considerado como detonador de la acción colectiva. La tradición anglosajona le llama un <<acto desenmascarador>> que provoca un rompimiento de los vínculos con la autoridad y pone en suspenso las normas dominantes. (Chihu, López, 2004)
Nosotros afirmamos además, que ese <<hecho desencadenante>> de la movilización social multitudinaria, suele ser un acontecimiento [decisión, acción, discurso] originado en elites dominantes[2], sumamente visible, que conlleva una contradicción inherente y que tendencialmente provoca una operación crítica, moral e intelectual. El hecho desencadenante, se hace de manera abrupta o autoritaria, torpe o despótica.[3]
La tradición teórica de la “indignación moral” de Barrington Moore Jr. desarrolla en una de sus tesis, que la negligencia, la corrupción o la crueldad arbitraria venidas de las autoridades puede ser una de las principales fuentes de agravio. Este es considerado un hecho o insulto a la dignidad, por ser juzgado injusto y provoca tendencialmente la desobediencia al haber roto límites morales subjetivos. En especial, el uso de la fuerza desmedida, en muchos momentos históricos ha implicado el rompimiento de ese límite.[4] (Moore Barrington, 1989)
Visto desde otra tradición teórica, el agravio se deriva cuando muchos individuos “tienen noticia de que alguien con quien se identifican ha sufrido algo insoportable” (Castells, 2012: 32) El agravio entonces puede ser indirecto, resultado de la acción sobre otros, por lo cual, sentimientos de empatía y solidaridad son indispensables para sentirse identificado con la tragedia de un “otro”. Entendemos aquí solidaridad como un proceso de significación, que permite el reconocimiento del otro y de sí mismo como parte de una unidad social mayor, constituyendo un sentimiento unitario de identidad. (Melucci, 1999). Las nociones de indignación e identificación empática pueden ayudarnos a comprender el fenómeno multitudinario vivido en 2014 en la zona metropolitana de la Ciudad de México. Comencemos por esta última.
En el año 2014, la violencia había cobrado numerosas víctimas a lo largo de ocho años de la llamada guerra contra el narcotráfico. El número de asesinatos y de bajas civiles era ya para entonces muy alto. Un estudio analizó las estadísticas de bajas humanas y su identidad con una cifra de 9510 muertos en el periodo 2008-2009. La conclusión al clasificar la distribución de las bajas según la identidad de las víctimas eran las siguientes: sólo el 3% de los muertos eran autoridades gubernamentales; un muy bajo 6% era claramente identificado como parte de alguna organización delictual. Un 19% pertenecía a alguna de las fuerzas armadas estatales. Un 22% fue identificado como sociedad civil, es decir, bajas colaterales en medio de las refriegas. Y la cifra mayor, es desconcertante, ya que el 50% de las bajas humanas sólo pudieron ser clasificadas como “desconocidos”. Presumiblemente estos desconocidos serían la aureola que rodea al núcleo duro del orden delictual, es decir estarían ligados de manera secundaria o subordinada a las verdaderas redes delincuenciales. (Bourbaki, 2011) Esta normalización de la violencia y de la muerte, respondería a un complejo proceso de invisibilización y anonimato de las víctimas. Profundicemos sobre esto.
Una segunda investigación publicada en abril de 2014 -previo a los acontecimientos de Ayotzinapa- afirmaba contundente algunas conclusiones basadas en estadísticas sobre ciudadanos encuestados.
Frente a la pregunta ¿se acuerda del nombre de alguna persona asesinada o desaparecida por el crimen organizado? Un 82.1% respondió negativamente. Y con la pregunta encadenada: ¿se acuerda del caso de algún desconocido que le haya conmovido en particular? Un 83. 2% respondió también negativamente. Pareciera poco probable un sentimiento de indignación, compasión o conmoción sólo con cifras de asesinados y desaparecidos de identidad desconocida.
El estudio concluye que: “ausentes en el espacio público, las víctimas están también ausentes en las mentes y corazones privadas. Esta ha sido una guerra anónima. Con asesinos sin nombre y rostro y sus víctimas igual: sin nombre y rostro” (Schedler, 2014: 38).
Ambas investigaciones, concluyen que la opinión pública desconfía además no sólo del crimen organizado sino también, de las víctimas. Hasta un 27.6% de los encuestados creía que si un reportero era asesinado es porque estaba involucrado con el narcotráfico. Y un 34.9 % lo cree de un ciudadano común. Anonimato o sospecha criminal significan un obstáculo para la identificación empática con las víctimas de la violencia. Ambos elementos son diametralmente distintos en las víctimas de Ayotzinapa. Rápidamente se sabe que son jóvenes, estudiantes, pertenecientes a clases populares y campesinas. Las víctimas tienen nombre y rostro y les ha sucedido algo insoportable, por lo que la compasión y sentimiento de solidaridad es tendencialmente posible.
Hasta un 62.9% de encuestados pensaban también que la violencia podía suceder de manera aleatoria, es decir, ejercerse sobre inocentes. La identidad estudiantil y juvenil será decisiva para la conmoción de una violencia inusitada realizada contra víctimas inocentes. Veremos que aparecen entre los indignados y movilizados, discursos y significaciones sobre ello.
Es cierto que algunas de estas características sólo logran hacer empatía con cierto espectro político entre la sociedad, entre aquellos que les parece legítima dicha identidad por sus convicciones tanto morales como políticas. En menor grado, entre aquellos que pueden identificarse políticamente con la organización del proyecto normalista. Los discursos más politizados, de sectores organizados y de izquierda reivindicarán mucho más este rasgo, como proyecto político por reivindicar y defender.
Como veremos adelante, ambas dimensiones de identificación y empatía con las víctimas tendrán numerosas expresiones políticas: pases de listas con los nombres de los 43 en las universidades y asambleas, elaboración de carteles en redes sociales con la identificación personal de las víctimas; instalación de bancas vacías con carteles con el rostro y nombre de cada uno en las plazas de los centros escolares; instalaciones estéticas y artísticas con rostros y nombres en muros, plazas y salones en las facultades. Nombrar a las víctimas será acción política de significación y enunciación, por supuesto como memoria, denuncia y reivindicación de su ausencia, pero que llevan implícito un sentimiento de identificación empática, que busca además adherir otras empatías, orientada hacia la movilización.
Por supuesto es por ello, que muchos estudiantes se sentirán también interpelados: la identidad juvenil y estudiantil de las víctimas convoca a la solidaridad de otros jóvenes y estudiantes. Este vínculo solidario, como hemos dicho, es un proceso de significación de unidad identitaria con los desaparecidos y asesinados.
Por otro lado, el segundo elemento que hemos desarrollado previamente es el agravio pensado como hecho indignante, intolerable. Nuestra interpretación es que la forma de divulgación del hecho desencadenante en los días inmediatos a la desaparición es excepcional. Ello se debe a tres características de los acontecimientos: 1) la crueldad y magnitud de los hechos de la noche de Iguala; 2) los discursos y reacciones gubernamentales y de la clase política en los días posteriores e inmediatos a la desaparición y 3) la reacción de actores centrales alrededor de las víctimas así como de instituciones internacionales. Se provoca el agravio debido a la compleja difusión de estos rasgos que resumimos en el siguiente cuadro:
Fuente: elaboración propia con base en los diarios La Jornada y el Sur.
De la anterior clasificación podemos desprender que sólo en una semana se conoce a través de los medios masivos el hecho de desaparición y los asesinados, la denuncia de los normalistas sobre un ataque inusitado sobre civiles, el desollamiento de una de las víctimas, la presunta responsabilidad de las fuerzas policiacas municipales, la actuación de fuerzas federales, el vínculo con el narcotráfico de las fuerzas armadas de Iguala y como corolario la aparición de fosas comunes con cuerpos cremados.
El acontecimiento y sus detalles, su narrativa, son en sí mismos una secuencia de violencia que se describe como casi ningún otro acontecimiento nacional de dicha índole. El involucramiento de las fuerzas policiacas municipales queda prácticamente confirmado, debido a sus detenciones casi inmediatas. La violencia desmedida se conoce paso a paso aunque de forma confusa y los datos se van conociendo de manera acumulativa.
La descripción del suceso y su alcance mediático, no tiene precedentes en la historia nacional.[5] Nueve de cada diez mexicanos se enteraron de las desapariciones de los normalistas.[6] Los militantes estudiantiles, destacan en sus testimonios cómo fueron impactados por la brutalidad del ataque a los normalistas y lo que pensaban al ir conociendo los detalles del suceso:
De por sí ya era un hecho bestial que balacearan los camiones, pero al final de cuentas disparar contra los normalistas ya se había dado, dos años antes, cuando habían acribillado a dos normalistas en la carretera del sol (…) la foto de Julio César, desde luego el asunto de la bestialidad que le hicieron a Julio César de desollarlo vivo, al parecer vivo[7]
Las rasgos de los sucesos impresionan, indignan. El testimonio de una estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras que participará en el proceso de movilización por Ayotzinapa siendo integrante de una organización estudiantil, recuerda esta sensación de conmoción:
Lo que más me impactó fue la noticia de los avispones, [el autobús de deportistas atacados al ser confundidos como normalistas] porque lo que dije fue…o sea… ¡los estaban cazando¡… o sea era una cacería…vamos a encontrarlos y vamos a matarlos donde quiera que estén. Esa información, digamos, fue muy impactante para mí.[8]
El desollamiento, la desaparición, las fosas con cuerpos cremados va constituyendo una narrativa que horroriza y que será reivindicada más adelante por las asambleas estudiantiles, en textos, pancartas, pintas o consignas como la de una asamblea realizada el 15 de octubre:
¡Porque no pueden quitarnos el rostro a todos, porque no pueden cavar suficientes fosas para todos: vivos se los llevaron, vivos los queremos![9]
La brutalidad del ataque se combina con la reacción gubernamental que es un elemento sumamente significativo y politizador. En sólo una semana todos los niveles de gobierno responden, lo que escala la atención mediática y pone en la mira a los distintos niveles de gobierno. Deben responder, no sólo por la gravedad de los sucesos, sino por el involucramiento difundido de los policías municipales. Es probable que el gobierno estatal y federal, necesitaran despejar cualquier sospecha sobre una posible acción represiva gubernamental dirigida contra los estudiantes, como de hecho serán acusados casi de inmediato por los normalistas y otros sectores sociales.
Los distintos gobiernos actúan de manera apresurada porque se cruza nuevamente la identidad de los desaparecidos y asesinados: victimas estudiantes pertenecientes a un proyecto opositor al régimen, en un estado con una larga tradición represiva.
Si se revisa el orden de los sucesos, es de destacar la reacción de los gobernantes: el alcalde niega los hechos, el gobernador acusa al alcalde y el presidente presiona y responsabiliza políticamente al gobernador para enfrentar el suceso. Esta descoordinación política y de actuación gubernamental e interpartidaria es un hecho que será interpretado negativamente. Involucramiento en el ataque o negligencia estatal para responder a la tragedia, son dos posibilidades que impregnarán los discursos de los movilizados durante los siguientes meses. Desde los primeros días hay incredulidad frente a esas contradicciones en algunos estudiantes organizados, como narra una integrante de la asamblea de la Facultad de Ciencias Políticas:
Empezó a ser cada vez menos creíble todo el discurso oficial, con dudas, vacíos, este digo, todavía no aparecían los elementos más contundentes y científicos pero, era claramente inconsistente. Entonces, yo creo que en la siguiente semana entre lo que pasó en las escuelas y lo que pensamos nosotros, fue cambiando la hipótesis.[10]
Esta incredulidad es la sospecha que se cierne sobre el involucramiento masivo de funcionarios, elementos policiales y por tanto, presuntamente, altas esferas gubernamentales. La forma de los sucesos en sí mismos, provocan el cuestionamiento crítico:
“Las fosas…la dimensión de las fosas, la dimensión del problema demuestra que no puede estar sin saberse por parte del Estado. Como que necesariamente tiene que haber algún grado de complicidad, porque no fue una fosa, fueron decenas y decenas de cuerpos, los que se encontraron y eso daba la justificación o el balance que señalaba la violencia de estado y dimensionaba un problema que se les salía de las manos”[11]
A diferencia de miles de muertes y desapariciones cotidianas en todo el país, el hecho comprobado de actuación de la policía municipal como secuestradores, pone en tela de juicio a las instituciones estatales. Por ello el escándalo mediático es descomunal al igual que en el caso de Tlatlaya, que involucró la actuación del Ejército[12], pero en contraste con ese caso, con una diferencia sustantiva: las víctimas eran partes de una fuerte organización, que a pesar del terrible ataque que sufre, en poco más de 48 horas se encuentra denunciando el hecho, narrando los sucesos y en especial, formulando demandas de carácter político. De manera inusual, las víctimas no solo tienen rostro, sino también tienen voz.
Sumado a ello, los integrantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos, mejor conocida como la normal de Ayotzinapa, siendo parte de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), llaman de inmediato a una respuesta política y de movilización del resto de las normales y de sus aliados más cercanos: los maestros de Guerrero aglutinados en la corriente disidente que integra la Coordinadora Estatal de los Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG)[13] y por supuesto a los estudiantes en todo el país. Las víctimas son parte de un entramado político a través del cual se activan numerosas redes de organizaciones y movimientos de izquierda, derechos humanos, y solidarias con México en el extranjero. Dentro de ellas, las organizaciones, colectivos y activistas estudiantiles serán muy importantes para detonar acciones de protesta en México y en el mundo.
En resumen, la visibilidad del hecho detonante, sus características, el escalamiento por las contradicciones estatales ante el caso, así como el carácter organizado y de redes militantes a las que pertenecen las víctimas hacen de la desaparición de los 43 un caso excepcional, no por las consecuencias de la violencia que son ciertamente frecuentes y brutales en todo el país, sino por los efectos políticos que provoca.
Las primeras dos dimensiones analizadas (carácter cruel y desmesurado de la fuerza así como la reacción de los actores estatales), concuerdan con lo señalado por Barringtone Moore Jr: negligencia, corrupción y crueldad arbitraria por parte de autoridades gubernamentales quedan articuladas de manera clara. Se ha construido un agravio excepcional para ciertos sectores sociales. La identificación solidaria con las víctimas y el agravio combinadas provocan el efecto de indignación generalizada.
Hemos tratado de argumentar teórica y analíticamente que el proceso de identificación empática y de agravio como fenómeno de indignación se ha producido. No obstante es necesario demostrarlo a través de la opinión de aquellos donde se ha generado disposición a actuar, a movilizarse y protestar. Esto no es sencillo, debido a que previo a las acciones colectivas es casi imposible conocer la opinión y formas de enunciación-politización de quienes se movilizarán. Para lograr conocer dichas opiniones y voces nos hemos valido del análisis de redes sociales, donde los usuarios de Facebook expresan opiniones al respecto.
Como hemos visto en el cuadro anterior, que resume los sucesos entre el 27 de septiembre y el domingo 5 de octubre, las protestas se realizan en Guerrero y sólo se registra una acción internacional de apoyo, así como declaraciones en las movilizaciones estudiantiles del 2 de octubre y en las protestas de estudiantes del Politécnico, movilizados por el conflicto interno de ese instituto educativo que se desarrolla de manera paralela. No existen registros de ninguna acción de protesta por Ayotzinapa en la Ciudad de México en el periodo previamente señalado.
El domingo 5 de octubre, un núcleo de activistas universitarios publica en redes sociales una convocatoria a movilizarse en Ciudad de México en apoyo a los normalistas. A través de un cartel se proclaman tres demandas además de la consigna de justicia: presentación con vida de los desaparecidos, castigo a los asesinos y apoyo total a Ayotzinapa y a las escuelas normales rurales de todo el país. Aunque las publicaciones van acompañadas de una serie de firmas de organizaciones[14], la convocatoria principal aparece anónima. Desde cuentas de organizaciones y perfiles personales se comienza a multiplicar el cartel convocante, ya que como es conocido, los usuarios pueden “compartir” las publicaciones originales, replicando en este caso el llamado a la movilización. En cuestión de minutos, la acción tiene efectos. En el lenguaje cyberactivista, comienza a <<viralizarse>>[15] la convocatoria; en otras palabras, a multiplicarse casi de manera exponencial con usuarios que replican el contenido original, provocando a su vez que otros usuarios, interconectados ahora con esos segundos usuarios republiquen también el contenido inicial.
Del seguimiento de las cuentas desde donde originalmente se publica la convocatoria, registramos que 1765 personas la compartieron o re-publicaron.[16] Acompañando las publicaciones, generalmente quienes replican la convocatoria original añaden un texto propio, <<posteando>> [17] su propia opinión, argumentos o sentimientos. Nos hemos dado a la tarea de rastrear todos estos <<posteos>> para comprender la opinión que se ha vuelto proclive a la acción colectiva. Partimos de que el universo de personas que ha compartido la convocatoria a movilizarse está de acuerdo en el apoyo a Ayotzinapa, pero es sólo a través de sus propios textos como podemos entender sus razones y emociones. El resultado de la sistematización de estas 1765 publicaciones y sus <<posteos>> es el siguiente:
Los cientos de publicaciones que acompañan la convocatoria a la movilización permiten confirmar que el proceso de indignación entendido como identificación empática y agravio moral, se han producido. Si bien la herramienta es limitada, nos permite conocer la opinión en sus propias palabras de muchos que tienen disposición a actuar. El primer elemento que hemos definido de identificación se repite una y otra vez en los discursos de las publicaciones. Destacan la juventud de las víctimas y el que sean estudiantes. (14.8%) Aquí algunos ejemplos destacados:Fuente: elaboración con datos propios
Perfil de la publicación | Fecha de la publicación | Contenido |
Silvia Martínez. | Que tristeza, pero es una realidad que late, ustedes los jóvenes hagan conciencia, la vida es una lucha constante, defiéndanse. | |
Leticia Lopez Zamora. | 7 de octubre de 2014 | Mañana todos a marchar. Ojalá puedan asistir para repudiar este ataque frontal a los derechos humanos, a los jóvenes y a la educación pública. |
Alfredo Carapia Cisneros | 6 de octubre de 2014 | Estudiantes o no, se trata de mexicanos. ¡Solidaridad para con nuestros hermanos! ¡Gobernantes corruptos, gobiernos de criminales! |
Estela De la O | 7 de octubre de 2014
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Apoyo total para nuestros estudiantes de Ayotzinapa queremos justicia
Apoyo total para todos aquellos estudiantes k luchan y dan la vida x una buena causa y repudio total a los k estropean y asesinan a inocentes |
Fuente: elaboración con datos propios. Se ha respetado la puntuación y nombre original de los internautas. Los destacados son nuestros.
Como vemos, la juventud e identidad estudiantil es un fuerte componente con el cual solidarizarse y empatizar. Aparece una clara operación ideológica[18] de conformación de una identidad englobante como por ejemplo: “se trata de mexicanos” o “son nuestros hermanos”, es un ataque “a los jóvenes” o bien su legitimización adicional: “estudiantes que luchan y dan la vida x una buena causa”. Es decir, identificar a las víctimas es fundamental para incitar a la acción. La identificación no es sólo parte de la empatía de quien publica sino un elemento decisivo para llamar a otros, a quien se convoca por quien publica: sus propios conocidos, contactos, amigos y familiares enlazados a través de su red personal. Es una operación discursiva para la acción política.
Por otro lado, aparece claramente lo que hemos tratado de definir como agravio, como acontecimiento excesivo, inmoral, injusticia intolerable que han sufrido otros con los que se puede identificar en el 18.5% de las opiniones:
Perfil de la publicación | Fecha de la publicación | Contenido |
Víctor Barcenas | 6 de octubre de 2014 | No se debe permitir tanta violencia. |
Donovan Hernández Castellanos | 5 de octubre de 2014 | ¡Hay que demandar justicia! ¡Esta catástrofe no debe quedar impune! |
La contracultura en México | 6 de octubre de 2014 | que no sea la violencia un estado natural para el país, no gente esta violencia no es normal, conciencia a las injusticias del gobierno actual .No más abuso del poder todos a las calles .. |
Margot Muños-rubio | 5 de octubre de 2014 | ¿HAY ALGO MÁS IMPORTANTE EN NUESTRAS VIDAS QUE ALZAR LA VOZ CONTRA EL HORROR DE ESTADO? SI TE INDIGNA EL SECUESTRO, LA DESAPARICIÓN, LA MUTILACIÓN, EL ASESINATO, LA PERVERSIÓN DEL PODER Y LA RELACIÓN NARCO-AUTORIDADES. |
José Luis Landín | 6 de octubre de 2014. | No es posible que vivir en Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, Edo de México y tantos otros estados sea un deporte de alto riesgo. Y peor aún si eres estudiante, periodista o simplemente un inconforme. Los hechos de Ayotzinapa son una herida abierta al pueblo de México; a todos, sin excepción, se nos ha vulnerado. Simplemente no se puede ser neutral en esto, hay que manifestarse |
Fuente: elaboración con datos propios. Se ha respetado la puntuación y nombre original de los internautas. Los destacados son nuestros.
Horror, indignación, abuso de poder, perversión, son algunas de las palabras para significar un hecho de violencia considerada anormal, atípica. Pero lo más importante, es que se considera como un acontecimiento que no puede repetirse, quedar impune. El agravio es un acontecimiento injusto que aunque afecta a otros, envuelve a todas y todos “ se nos ha vulnerado”, escribe uno de los internautas indignados.
Agravio e identificación empática son hasta ahora los elementos que hemos destacado como fenómeno multitudinario, viralizado, que se produce sin centro rector, sin actuación formalmente política de militantes u organizaciones, que emerge como reacción, como juicio de la multitud sin que ésta se reúna. Se realiza en los entramados familiares, afectivos o personales, en el ámbito que se considera privado o íntimo de manera que podríamos definir como “infrapolítica”[19].
En prácticamente todas las publicaciones aparece implícita o explícitamente, un juicio condenatorio, un señalamiento, que es confuso aún por la información que existe hasta ese momento: el gobierno como incapaz o como presunto responsable del hecho desencadenante, del agravio. He aquí un elemento de enunciación antagonista, es decir conflicto que apunta al cuestionamiento o insubordinación contra un poder dominante. (Modonesi, 2010).
Se configura, aunque aún de manera confusa, una atribución de sentido, una significación al hecho: se toma postura del lado de las víctimas y se señala, aunque de manera ambigua, a los gobernantes, a la clase política, al régimen, a Enrique Peña Nieto. Desde antes de que se formen asambleas y desde antes de que se convoque a acción colectiva alguna en Ciudad de México, el señalamiento aparece en múltiples publicaciones que representan el 13.5% de las publicaciones analizadas:
Perfil de la publicación | Fecha de la publicación | Contenido |
Rino Karlo | 6 de octubre de 2014 | Si el gobierno no puede mantener las garantías indispensables de humanidad a sus estudiantes, debe renunciar! |
César Ricardo Luque Santana | 6 de octubre de 2014 | ¡BASTA YA DE NARCOPODER! |
Elizabeth Aguirre | 7 de octubre de 2014. | Ni un estudiante más asesinado por el Estado |
Armando Franco. | 5 de octubre de 2014 | Y si ese día solicitamos la renuncia de E. P. N. |
Loko Nolokito. | 6 de octubre de 2014 | Exigir justicia a los sordos del gobierno? no!!! pero ke sepan ke estaremos en las calles demostrando ke poko a poko más gente está harta de todas sus chingaderas………….. |
Salvador Hernández | 6 de octubre de 2014
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¡ HELP.. S.O.S A LA COMUNIDAD INTERNACIONAL…! ¡¡ MÉXICO SIN ESTADO DE DERECHO !!!!! IDENTIFICADO EL ENEMIGO.., HAY QUE HACER LO QUE SE DEBE HACER…PUNTO…! EL ENEMIGO ES EL GOBIERNO EN TODOS SUS NIVELES FEDERAL, ESTATAL Y MUNICIPAL, TODOS LOS PARTIDOS POLÍTICOS, LOS LEGISLADORES DE TODOS COLORES PRI, PAN PRD,PVEM ETC. |
LaUs Ni Sa. | 7 de octubre de 2014
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Mañana a marchar, en contra de la represión, en contra del gobierno asesino. No permitamos que el miedo que este gobierno pretende infundir nos acalle, todXs a las calles. TODXS SOMOS LOS NORMALISTAS DE AYOTZINAPA porque todXs vivimos en este país, si tocan a unX nos tocan a todXs |
Rocío Ruiz Lagier | 6 de octubre de 2014 | Los que hoy matan estudiantes son los mismos de hace 46 años…¿seremos nosotros los mismos de entonces?…ojalá y no, y ojalá este miércoles se llenen las calles.. |
Andreas Weiland | 6 de octubre de 2014 | ¿Dónde están los 43 estudiantes desaparecidos que iban camino a Ciudad de México para participar en una movilización en memoria de la sangrienta masacre de 1968? ¿Dónde están señor presidente? ¿Porqué se la ha permitido a matones asesinar libremente a activistas políticos, defensores de los derechos humanos, disidentes –no sólo en Guerrero, ni en Oaxaca sino en todos lados? ¿Esta es su “ley y orden” señor presidente?* |
Fuente: elaboración con datos propios. Se ha respetado la puntuación original de los internautas. Los destacados son nuestros.
*mensaje original en inglés.
Llama la atención la altisonancia de mensajes contra el gobierno, muchos de ellos señalando como responsable al poder ejecutivo federal y no al estatal. Aparecen desde entonces exigencias de renuncia y señalamientos de culpabilidad: “asesinos”, “narcopoder”, “enemigos” son las formas de enunciar a la clase política pero en particular al presidente. Se está configurando toda una forma de enunciación, de impugnación y lucha que sin embargo irá escalando a lo largo de las semanas e irá clarificando un abierto antagonismo contra la figura presidencial.
Es importante al momento de representar al ejecutivo su pertenencia al Partido Revolucionario Institucional y su imagen histórica, represiva, autoritaria y la responsabilidad sobre los acontecimientos de Tlatelolco en 1968 de esa agrupación política. La conexión ideológica de posible represión y violencia sobre estudiantes es fuerte en ciertos sectores que asocian al Estado con la represión estudiantil. Ha aparecido un proceso de politización antagónico y se ha producido de manera infrapolítica, es decir, sin que haya acción y deliberación colectivas. Ha aparecido un juicio de la multitud.[20]
La indignación es un proceso de significación y politización que lleva como germen un fuerte antagonismo, que emergerá en las acciones y como reacción a los acontecimientos en las siguientes semanas para llegar a la consigna ¡Fue el Estado! Y luego ¡Fuera Peña! Que acompañarán las masivas movilizaciones. Para que todo ello suceda, será indispensable la actuación militante tratando de responder al fenómeno multitudinario de miles de estudiantes indignados y la emergencia de los espacios asamblearios como nodos de politización, organización y acción colectiva.
El 4 de octubre, como respuesta al descubrimiento de fosas con cuerpos que en aquel momento se presumía podían ser los de los normalistas, un grupo de activistas universitarios y exintegrantes de organizaciones estudiantiles toma la iniciativa de llamar a la movilización en Ciudad de México. Responden al llamado a la protesta nacional programada para el 8 de octubre que había acordado la Asamblea Nacional representativa de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y de la que hacen eco los normalistas y los padres de familia de Ayotzinapa.
Durante el domingo 5 discuten vía telefónica entre muchos de ellos sobre la posibilidad de convocar una movilización cuya ruta fuera del Ángel al Zócalo. Algunas organizaciones enlazadas no están de acuerdo ya que evalúan que no habrá participación suficiente. Los activistas discuten e intuyen que se ha generado el proceso de indignación que hemos descrito brevemente. Sin embargo dudan, debido a que no pueden asegurar una participación masiva en la posible protesta. Finalmente lanzan la convocatoria en redes sociales con la anuencia de los padres de familia de Ayotzinapa. No saben el tipo de respuesta multitudinaria que se provocará el miércoles 8 de octubre con la asistencia de más de 20 mil manifestantes. No saben que las convocatorias se multiplican autónomamente en todo el país y el mundo.[22] Destacamos esta secuencia, debido a que los grupos militantes no controlan la reacción de indignación, no tienen dispositivos para saber el grado de disposición a actuar de la multitud. Sólo pueden intuir y actuar en consonancia.
Ese puñado de universitarios, de varias agrupaciones y algunos sin organización, acuden el lunes 6 a la reunión convocada por organismos civiles y de derechos humanos que integrará la Plataforma de Solidaridad con Ayotzinapa.[23] Desde ese espacio y con una fuerte influencia de ese grupo de activistas, se convocarán los llamados “Días de Acción global por Ayotzinapa” que buscaban articular en un solo día todas las expresiones de presión y repudio a nivel nacional e internacional. Estas acciones vertebran en una primer fase la acción política multitudinaria en CDMX que irá en ascenso:
fecha | Manifestantes | Consignas de convocatoria |
8 de Octubre. | 15,000 a 25,000 asistentes. | Justicia. “Ayotzinapa. Tod@s a la calle” |
22 de octubre | 50,000 asistentes | Una luz por Ayotzinapa. “Ayotzinapa somos todos” |
5 de noviembre | 100,000 asistentes | Ayotzinapa: ¡Fue el Estado! |
Fuente: elaboración propia con base en fuentes periodísticas.[24]
De manera simultánea, los normalistas junto a los trabajadores de la educación en Guerrero, llaman a conformar una “Asamblea Nacional Popular”[25] que sesiona por primera ocasión el 15 de octubre en la Normal Rural Isidro Burgos. El “plan de acción” que emana como acuerdo de esas asambleas, toma fuerza hasta semanas más adelante, desde donde se convoca a la segunda fase de movilizaciones en la capital del país.
fecha | Manifestantes | Consignas de convocatoria |
20 de noviembre | 130,000 asistentes | Júrame que no te rindes [llegada de las 3 caravanas nacionales de padres de familia después de recorrer regionalmente varias ciudades del país] |
1 de diciembre | 40,000 asistentes | |
6 de diciembre | 10,000 asistentes | “Toma de la Ciudad de México” |
Fuente: elaboración propia con base en fuentes periodísticas.
Desde que se conocen los acontecimientos, la mayoría de las organizaciones, colectivos y militantes estudiantiles están a la espera de algún llamado de los normalistas a la movilización u otra iniciativa de acción. De manera paralela había esfuerzos auto organizados de redes de militantes y activistas estudiantiles.
La Asamblea de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM había estado reuniéndose previamente a los acontecimientos de Ayotzinapa. Un número importante de colectivos y organizaciones estudiantiles de muy diversa identidad ideológica convergían en un proceso de diálogo interno entre militantes. Es por ello que desde el 1 de octubre, toman como acuerdo llamar a una “Asamblea General de la UNAM” y a su vez promueven un llamado a los estudiantes a reunirse en asambleas para acudir a dicha convocatoria con propuestas para apoyar al movimiento de estudiantes politécnicos que se desenvuelve en aquellas semanas y en solidaridad a los normalistas.[26]
En otras facultades se habían convocado reuniones y asambleas desde días antes. Había comenzado un proceso de agitación en apoyo a los estudiantes del Politécnico. La antesala de la marcha conmemorativa del 2 de octubre moviliza cada año a los núcleos militantes de cada escuela, que fungen como convocantes a asambleas y contingentes. Por ambas razones muchos militantes se encuentran en comunicación y relativamente articulados entre sí al momento en que se conocen los hechos de Iguala.
Las asambleas son un tercer actor que va emergiendo -para sorpresa de los estudiantes militantes- en un enorme proceso multitudinario que sacude los centros escolares. Es donde nos concentraremos en esta segunda parte de este texto, revisando la forma de politización antagónica a través de sus discursos[27], que va mutando rápidamente hasta enfrentarse por completo a la presidencia de la república en términos discursivos e ideológicos.
Las primeras reuniones y asambleas previas a la realización de la primer “asamblea interuniversitaria” deliberan resolutivos débiles y poco contundentes frente a los hechos en Iguala. Es claro que hay poca información y las pequeñas asambleas, realizadas esencialmente por militantes de organizaciones estudiantiles, están todavía enfocados en apoyar al emergente movimiento del Politécnico. En la asamblea de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales o en la Facultad de Filosofía y letras los acuerdos en torno de Ayotzinapa esos primeros días son escasos:
“Exigimos el esclarecimiento y castigo a los culpables por lo ocurrido en el ataque a normalistas en guerrero” (FCPyS)[28] “Manifestamos nuestro repudio a la represión contra los normalistas de Guerrero: los cobardes asesinatos y desaparición de estudiantes no pueden quedar impunes. Exigimos Justicia”(FFyL)[29]
De manera paralela, en la Plataforma de Solidaridad con Ayotzinapa hay disensos en cómo caracterizar al régimen y los responsables de la masacre. Divide la caracterización de “narcopoder” o “narcoestado” ya que algunos organismos civiles no están de acuerdo en sostener públicamente que el Estado en su conjunto opera de manera criminal; otros asumen que la degradación estatal es muy profunda en relación al crimen organizado sin poder afirmar en qué niveles opera el narcotráfico. Es por ello que en la movilización central que inicia el ciclo de movilización en Ciudad de México, La Plataforma -a la que se adhieren más de 100 organismos de la sociedad civil- declara en el zócalo:
Ayotzinapa nos duele, como nos duele todo México. Los crímenes que se han cometido contra los normalistas no pueden quedar impunes. Los 43 estudiantes desaparecidos deben ser encontrados vivos y a la brevedad. Memoria, verdad, justicia, reparación del daño y garantías de no repetición son derechos de las víctimas que habrán de ser garantizados. Como sociedad organizada no aceptaremos otro resultado. [30]
Como puede verse en todas las declaraciones, hay cierta precaución sobre el señalamiento de responsabilidades, repudio y condena. En Guerrero, los normalistas y la CNTE dirigen su acusación contra el Gobernador Ángel Aguirre como presunto responsable de lo que se interpreta como un acto de represión del gobierno estatal. En menor medida, se acusa al alcalde y se exige su destitución. Es claro que en los días que van del 27 de septiembre y hasta el 8 de octubre, la responsabilidad de los hechos aparece difusa. La discusión asamblearia y los sucesos en los siguientes días, comenzarán a modificar dicha interpretación y discurso.
La primer asamblea “interuniversitaria” (AI) realizada el 10 de octubre, dos días después de la primer movilización masiva en Ciudad de México, se lleva a cabo con la presencia de estudiantes de 20 facultades, bachilleratos y otras universidades.[31] En ella se formula clara y notoriamente una primera aproximación de las responsabilidades gubernamentales en torno de Ayoztinapa. La AI –cuya denominación es herencia del movimiento #yosoy132- declara en su primer texto como convergencia de estudiantes:
“Consideramos que el crimen de Ayotzinapa es un crimen de estado cuya responsabilidad, por acción u omisión, corresponde a los tres niveles de gobierno y sus instituciones, integrados por los distintos partidos en el poder (…) La masacre de Iguala contra los normalistas de Ayotzinapa y la desaparición de 43 de ellos, perpetrada bajo los métodos más crueles y sanguinarios de un régimen cada vez más autoritario en contubernio con el narcotráfico, es un crimen de estado que no debe quedar impune” [32]
La interpretación de la desaparición forzada de los estudiantes como crimen de estado había sido ya realizada por actores tan disímbolos como Elena Poniatowska y el Ejército Popular Revolucionario en declaraciones públicas realizadas unos días antes. Sin embargo, el documento de la Asamblea Interuniversitaria –con una fuerte influencia del documento emanado de la Facultad de Filosofía y letras- interpreta la ambigüedad de la responsabilidad, agregando la idea “por acción u omisión” pero destacando también del grave contubernio con el narcotráfico que había quedado evidenciado en el transcurso de los sucesos.
Responsabilizar a los tres niveles de gobierno fue uno de los ejes del movimiento estudiantil. Se señalaba la complicidad directa del alcalde, la represión ya sufrida por los normalistas por el ataque directo del gobernador en 2011 junto a su tolerancia por omisión de la actuación del alcalde. En ese momento el señalamiento al poder ejecutivo era difuso, aunque se respaldaba en la política de desmantelamiento del normalismo y en la negligencia para abordar la situación.
Fuera de las asambleas ese señalamiento se expresaba en los sectores movilizados, como en la pinta realizada en la movilización del 8 de octubre en la fuente de El Caballito ubicada en avenida Reforma: “Pienso: luego me desaparecen. Responsables: los tres niveles de gobierno”. Es de destacar la sospecha generalizada de que el ataque a los estudiantes tiene un tinte político por ser opositores al régimen. “Pienso, luego me desaparecen” se repite en pancartas, posteos de Facebook y mantas. Pensar por ser estudiante, ser opositor o ambos elementos, está detrás de la simple consigna.
La convocatoria de la Asamblea Interuniversitaria a realizar asambleas en cada centro escolar, el movimiento del Politécnico, la marcha previa del 2 de octubre y la primer movilización en Ciudad de México por Ayotzinapa aceleran la formación de las asambleas estudiantiles. Los espacios asamblearios se convocan a través de “saloneos”, es decir información salón por salón de brigadas de estudiantes militantes y también por convocatorias hechas a través de las redes sociales, muchas de ellas creadas durante el movimiento #yosoy132, o por medio de la coordinación entre colectivos y militantes de distintas agrupaciones en cada centro académico.
En la Facultad de Ciencias, se realiza el 7 de octubre una asamblea con participación multitudinaria. En sus textos se amplía el proceso de identificación empática con los normalistas; en ellos se intenta explicar además, la legitimidad de su proyecto político-educativo. Los estudiantes organizados tienden a enfatizar el programa histórico del normalismo y no sólo su identidad de víctimas de la violencia:
“Las escuelas Normales son bastiones de resistencia, forman profesores y luchadores por la educación pública y de la lucha popular, en las Rurales se ve amplificada esta labor por las condiciones precarias en las que se encuentran y la represión de la que son objeto. Los compañeros normalistas son hijos de campesinos que ponen la educación al alcance de los sectores más vulnerados (…)no es la primera vez que los normalistas y las luchas populares son acallados con la más brutal represión, tal es el caso de la matanza de Aguas Blancas, el Charco, los mismos normalistas de Ayotzinapa en 2011” [33]
Esta caracterización de los normalistas tiene una triple faceta. Una de ellas didáctica, para los cientos de estudiantes que desconocen el proceso de lucha del normalismo. La otra, un proceso de legitimación de la lucha popular de los normalistas y en especial, analizar los sucesos como parte de una violencia estatal de larga data, sistemática y no aleatoria o fortuita. Hay un poderoso interés asambleario en descartar la explicación de lo sucedido como hecho aislado y enfatizar sus raíces estructurales y por ello, también a sus responsables.
Podemos interpretar que ha comenzado una verdadera lucha por los significados, por la interpretación del acontecimiento, la caracterización ideológica de las víctimas y por ende de las salidas políticas a la crisis política nacional que se está desplegando. Las asambleas son un espacio decisivo entre los estudiantes para dicha política de enunciación y significación.
La asamblea de estudiantes de posgrado de la UNAM, que reunía a estudiantes de maestría y doctorado de muy diversas especialidades, se reúne por el llamado que estudiantes del programa de estudios latinoamericanos lanzan públicamente a través de las redes sociales. Esta asamblea, -al igual que la de Filosofía y Letras- tendrá cierta influencia sobre el proceso asambleario que converge en la AI. El 15 de octubre, previo a la Asamblea general de los diversos posgrados, los latinoamericanistas declaran:
“Nosotros no nos tragamos la mentira de que tanto el homicidio de nuestros compañeros normalistas como su secuestro fue ejecutado únicamente por un solo gobierno en contubernio con el narcotráfico (…) Hacemos responsables de este hecho atroz a los tres niveles de gobierno y a todos el aparato estatal que incluye todos los partidos políticos por acción u omisión y a todos sus órganos de represión como son el ejército y la policía (…) Exigimos que el Estado nos devuelva con vida a los 43 estudiantes que secuestró”[34]
Los universitarios buscan diversas formulaciones políticas para el señalamiento de las responsabilidades de los distintos gobiernos y partidos sobre procesos muy diversos: la política de desmantelamiento del normalismo rural implementada durante años por el gobierno federal y los gobiernos estatales; la historia represiva en Guerrero y la desconfianza sobre las instituciones en relación al crimen organizado no sólo en ese estado sino en todo el país; la corrupción de todos los partidos políticos a nivel nacional y las consecuencias de la llamada guerra contra el narcotráfico que depende a su vez de la importancia económica de las actividades criminales en todo el país. Expresarlo en consignas, o denuncias parece complicarse dada la complejidad interpretativa que los estudiantes quieren expresar.
No se trata sólo de un problema comunicacional, sino de la interpretación política del fenómeno. Los estudiantes en asamblea están interesados en evidenciar la violencia estructural, tanto en sus dimensiones criminales, como en las político-económicas. La situación como repiten en varias asambleas “por acción u omisión” habría construido el escenario para el asesinato y desaparición de los normalistas, pero estas derivan de procesos más complejos. A pesar de ello, en muchas asambleas se habla de la responsabilidad “de Estado” como síntesis política de todos esos elementos.
Ese complejo análisis es promovido esencialmente por los estudiantes organizados aunque sin existir acuerdo previo entre los grupos militantes para hacerlo. Va emergiendo a partir de la deliberación y del foro que significa la asamblea para denunciar lo que muchos colectivos y grupos organizados venían discutiendo desde tiempo antes. Las asambleas se vuelven el medio de enunciación de muchos de estos militantes, que están además asombrados por la magnitud y respuesta de los no organizados y el tamaño e intensidad de dichos espacios asamblearios.
En las facultad de Ciencias, la participación es multitudinaria, a donde asisten alrededor de casi dos mil estudiantes. Un proceso similar se vive en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.[35] Sin lugar a dudas la propuesta que emana de la primer AI, de impulsar un paro de labores en las escuelas y facultades atrae la atención de la población estudiantil que acude masivamente a decidir. La movilización universitaria a las asambleas sorprende también a los activistas por la sensación de “conmoción” generalizada que hay en todas ellas. La de Ciencias políticas es quizá una de las más masivas donde ese shock emocional como lo describe Jasper, es un sentimiento al parecer común entre los miles de estudiantes no organizados:
“Había gente muy común y corriente que estaba en la asamblea (…) era muy profundo el descontento; eso en la asamblea se traducía en mucha politización, muy complicado, recuerdo que fue muy complejo pensar en la conducción de la dinámica de la discusión (…) había creo una ruptura a muchos niveles, había gente que de verdad, era de esas pocas veces notas que despierta, algo cambia, algo hace click y desconfiaban de la policía y del ejército a un nivel nuevo y les generaba miedo, inseguridad, indignación y rabia y después en la asamblea no se sentían solos para poder expresarlo, pero estaban muy confundidos y muy impresionados, yo veía shock o conmoción al grado de decir ¡nos estamos yendo al carajo! ¿cómo pudieron hacer esto? ¿dónde están? ¡aparézcanlos! Si no, digan que están muertos y ¿cómo pueden ser tan cínicos?”[36]
Incluso, en otros centros académicos, sin mucha tradición de organización y movilización estudiantil como el Colegio de México, se generan asambleas con cientos de estudiantes. Los pocos militantes están asombrados de la respuesta de la comunidad universitaria. El ambiente es similar:
“había ese sentimiento como de…es que no puede estar pasando esto, no puede ser que normalicemos esto… y tenemos que hacer algo extraordinario, por eso había muchos que decían, sí, vamos a hacer el paro, aunque había muchos que no sabían que implicaba, hasta los más fresas votaron paro y todo…el COLMEX no había parado desde el 68”[37]
Esta voluntad de acción de la multitud estudiantil no organizada toma por sorpresa a los grupos militantes. La aceptación de discursos y acciones más radicales en las asambleas es una novedad para los estudiantes organizados que conocen la resistencia estudiantil a ese tipo de acción colectiva. En ocasiones los grupos militantes se sienten desbordados. La orientación desde la Plataforma de Solidaridad con Ayotzinapa sobre los días de acción global y la propuesta de paro universitario de labores que emana de la AI empujaron hacia acciones convergentes y de consenso. Pero la masividad y disposición de acción es difícil de manejar por ser tan inmediata y tan multitudinaria e impone un reto de dirección política a los militantes:
Yo estaba sorprendido por las dimensiones que adquirieron los contingentes y las asambleas que el caso de Ciencias llegaron a ser de más de tres mil personas. Uno de cada tres estudiantes de la facultad estaba marchando y parando. Esa parte, de la dimensión de la crisis que se había detonado, no la teníamos todavía…la empezábamos a masticar y creo se culmina más para noviembre. Al principio todo fue tan grande que nadie esperaba que una coyuntura así…no sabíamos que hacer en realidad, más que intentar organizar (…) el ánimo en Ciencias era ¿cómo me sumo? aquí estoy, estoy encabronado, quiero hacer algo, somos un chingo, y vamos a hacerlo. [38]
Con esta descripción queremos enfatizar que el fenómeno de indignación no es controlable ni convocado ni provocado por discurso “enmarcador” alguno, sino que se ha ido produciendo de manera infrapolítica entre los estudiantes no organizados. También que la enorme disposición a la acción, presiona sobre los grupos militantes colocados en roles de dirigencia, pero acotados por la misma dinámica y reglas asamblearias. Esto cuestiona el tipo y grado de liderazgo que implican los grupos estudiantiles, pero también la total espontaneidad de la multitud estudiantil, que sin la convocatoria, experiencia y facilitación de los militantes no estaría reunida y discutiendo en asamblea. Esta tensión entre militantes y multitud es una frágil dialéctica de los movimientos que en el caso de Ayotzinapa es más evidente, ya que el ánimo radical de la multitud se ha producido por los acontecimientos. La multitud estudiantil está dispuesta a movilizarse y actuar y es por ello quizá que se desata una febril acción colectiva.
Se convocan a foros de reflexión y análisis como es el caso del COLMEX; los estudiantes en muchas asambleas convocan al sector académico a participar en asambleas , actos públicos, “clases abiertas” y otros espacios de análisis; en los casos de Ciencias y Ciencias Políticas se organizan por docenas, brigadas informativas callejeras, en el transporte público y acciones de “metro popular”[39], así como las innumerables acciones de nombramiento que ya hemos descrito: pases de lista de los estudiantes desaparecidos, instalaciones estéticas o artísticas con los rostros, protestas festivas, visitas de los normalistas y de los padres a los centros académicos y hasta caravanas hacia la normal de Ayotzinapa.
Las asambleas son una síntesis de aprendizajes militantes y de los estudiantes que acuden a ellas, algunos residuos históricos de larga data y otros, saberes del ciclo reciente de movilización estudiantil, participante en apoyo a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación en 2013 y por supuesto del movimiento yosoy132. Son saberes prácticos del propio movimiento que va forjando en los hechos al sujeto asambleario y al movimiento estudiantil:
A ver, organiza un contingente de tres mil personas para que llegue a las cuatro de la tarde al Ángel de la Independencia…esa experiencia práctica que se extendió por cientos de…no diría militantes pero sí activistas…me acuerdo que al principio del 132 la gente ni siquiera sabía que había que poner una mesa para iniciar la asamblea, que había que hacer minuta y esto que ya estaba saldado ahora, coajaba en cómo organizar acciones de masas, bueno, acciones muy grandes, los brigadeos, los responsables del boteo, las brigadas de seguridad y monitoreo, todo eso como que formó mucha gente y tal vez eso no se alcanza a ver[40]
No obstante, es en las movilizaciones centrales y en los paros donde se concentra la fuerza masiva del naciente movimiento. Para el 14 y 15 de octubre la Asamblea Interuniversitaria reporta paros en 30 escuelas[41] de la zona metropolitana y la prensa más de 40 sumando a otras universidades del resto del país[42]. Ese mismo día en Ciudad Universitaria se congregan más de 6 mil estudiantes en mitin para recibir a los normalistas. Las imágenes son sobrecogedoras ya que recuerdan los momentos históricos de los estudiantes movilizados en 1968, 1986 y 1999. Entre goyas universitarias, el discurso de recibimiento a los normalistas caracteriza ya al régimen de manera más compleja:
Vivimos un régimen político que profundiza un proceso autoritario, represivo, antidemocrático, corrupto. Que practica la violencia de estado para intentar acallar las voces que nos alzamos y decimos basta. (…) Vivimos en un régimen político que nos pinta la privatización y el despojo como progreso, la manipulación mediática como libertad, la crisis institucional como modernidad. (…) Una política implementada por los tres niveles de gobierno tiene un costo hoy lamentable. (…)esta es la primera jornada de lucha y la primera advertencia al gobierno: ¡Presenten con vida inmediatamente a nuestros compañeros normalistas![43] [goyas, aplausos]
La segunda asamblea interuniversitaria decide participar en el día de acción global al que se llama desde la Plataforma de Solidaridad con Ayotzinapa para el 22 de octubre, con el respaldo de los padres de los desaparecidos. La noción de “día de acción global” proviene del Foro Social Mundial y las jornadas globales contra la guerra en Irak. Los activistas universitarios de la Plataforma, al evaluar que la sociedad civil internacional se ha activado, denominan así a la jornada de movilizaciones para poder articular las protestas y la fuerza mediática en un solo día. En CDMX nombran “Una luz por Ayotzinapa” a la movilización, que convocan nocturna, de nuevo a través de redes sociales.
La AI, además de sumarse al día de acción global por Ayotzinapa, llama a discutir a las asambleas sobre otro tipo de acciones: bloqueos en calles, levantamiento de plumas en casetas y toma de espacios radiofónicos.[44] Esta última secuencia de acciones colectivas, como podemos ver, eleva el nivel de radicalidad en la protesta callejera, anunciando ya lo que sobrevendrá en las semanas siguientes. Cabe destacar que las sesiones apresuradas de la AI del 10, 17 y 24 de octubre, a pesar de la enorme diversidad y cantidad de asambleas participantes por escuelas, concluyen con acuerdos claros y llamados a la acción centrales y unitarios que estructuran un plan de acción entre los estudiantes movilizados. De ahí, que se prepare un nuevo paro estudiantil para los días 22 y 23 de ese mes.
Mientras los estudiantes se preparan para una nueva jornada de movilización unitaria y articulada entre escuelas, en un breve periodo de dos semanas, el presidente Enrique Peña Nieto da ocho declaraciones sobre Ayotzinapa, a las que se suman las del Secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong y de quien coordina las investigaciones sobre las desapariciones, Jesús Murillo Karam, Procurador General de la República. Esta centralidad del poder ejecutivo federal parece ser respuesta ante la necesidad de que el gobierno de Peña Nieto aparezca públicamente firme ante las investigaciones, neutral ante el caso siempre sin estar involucrado y poniendo atención a las desapariciones como tema central de su gobierno. La presión y atención sobre la investigación y el paradero de los normalistas viene de varias fuerzas a la vez. La primera de ellos son los medios de comunicación:
La crisis política desatada por las desapariciones se mantiene en los medios comerciales que en el mismo periodo publican entre 20 y 25 nuevas noticias sobre el caso[45], siguiendo el involucramiento de policías, las noticias de detenciones del grupo Guerreros Unidos -presunto cártel involucrado en las detenciones- declaraciones de los normalistas, información sobre el alcalde prófugo y sus relaciones con el crimen organizado, etc.
La segunda gran fuerza es la intensa movilización con tintes de revuelta popular que se vive en el estado de Guerrero. No sólo se realizan movilizaciones multitudinarias sino que muchas acciones derivan en la quema de oficinas gubernamentales, bloqueos y tomas. Los normalistas, junto a la CETEG y las policías comunitarias encabezan a una pléyade de movimientos y organizaciones sociales guerrerenses en una extendida movilización popular, que presiona sobre las demandas de presentación con vida, pero también de renuncia del gobernador Ángel Aguirre. La presión contra el gobernador además del movimiento social viene de la presidencia de la república y de los partidos políticos Acción Nacional y revolucionario Institucional. El mensaje de radicalidad guerrerense comenzará a influir también en la discusión asamblearia semanas más tarde.
La tercera fuerza política es la protesta nacional, que en cuatro días, entre el 14 y 18 de octubre, suman protestas en 25 estados del país. Las movilizaciones, junto a varias acciones internacionales de la sociedad civil, no cesan durante el periodo. A ello se suman las declaraciones de las organizaciones armadas e indígenas del EZLN, EPR y ERPI condenando las desapariciones y sumándose de distintos modos a la movilización social nacional por Ayotzinapa.
Finalmente una pléyade de actores nacionales e internacionales en materia de derechos humanos, institucionales y de la sociedad civil generan el mayor número de condenas en el periodo. Aunque las declaraciones son muy disímbolas, todas las críticas, -que van de moderadas a radicales- significan un coro polifónico que mantiene la atención y presión política sobre el caso. Hablan desde los defensores de derechos humanos (Amnistía Internacional, Human Right Watch que son las voces más incisivas frente al gobierno de Peña Nieto) hasta rectores de universidades, obispos, académicos y actores internacionales de enorme peso como la ONU y el gobierno de Estados Unidos, así como legisladores de toda América Latina. Es un momento de gran efervescencia mediática. Ese es el contexto político donde se desarrolla la siguiente gran movilización.
En las protestas del 22 de octubre, hay un cambio significativo, que implica una bifurcación simbólica importante. A diferencia de la movilización del 8 de octubre, el discurso de la Plataforma de solidaridad con Ayotzinapa, emite un discurso condenatorio mucho más fuerte y preciso. Es firmado por más de 130 organismos sindicales, estudiantiles, de derechos humanos, feministas. El texto, leído en un zócalo abarrotado por la movilización del día de acción global emite un señalamiento muy claro:
Estamos en esta plaza para señalar con todas sus letras al ESTADO MEXICANO como responsable de lo sucedido en Ayotzinapa (…) es necesario recordar que fueron policías, no narcotraficantes quienes se llevaron a nuestros estudiantes. Fueron autoridades locales, de partidos políticos nacionales quienes dieron la orden de llevárselos, no los grupos criminales. Fueron además, autoridades del estado de Guerrero, fuerzas militares y hasta instituciones federales quienes no actuaron cuando ya tenían conocimiento de lo que sucedía en Iguala. Y fueron partidos e instituciones quienes toleraron por acción u por omisión, a políticos y empresarios ligados al crimen organizado que dieron la orden de llevárselos (…) AYOTZINAPA ES RESPONSABILIDAD DEL ESTADO MEXICANO y exigimos JUSTICIA. [46]
A pesar de la contundencia de esas palabras, no es sobre el templete de oradores donde se desarrolla el acontecimiento principal de ese día. Un puñado de universitarios, activistas, artistas y ex integrantes del movimiento #yosoy132, aglutinados en un pequeño colectivo llamado REXISTE[47], decide realizar una intervención político-artística en la plancha del zócalo capitalino. Llevan a cabo una “pinta monumental”, utilizando 30 litros de pintura y 4 rodillos. El mensaje escrito con pintura blanca sobre la plancha oscura del zócalo, fotografiado desde los edificios aledaños por la prensa, le dará la vuelta al mundo y se convertirá rápidamente en un mensaje viral. El texto, sin quererlo, resume la discusión política que había en las asambleas y la búsqueda de una formulación política para el señalamiento de los tres niveles de gobierno, por acción u omisión con una sencilla frase:
Algunos medios de comunicación retoman la frase y con ella encabezan las notas de esa movilización[48]. Para la siguiente convocatoria de día de acción global programada para el 5 de noviembre, los activistas de la Plataforma evalúan que la consigna central del cartel que se distribuirá en redes sociales, lleve la misma frase colocada por REXISTE en el zócalo. Al realizarse la siguiente movilización central, miles de pancartas, mantas y contingentes llevan escrita la frase señaladora: “FUE EL ESTADO”.
En las semanas siguientes varias asambleas retoman la consigna. La asamblea de estudiantes de Posgrado afirma que “lo sucedido en Iguala no es un hecho aislado. El responsable es el Estado (se entiende en términos generales los tres niveles de gobierno, distintas instituciones y los partidos políticos en el poder”[49] Aunque varias semanas después, la Asamblea de Filosofía y Letras se adhiere a la consigna en su discurso, lo que hace evidente que dicha formulación representa una síntesis política de lo expresado previamente en su propia discusión y en el sentir de los estudiantes movilizados: “pensamos que a pesar de la legitimidad de la protesta y el claro mensaje FUE EL ESTADO, que ha traído consigo el caso de los normalistas de Ayotzinapa, la represión avanza sistemáticamente (…) Las fosas se colman de cuerpos sin nombre (…) las desapariciones forzadas no pueden seguir siendo más cifras”[50]
Por la secuencia de acontecimientos, se ha ido profundizando el señalamiento que durante todo el mes de octubre se ha ido escalando y clarificando hasta volverse un consenso dentro del movimiento estudiantil y entre las protestas sociales en todo el país y el mundo. No obstante, un par de acontecimientos sumamente significativos comenzarán a cambiar la orientación discursiva que sigue en proceso de radicalización. Al día siguiente de la movilización nacional e internacional del 22 de octubre, el gobernador Ángel Aguirre pide licencia para abandonar el cargo. La presión política obliga al gobernador a tomar una decisión en la que claramente no está de acuerdo. Pero este movimiento de presión que vino desde el movimiento social guerrerense y desde la clase política y los partidos opositores al PRD quien gobernaba la entidad, provoca un efecto no previsto. Sin la figura política del gobernador, la protesta se dirigirá de manera creciente hacia la presidencia. Esto se acelerará con la captura del alcalde prófugo José Luis Abarca unos días más tarde. La neutralización política de una posible figura responsable y el encarcelamiento de la otra (dos de tres niveles de gobierno tantas veces mencionados en los documentos asamblearios) deja sólo como figura responsable al Ejecutivo Federal de todo el proceso. El régimen comienza a verse por el movimiento como el interlocutor antagónico de los estudiantes y sus demandas. La sesión de la tercera asamblea interuniversitaria logra consensar un análisis mucho más sofisticado de la coyuntura política, pero avizora ya que su enemigo político, es claramente, la presidencia de la república:
“Es importante ubicar que el gobierno, ante la presión popular, ha cambiado sus explicaciones mostrando la debilidad de sus argumentos. En un primer momento intentó enmarcar los hechos relacionándolos únicamente con el narcotráfico, luego saltó a acusar al presidente municipal hasta llegar, ahora, a la renuncia de Ángel Aguirre. Sin duda, la caída del gobernador puede concebirse como una conquista de la movilización y la organización popular, pero no puede dejar de reconocerse que el gobierno federal buscará deshacerse del peso del descontento popular, en donde uno de los motores primordiales es el impulso estudiantil”[51]
Queremos destacar que los balances y propuestas que se realizan en la Asamblea Interuniversitaria influyen y estructuran en ocasiones las discusiones asamblearias. En cierto sentido se constituye como referente de dirección política, aunque no determina las decisiones de las asambleas. Es por ello que la relativa estabilidad de la AI durante octubre será un elemento relevante para mantener un plan de acción coordinado entre todas las asambleas y para contar con un análisis común.
“Permitía abrir una discusión enorme, compartir un análisis compartido. Nuestra asamblea comenzaba escuchando qué se había discutido en otras asambleas. Dotó mucho de elementos para poner nombre y apellido a los responsables. Ese condensado político, esos balances compartidos y pulidos entre todos permitieron… como que permitieron correr “al rojo”[52] y señalar más fácil una crisis de estado o una crisis de régimen”[53]
En esta tercer asamblea interuniversitaria, la preocupación por generar organización permanente que proviene de muchas asambleas, concluye en un llamado hacia la formación de una estructura estudiantil, una federación o coordinadora. Se proponen como ejes políticos de acción, la lucha contra la violencia de estado, la defensa de la educación pública y la presentación con vida de los 43 desaparecidos. En las siguientes semanas el tema de constituirse como un sujeto organizado de manera permanente se volverá cada vez más importante, pero creará también tensiones importantes al interior de las asambleas. Son los militantes quienes mantendrán la constante de convertir al movimiento en organización. Sin embargo, salvo en casos aislados, esto no se logrará.
La AI y las asambleas por facultad, funcionan con un acumulado de aprendizajes reactualizados que provienen de movimientos disímbolos como el CGH y el #yosoy132: voceros revocables y rotativos por asamblea; decisiones difíciles que regresan a los espacios asamblearios locales, voz para cualquier integrante de las escuelas en el espacio interuniversitario, pero decisión por votos provenientes de delegados de cada unidad académica. Este método de articulación asamblearia se constituye rápidamente frente a la emergencia pero a finales del mes de octubre cierta debilidad del funcionamiento asambleario comienza a ser cuestionado. Muy pronto aparecerán fisuras políticas derivadas de procedimientos que serán considerados antidemocráticos.
El 29 de octubre el presidente Enrique Peña Nieto se reúne personalmente con los padres de familia de los desaparecidos. La responsabilidad de encontrar a los normalistas está en manos del gobierno federal y la reunión lo simboliza. La expectativa crece junto a las movilizaciones que el 5 de noviembre son aún más multitudinarias que quince días antes. Pero algo ha cambiado en las consignas, discursos y acción colectiva.
En la mañana de ese día, un grupo de jóvenes activistas que se cubren el rostro, toman una unidad del “metrobús” a las afueras de Ciudad Universitaria y después de evacuar a sus pasajeros, le prenden fuego. Por otro lado, en la movilización central convocada una vez más hacia el zócalo capitalino, se grita la consigna multitudinaria ¡Fuera Peña!. Los medios de comunicación destacan que ese mismo día más de 80 centros universitarios[54] pararon labores en todo el país. La fuerza central de la movilización son los estudiantes que en su tercera jornada de protestas amplían los días de paro que llegan a 72 horas, especialmente en las facultades y centros escolares donde hay más participación. En la jornada de acciones de ese día, se realizan protestas en 24 estados del país y los padres, en el mitin central del zócalo reclaman que si el gobierno de Peña no puede hallarlos ¡Que se vaya!.
Poco más de un mes con 43 estudiantes desaparecidos, sin respuesta oficial de su paradero y movilizaciones crecientes, así como la caída del gobernador y la captura del alcalde, hacen de principios de noviembre el momento del comienzo del escalamiento mayor, por la expectativa sobre la respuesta del ejecutivo federal y la desesperación provocada por la ausencia de datos concretos sobre los desaparecidos, pero también frente a la falta de respuesta ante la movilización social. Se ha creado un ciclo creciente de movilización que ha ido mutando de la indignación al señalamiento y de ahí a la naciente demanda de renuncia del presidente. La consigna Fue el Estado enjuicia de manera general a las estructuras políticas del país y a pesar del consenso tal valoración provoca en las asambleas una nueva discusión:
Creo que está ligado a la consigna de Fue el Estado, y Fuera Peña, esas dos consignas que estaban como punteras en ese momento, abrían un gran debate: ya que señalas al enemigo lo que sigue… es decir, no le puedes pedir justicia al enemigo…abría el gran debate a nivel de las asambleas, a nivel de las organizaciones y de los espacios amplios…que topa con pared, no hay hacia donde ir estratégicamente. Se trata de expresar con la consigna Fuera Peña, señalando a alguien en particular aunque sólo sea un representante del Estado…en el fondo estaban las implicaciones de señalar la dimensión del problema, tan grande era, que era difícil discutir si se podían resolver las cosas dentro de las instituciones. [55]
Aunque la ira generalizada y creciente se debe esencialmente a que los normalistas no aparecen y el gobierno federal no da señales de respuesta, influye de manera poderosa el que se ha conseguido un nivel de análisis generalizado en las asambleas sobre que el problema es estructural. No se debe ni a alcaldes, gobernadores, pero tampoco, y esto es importante, al presidente. Las asambleas discuten una salida política, ya que se ha llegado un punto en efecto de cierre. Si el problema es el Estado en sí mismo y su configuración corrompida y coludida con el narcotráfico pero también su composición elitista y partidocrática, dicha reflexión tendencialmente lleva necesariamente a una reflexión destituyente o incluso, insurreccional. En la asamblea de filosofía: “Había una discusión hasta el último momento, hasta el ¡Fuera Peña!, si había que discutir la destitución del alcalde, del gobernador, casi siempre la posición que ganaba era…o que más pesaba, era: da igual, lo van a destituir ¿y? Van a destituir al gobernador ¿pero y qué? Incluso la discusión era se va Peña y ¿qué va a cambiar, nada va a cambiar”.[56]
Mientras las asambleas discuten un posible horizonte político cada vez más radicalizado, se anuncia que la Procuraduría General de la República informará sobre los normalistas desaparecidos el viernes 7 de noviembre. La atención está puesta en el gobierno federal y el responsable de la investigación Murillo Kharam. Es tal la expectativa, que prácticamente todas las asambleas estudiantiles se dan cita en sus facultades y centros escolares para escuchar la conferencia de prensa.
“la facultad entera estaba sentada con pantallas de televisión para escuchar…más que qué tiene que decir el gobierno es saber dónde están. Esa era la expectativa porque era la única fuente y sí había expectativa de que la movilización que estaba ocurriendo les obligara a decir lo que había pasado (…) y después de la historia del basurero, la verdad para mí fue…estábamos en shock, contábamos con tan poca información que cuando dijo eso Murillo (…) los historiadores de la facultad decían: no puede ser, porque todo cuadra, o sea, no pueden reconstruir una historia en tan poco tiempo…[57]
La reacción condenatoria de los estudiantes no se hace esperar. Uno de los primeros documentos y más difundidos que de inmediato responde a la conferencia de prensa de la PGR, critica el procedimiento de la misma, su objetivo, el papel del presidente de la República:
La forma en que la información ha sido presentada a los familiares y a la sociedad es condenable (…)Estamos convencidos de que la presentación de argumentos y materiales no concluyentes y contradictorios tiene como único fin desmovilizar las acciones de protesta (…) Nos declaramos indignados ante la postura negligente e insensible del Presidente de la República, el C. Enrique Peña Nieto, frente a las circunstancias críticas del país.[58]
La narrativa del procurador de la república, conocida como “la verdad histórica”, frase del propio Murillo Karam durante la conferencia de prensa que detalla en la versión oficial el secuestro, asesinato y quema de los cuerpos de los normalistas, horroriza a los estudiantes. El momento de la verdad histórica crea una inflexión en el proceso. Podemos afirmar que una segunda oleada de indignación comienza a generalizarse, y esta vez, a desbordarse. La narrativa y poco tacto político del procurador, hacen estallar a las asambleas en protestas, en esta ocasión dirigidas al gobierno federal. La acción colectiva callejera comenzará también a salirse de control y la respuesta de las fuerzas policiacas en Ciudad de México atizarán un momento de convulsión política. Al terminar el discurso de Murillo Karam, la indignación se ha convertido en rabia, y el señalamiento en abierto antagonismo.
El concepto de antagonismo retomado desde la tradición marxista no ortodoxa por Massimo Modonesi es un fértil constructo sobre las relaciones sociopolíticas de los movimientos sociales. A diferencia de la noción de oposición de Touraine, el antagonismo, refiere a una dialéctica del poder y a una forma de subjetivación. Modonesi lo define dentro de una esfera de conflicto y lucha, como las experiencias colectivas de insubordinación e impugnación contra la dominación existente, “proyectándose hacia el establecimiento y el ejercicio de un poder contra” (Modonesi, 2010:163). Propone además, tratar de estudiar en los procesos empíricos, en los fenómenos de movilización sociopolítica, al antagonismo, no sólo como una categoría interpretativa, sino como un concepto cuyas prácticas sociales son observables a través de los niveles y grados de conciencia de reglas y formación de la dominación, de crítica a las mismas e impugnación de ellas.( Modonesi, 2016: 140).
Agregaríamos que un discurso antagonista no sólo es aquel que logra desbrozar, comprender y señalar los mecanismos de la dominación, sino que alcanza a formular una identidad englobante, un proceso ideológico de posicionamiento colectivo hacia la acción. Se señala y desnuda a la dominación pero también conforma un nosotros antagónico de ella a través de recursos narrativos y linguisticos evidentes: desautoriza, critica, ataca y deslegitima al poder dominante frente al que se rebela, pero por ser precisamente sociopolítico, no sólo analiza a la dominación, sino que le habla a otros dominados, su objetivo es provocar la adhesión, convencer, persuadir para llamar a la acción.[59]
Eagleton, el marxista que ha desarrollado ampliamente el concepto de ideología, identificando los procesos u operaciones de despliegue de la dominación ideológica señala que “las ideologías son conjuntos unificadores, orientados a la acción, racionalizadores, legitimadores, universalizadores y naturalizadores (Eagleton, 1997: 71). (Thompson, 2002) Proponemos entonces que una contraideología, un discurso crítico de la ideología dominante, puede así contener elementos que desnaturalizan, deslegitiman y hace evidente que la universalización y normalización dominantes son falsas, parciales o injustas. En suma un discurso que desautoriza a la dominación, lo desnuda en su funcionamiento y llama a la acción en su contra. Las operaciones de un discurso antagónico son a) crítica –desnaturalización, desuniversalización b) juicio- desautorización-deslegitimación y c) unificación identitaria movilizadora.
Si analizamos los discursos de los espacios asamblearios estudiantiles, vemos que ha habido un intenso proceso intelectivo por explicar los dispositivos de la dominación, la articulación de sus procesos gubernativos, criminales, partidarios, represivos. Que durante octubre, explicar la desaparición tiende en las asambleas a ir a los orígenes de la violencia, entendiéndola como estructural y como parte de un proceso complejo de conjunción de factores estatales. “Fue el Estado”, aunque consigna simplificadora, representa un intenso proceso deliberativo asambleario que va señalando y desnudando el funcionamiento del poder en México y su relación con el crimen y la violencia. Para ello es decisivo el proceso intelectivo de los grupos militantes, pero también las estructuras de sentimientos y experiencias de los estudiantes que han forjado su propia comprensión a partir de un contexto permanente de violencia criminal, corrupción estatal, represión del régimen y descomposición partidaria. Ayotzinapa reúne todos esos elementos como caso ejemplar, como evidencia brutal. Un estudiante de la asamblea de posgrado analiza:
“el mismo hecho de Ayotzinapa mostraba al Estado mucho más desnudo de lo que normalmente se muestra, se mostraba en su brutalidad, los mostraba en su corrupción, lo mostraba en su bestialidad, en su poca humanidad (…) ahí la gente ya une, son verdades evidentes, que el crimen está coludido con el Estado no necesita ¡ohhh! ¡que sorpresa! ¡muéstrenme las pruebas!. No necesitas pruebas, ya lo das por sentado, tons (sic) a lo que viene, también Ayotzinapa es el cúmulo de una serie de afrentas” [60]
Si el hecho desencadenante unifica al mismo tiempo la indignación, el proceso intelectivo asambleario sintetiza tanto la experiencia individual de los estudiantes con los argumentos previos de los militantes, con una evidencia brutal de un proceso, que desnuda el funcionamiento del Estado mexicano en su conjunto para primero señalarlo y luego, deslegitimarlo.
Una vez que la verdad histórica pronunciada por el Gobierno Federal trata de cerrar el caso de Ayotzinapa en torno de su demanda fundamental, es decir, la presentación de los desaparecidos que miles han exigido en las calles, curiosamente los discursos asamblearios comienzan una operación de desautorización, deslegitimación y condena del régimen en su conjunto. Los discursos asamblearios posteriores al 7 de noviembre comienzan a señalar el funcionamiento de la clase política, al presidente, a los partidos y su juicio condenatorio y en especial a elevar su ataque contra el gobierno federal. Veamos algunos ejemplos de esto último.
La asamblea de Filosofía y Letras ese mismo día exige “Desafuero, juicio político y castigo a Enrique Peña Nieto, Osorio Chong, Murillo Karam, Ángel Aguirre y todo el gabinete de seguridad” [61] La Asamblea General de Posgrado denuncia la conferencia de Murillo Karam como sólo un “discurso gubernamental y mediático” que busca “un carpetazo a las investigaciones” y concluye que “es evidente que no podemos confiar en las instituciones del Estado Mexicano”[62] Se comienza a discutir en dicho espacio si debe exigirse la renuncia de Peña Nieto y si hay condiciones políticas para un “movimiento destituyente”. Para el 18 de noviembre, en la antesala de una nueva movilización central, los estudiantes de filosofía declaran: “La consigna debe seguir siendo clara, que se larguen Peña Nieto y todos sus secuaces; que nos entreguen con vida a nuestros 43 compañeros”[63] En algunas asambleas se habla de un movimiento constituyente para refundar el Estado radicalmente. Ha habido claramente un salto a una discusión estructural que analiza al régimen y las salidas políticas. La enorme movilización hace sentir empoderados a los estudiantes en las asambleas, con la capacidad y posibilidad de hablar de estos temas, discutiendo si en ese momento había ya una crisis de régimen o de Estado.
De manera paralela a la radicalización discursiva aparece con mayor frecuencia el desbordamiento de la acción colectiva callejera. Los activistas de la Plataforma por Ayotzinapa responden al discurso de Murillo Karam llamando a una nueva protesta de manera inmediata a través de las redes sociales. La reacción generalizada de repudio a la verdad histórica y a la narrativa de horror sobre los normalistas, convoca en 24 horas a cerca de 20 mil personas. Reunidas en el zócalo, el descontrol sobreviene cuando un grupo de manifestantes intenta quemar la puerta del Palacio Nacional, símbolo del poder central mexicano. A pesar de que la acción divide a los manifestantes, son miles los que aclaman la intentona frente al palacio. La imagen, ciertamente sobredimensionada, llega a las portadas de la prensa internacional.
Ese mismo día, de manera simultánea a la movilización donde se incendia la puerta de palacio, se convoca a una nueva asamblea interuniversitaria. Así como hay una radicalización discursiva, había ido emergiendo la necesidad de discutir un cambio en la acción en común, que hasta ese momento había implicado los paros de labores escolares de manera simultánea, la participación conjunta en los días de acción global y también una serie de protestas y acciones como la “toma” de espacios radiofónicos, que se habían realizado conjuntamente como acuerdo de la AI. Sin embargo, después de varios paros, movilizaciones multitudinarias e incluso toma de casetas, hay cierto agotamiento. Por otro lado, el normalismo había llamado en varias reuniones y asambleas a radicalizar la acción. La movilización desbordada de Guerrero contrasta con la pacífica movilización en Ciudad de México. Por último, la conferencia de prensa con la verdad histórica atiza la necesidad de acciones más radicales o un cambio estratégico. Se va formando cierta opinión asamblearia donde se argumenta que la acción pacífica ya no es suficiente.
Se propone en la Asamblea realizada en la UACM de San Lorenzo Tezonco, entre muchas otras acciones, la “toma” del aeropuerto de la Ciudad de México. Esta simple propuesta provocará una enorme discusión que dividirá a la AI en dos facciones, evidenciando la debilidad organizativa intra asamblearia pero también el frágil consenso que se había construido entre todas las asambleas en las semanas anteriores. La aparición de tácticas poco democráticas para evitar la decisión o para acelerarla, hace emerger un conflicto interno entre los estudiantes que no se resolverá y que deteriorará la credibilidad y referencia de dirección estratégica que había ganado la AI para todas las asambleas. Las críticas a la AI se multiplican en las minutas de muchas asambleas de facultad. Algunos plantean desconocerla como espacio de coordinación mientras otros llaman a la calma, ya que es el único instrumento de articulación entre asambleas.
Al interior de las asambleas surgen tres bloques muy evidentes. Dos minoritarios. Uno que rechaza tajantemente la violencia como recurso político. El otro son quienes lo promueven, como autodefensa, o como uso legítimo de ese recurso. El bloque mayoritario discute argumentos a favor y en contra de la violencia de manera bastante serena. A diferencia de la AI, el tema de la violencia política no escinde a las asambleas locales. Cabe agregar, que los bloques que proponen y defienden el uso de la violencia no son necesariamente intervenciones de organizaciones militantes sino una forma de acción política que ha ido creciendo en un sector entre los estudiantes. Es una forma de politización y acción, muchas veces individual, que converge en la calle y en la confrontación. Está presente en muchos espacios asamblearios pero no defienden en ella con ahínco la violencia política frente al estado. Aunque no hay espacio aquí para profundizar sobre esta otra forma de politización que no se expresa orgánicamente en las asambleas, está claro que muchos estudiantes que se movilizan a la par de los cientos que lo hacen en marchas, paros y asambleas, también algunos consideran que la confrontación, en especial, contra la fuerzas policiacas es una forma de acción colectiva legítima.
De manera paralela, la tensión con las fuerzas policiacas de la Ciudad de México va en aumento. A partir de la quema del metrobús el 5 de noviembre se desatan numerosas detenciones, todas de estudiantes, a las que se responde con el respaldo de muchas asambleas y la movilización a los centros de detención. Los escándalos mediáticos de la quema del metrobús y la puerta el 7 de noviembre llegan a un clímax de confrontación el 14 de ese mismo mes con los disparos que se suscitan a las afueras del auditorio Che Guevara, en Ciudad Universitaria que terminan con la quema del auto de un presunto agente de la Procuraduría capitalina. La incursión de granaderos esa misma noche en la universidad, provoca la reacción estudiantil con una importante movilización de protesta. En las asambleas se habla de que el gobierno ha cambiado su discurso y acción hacia la represión del movimiento. En redes sociales se llega al pánico, con rumores de incursiones del Ejército, toques de queda, miedo y confusión. El movimiento estudiantil comienza a hablarle directamente al régimen como si fuera un actor antagónico central y el conflicto se desarrollara entre los estudiantes y el gobierno federal.
A mediados de noviembre, el proceso organizativo inter asambleario que se había desarrollado tiene fuertes fisuras, mientras que la confrontación con la policía capitalina genera tensión en la movilización estudiantil. También las asambleas están llegando a un límite estratégico, donde se señala al estado y al mismo tiempo se exigen garantías de no repetición siendo una contradicción señalada una y otra vez en las discusiones. Pero si no se confía en las soluciones institucionales ello deriva necesariamente en pensar alternativas cada vez más radicales para lo que no hay consenso pero tampoco otras propuestas de salidas políticas. También, se está agotando la táctica de protesta realizada por los estudiantes hasta ese momento. A ello se debe sumar la afirmación contundente del gobierno federal de que los normalistas, todos, están muertos, lo que potencialmente puede inhibir la principal bandera de las protestas que es la presentación de los desaparecidos. Todo parece indicar que se están creando nudos importantes para el desenvolvimiento del propio movimiento.
No obstante, los padres de los desaparecidos y los normalistas llaman desde la Asamblea Nacional Popular realizada en guerrero a recibir a tres caravanas que recorren regiones del país para finalizar en Ciudad de México el 20 de noviembre. En muchas asambleas acuden los padres a convocar a las protestas. La marcha de ese día es la más amplia y multitudinaria. Es el clímax de la movilización y también de la protesta estudiantil. Los paros se multiplican en todas las universidades y los contingentes en la acción central en Ciudad de México son apabullantes e impresionan a los militantes que nunca habían visto tal participación. Un testimonio entre muchos, representa el ambiente de esa efervescencia:
“Ahora era desbordante…era increíble ver…los contingentes tan grandes, yo me acuerdo que los estudiantes que salimos del casco de CU fueron tres metros completos, no podíamos entrar todos en la misma estación, eso era como un…empoderamiento…no sé cómo decirlo. La gente lo sentía, iba con ánimo, pero también decidida a enfrentar la represión”[64]
La asamblea de Posgrados había propuesto unos días antes en la AI construir un monigote monumental de papel que representara a Enrique Peña Nieto y quemarlo en esa movilización. Va en consonancia con la consigna callejera de ¡Fuera Peña!. La AI en medio de una alterada y altisonante discusión sobre la toma del aeropuerto, escucha la propuesta pero no la discute. Posgrados decide entonces impulsar la actividad como propia. La quema de la efigie, es casi tan importante como el mensaje escrito en la plancha del zócalo un mes antes. Miles de personas se aglutinan alrededor de la quema, que se realiza en calma. Las decenas de imágenes de la “quema del Peña” simbolizan un discurso político que representa, como hemos descrito, la discusión y ánimo asambleario y también la rabia de las protestas callejeras. Los estudiantes sintetizan en la acción un símbolo discursivo, al que se ha llegado después de casi dos meses de movilizaciones. La radicalización asamblearia, discursiva, en la acción ha llegado a su clímax y ha madurado también su comprensión politizadora del régimen entre miles de estudiantes que acuden a las asambleas.
Sin embargo, el señalamiento contra Peña Nieto es opacado por el violento repliegue de manifestantes que imponen las fuerzas policiacas en la plancha del zócalo capitalino. El mensaje político represivo también se da en la frustrada toma del aeropuerto, que por la mañana de ese día, cientos de estudiantes que intentan realizar la acción, son golpeados y encapsulados por las fuerzas del orden disolviendo la intentona casi de inmediato. La represión por un lado así como las expresiones discursivas del gobierno federal por el otro, motivan sendos discursos de las asambleas. El desafortunado “ya me cansé” de Murillo Karam y la opinión de Peña Nieto sobre las movilizaciones: “Al amparo y el escudo de esta pena pretenden hacer valer protestas. Protestas que a veces no está claro su objetivo. Pareciera que respondieran a un interés de generar desestabilización”, desatan los textos más complejos de las asambleas. Es en ellos donde el proceso crítico, antagónico, es quizá más desarrollado. La función deslegitimadora del argumento discursivo se expresa en un video de la Asamblea de Posgrados[65] que llega a ser visto por medio millón de personas en redes sociales. Realizado a varias voces, y publicado el 25 de noviembre representa una crítica severa a la situación del país y al régimen:
Los estudiantes de Posgrado de la UNAM estamos cansados
Cansados de que día a día crezca la cantidad de presos políticos
Cansados del pactos de impunidad que existe entre las elites político empresariales que controlan al país
Cansados de que la economía vaya en picada mientras se aferra el sistema que ha enriquecido a los más ricos y empobrecido a los más pobres desde hace 30 años
Los estudiantes de posgrado estamos hartos de que los presidentes de México se den vida de virreyes cuando hay tanta pobreza en nuestro país
Cansados de que los políticos no representen a los ciudadanos
Estamos cansados de que en este país la impunidad sea la regla
Cansados de las que las madres tengan que buscar a sus hijos en fosas comunes
Cansados de la desinformación de los serviles medios de comunicación
Cansados de que se prioricen los intereses de empresas extractivas que destruyen a nuestro país
Cansados de vivir en una partidocracia que tiene secuestrada al país
Cansados de que tu no hagas nada por cambiar este país.[66]
Como hemos descrito, las dimensiones de un discurso antagonista estarían integradas por la deslegitimación y desnaturalización. Elementos que podemos observar claramente en un discurso que sale de las coordenadas del eje principal del movimiento, que es Ayotzinapa y la presentación con vida de los desaparecidos. La confianza que se ha generado en las asambleas, la creatividad de algunos de sus integrantes, la experiencia de muchos militantes y el análisis que ha madurado en sus reuniones permite realizar acciones de consenso que señalan duramente al régimen. Para esta última etapa, muchas asambleas reivindican su autonomía de los partidos políticos y el estado y expresan su deseo de organizarse de manera permanente. Un discurso muy distinto, mucho más claramente anclado en ideologías militantes y antisistémicas es el que surge en la Asamblea de Filosofía y Letras. Aunque extenso, conviene reproducir este fragmento de una reunión realizada posterior al 20 de noviembre. El texto responde al contexto policiaco represivo de ese día y al clamor popular antipeñista:
A estas tierras las gobiernan el narcotráfico, la oligarquía y un Consejo de Seguridad Nacional donde las cabecillas de los partidos políticos que encabezan el poder Ejecutivo, las Secretarías de estado y las instancias de Seguridad (marina, ejército, policía, inteligencia) sesionan para acordar cómo mantener las condiciones propicias para la acumulación de capital a costa de la miseria de la mayoría (…)En estos días, la rabia en México es profunda. Tan profunda como las miles de fosas que se encuentran en estas tierras; tan profundo como los pozos que fracturan los ejidos en miles de comunidades en busca de petróleo, minerales e hidrocarburos; tan profunda como los pactos y la secrecía que se guardan el crimen organizado y el estado para enriquecerse y fortalecer los cuerpos represivos y el paramilitarismo con el fin de garantizar los saqueos y el despojo de miles de habitantes; tan profunda como la política de miseria y muerte que pretende legitimar el uso de la fuerza pública para callar nuestra rabia. (…) Estas movilizaciones fueron reprimidas brutalmente por ese mismo estado; el mismo que arremetió contra los huelguistas del 99 en la UNAM: la educación pública, gratuita e irrestricta es nuestra bandera. El mismo estado contra el que emprendió su caminata la Otra Campaña en 2005: los partidos políticos no nos representan. El mismo estado que golpeó a la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca: somos comuna, somos barricada. El mismo estado que pretende despojar al pueblo de San Salvador Atenco de sus tierras desde 2006. El mismo estado que Digna Rabia en 2008 denuncia por el asedio militar a las comunidades zapatistas[67]
La clara denuncia del régimen en su dimensión política y económica en ambos discursos evidencia que Ayotzinapa es también como decía un estudiante un cúmulo de agravios. Que la acción colectiva se detona también como síntesis de una serie de disidencias, oposiciones y antagonismos infrapolíticos que no han tenido durante varios años expresión. La voz que emerge de estas asambleas quiere sintetizar su oposición en conjunto, que tiende en algunos casos a volverse “antisistema”. Los estudiantes de Filosofía, enumeran un diagnóstico de las luchas sociales y los procesos de opresión que se viven en el país, reivindicando a numerosos sujetos y movimientos sociales. Al hacerlo, afirman su identidad empática con otros sujetos de lucha que sufrirían una dominación estructural igual que Ayotzinapa. No existen otros textos en nuestra revisión que realicen esta operación.
Sin embargo, el discurso unificante de una identidad movilizadora la encontramos en uno de los discurso finales de la Asamblea Interuniversitaria que delega su representación en el mitin de la movilización del 1 de diciembre a la Asamblea de Posgrados:
Rechazamos que Peña Nieto pretenda ser Ayotzinapa, cuando decimos que “todos somos Ayotzinapa” somos los de abajo mostrando nuestra solidaridad contra el ataque de los de arriba: El Estado. Cuando decimos “todos somos Ayotzinapa” no pensamos que el Presidente esté entre esos todos, estamos diciendo que él es responsable. Cuando gritamos y puteamos con todo el dolor y coraje de nuestro corazón que “todos somos Ayotzinapa” no estamos incluyendo al presidente de la república ni a sus corifeos que lo adulan. Cuando declaramos que “todos somos Ayotzinapa” es un grito que exige justicia y castigo a los culpables.
A ti pueblo de México, te decimos que claro que tenemos propuestas. La propuesta es que nos organicemos para decirle basta a los explotadores y a los vividores que nos gobiernan, explotan, desaparecen, golpean y asesinan. No representan a este pueblo. El movimiento ha ganado la legitimidad suficiente, en un clamor que debe de crecer cada vez más ante la inacción de los ricos y poderosos en el poder. Ellos son el problema.[68]
Emerge en todos estos discursos, mucho más claro que en las anteriores fases, un discurso antagonista, que presenta como contradicción la acción dominante con una identidad aglutinadora y antagónica de “los de abajo”. Las operaciones ideológicas que constituyen el discurso antagonista cierran además con una contradicción esencial e irresoluble contra “el Estado”. Se denuncia su falta de representación, tema reiterado, pero también reivindica que la consigna “todos somos Ayotzinapa” es un tipo de autoidentificación no sólo solidaria, sino en la que se comparte la subordinación y el dominio.
Es cuando todo el movimiento cesa. Como dice un testimonio: “así como todo vino, así se fue”. En las dos semanas siguientes a la enorme movilización del 20 de noviembre, las asambleas se desactivan una a una.[69] Las protestas convocadas para el 1 y 6 de diciembre son cada vez más pequeñas. Los militantes de las asambleas buscan desesperadamente acuerdos y propuestas para reanimar al movimiento, o reactivarlo una vez pasado el ciclo vacacional de diciembre de ese año. Sin embargo, la multitud estudiantil abandona las asambleas, la acción colectiva de protesta y a los sujetos y grupos militantes, que miran impotentes, cómo el enorme movimiento se disuelve, terminando el ciclo extraordinario de participación e impugnación popular y estudiantil. La represión y el miedo, la falta de horizonte estratégico, el anuncio gubernamental sobre los cuerpos de los normalistas, el agotamiento del repertorio de acción, la división de la asamblea interuniversitaria, la falta de organización intra-asamblearia, son todas posibles explicaciones de tan radical desmovilización. Sin embargo son todas hipótesis. Lo que es evidente es que el ciclo multitudinario termina abruptamente.
Nuestro minucioso recorrido ha seguido la trayectoria de politización y significación, de las formas de enunciación de los estudiantes, en torno de quien se va convirtiendo su adversario: el Estado. Ello ha implicado no sólo el análisis discursivo, sino también las prácticas políticas de subjetivación, que van integrando, de manera siempre inestable y multipolar un movimiento sociopolítico, un sujeto colectivo del que emana la impugnación contra el régimen, el Estado y la clase política. Podemos afirmar claramente que esas formas de atribución de sentido se originan en la indignación y se transforman en un antagonismo abierto, crítico del presidente de la República en particular y del Estado mexicano en general, ambos representaciones de las elites dominantes en el país.
La trayectoria que hemos descrito se polariza dinámicamente con la interacción contenciosa con los actores gubernamentales. Esta dialéctica, acrecienta conforme pasan las semanas a la indignación y el antagonismo, entendidos estos como secuencia ascendente pero también como fenómenos simultáneos: sentimiento moral de juicio y condena por un lado y orientación práctica y discursiva de impugnación y confrontación por el otro.
El discurso y significaciones antagonistas solo pueden emerger en el efervescente contexto de la acción colectiva multitudinaria. Disposición a actuar de miles de estudiantes que los militantes no pueden provocar ni controlar. La indignación y la disposición a actuar se produjeron de manera infrapolítica, extendiendo el concepto para explicar el fenómeno. Si la dialéctica conflictiva entre los estudiantes y los actores institucionales se alimenta por las contradicciones estatales, sus errores, y torpezas, la dialéctica entre militantes y multitud estudiantil necesita de los vínculos deliberativos y prácticos de la protesta y la acción colectiva para crear una potencia como sujetidad política.
Si la militancia en tiempos ordinarios siempre intenta provocar el fenómeno de la participación multitudinaria, pareciera que al analizar el tiempo extraordinario de la movilización estudiantil que se rebela, esta parece desbordar los planes, capacidades y horizontes de los propios militantes. A su vez, la multitud aparece repentinamente con la necesidad práctica del cúmulo de saberes, memoria, experiencia y comprensión intelectiva de los militantes, que han sido forjados en luchas anteriores y por la persistencia de la organización. La multitud no logra rebasar, sustituir o volver prescindibles a los militantes, pero tampoco necesariamente se subordina a los horizontes de los grupos organizados; además, les abandona en la acción colectiva por razones que necesitan profundizarse e investigarse. Entre espontaneísmo y vanguardia parece necesitarse de múltiples mediaciones y matices para entender la compleja relación entre militantes y multitudes, muy lejos de poder explicarse en una dicotomía caricaturizada dirigentes- dirigidos, cuestionando la utilidad de ambas nociones.
La constitución de discursos antagonistas, es un complejo y multifactorial proceso de politización-significación, de un campo de disputa y atribución ideológica de sentidos, en este caso, a la explicación de las condiciones y causas de un acontecimiento terrible como la desaparición de los jóvenes normalistas. La política asamblearia, es un nodo de producción de sentido, pero como hemos visto, las acciones de propaganda y difusión de grupos militantes específicos, la narrativa producida por los acontecimientos, la interacción conflictiva con el estado, los sentimientos, emociones y experiencias previas de la multitud estudiantil, todo en conjunto, va ordenando y condicionando la deliberación en las asambleas. Dicho microcosmos político, aunque con influencia importante de los militantes, dista mucho de poder ser comprendido exclusivamente por la deliberación racional, si no necesariamente a través de la práxis constitutiva donde intervienen dicha multiplicidad de elementos.
En su contenido, las acciones de protesta son símbolos discursivos muy poderosos y los discursos explícitos, constructos que embrionariamente ya contienen elementos antagónicos desde la fragmentación expresada individualmente en las redes sociales hasta la compleja formulación de análisis y crítica asamblearia de las formas de dominación estatal. Los estudiantes las analizan como las relaciones articuladas del crimen organizado, la corrupción y la clase política; el carácter elitizado y partidocrático del régimen, así como su eminente orientación represiva y neoliberal. La caracterización del Estado mexicano, su régimen político, se vuelve fundamental en el proceso de movilización y protesta porque se le ha señalado como responsable de lo sucedido, por lo que los mecanismos, dispositivos y formas de su funcionamiento se vuelven imprescindibles de comprender.
Esta caracterización polifónica del estado mexicano y de la clase política o el presidente como adversarios políticos de los estudiantes, no puede comprenderse sólo desde el análisis lingüístico de los discursos específicos, sino primordialmente del marco sociopolítico desde donde se producen. Por ello acción colectiva y producción discursiva no son lógicas independientes sino trayectorias entrelazadas como un rizo. Para comprender la formación de discursos antagonistas tuvimos que recorrer la secuencia de acontecimientos políticos. Las operaciones discursivas de crítica y desnaturalización; de juicio y deslegitimación están siempre presentes en el recorrido que hemos hecho, pero se van sofisticando a lo largo de la protesta, la deliberación asamblearia, la información sobre el acontecimiento de la desaparición y la acción contenciosa frente al Estado.
En el proceso, emergen de manera muy rápida, espacios de auto-organización muy importantes que hablan de una potencia enorme de constitución de poder para la movilización y la protesta. Las asambleas y todos los dispositivos organizativos para la acción colectiva en la calle demuestran de manera intensa las capacidades, que aunque en proceso e inestables, formulan una potencia multitudinaria que impresiona a sus propios protagonistas. La multitud se asombra y se entusiasma de sus propias capacidades al estar reunida y los militantes al participar como parte de ella, resignifican su propia militancia política, sus alcances y límites. El acontecimiento de la inesperada, intensiva y emergente constitución de un nosotros subjetivante, provoca asombro, alegría y motivación pero también radicalización, empoderamiento y con ello, profundización del conflicto.
No obstante, mientras las capacidades de impugnación, señalamiento y crítica son muy poderosas, un enorme desfase entre su capacidad como intelecto colectivo y su capacidad sujética de autoconstitución, emerge como contradicción del proceso. Al constituir un sujeto inter asambleario con una débil capacidad de autoregulación, las difíciles condiciones de la movilización y el conflicto indirecto frente al estado, terminan por erosionar con facilidad y rapidez la auto dirección del movimiento. Mientras la potencia del movimiento para la acción colectiva y para la intelección del funcionamiento del régimen se articulan de manera poderosa, su capacidad de autoconstitución como sujeto interasambleario es muy frágil; y débil es la estabilización de formas constitutivas de la participación estudiantil que perduren en el tiempo con una muy limitada capacidad de autoafirmación, que se desvanece casi de inmediato por la multitud y sólo perdura en la acción militante.
Queremos destacar que ni sujetos específicos como liderazgos ni organizaciones o corrientes protagonicen o destaquen en el proceso, sino que sean las asambleas quienes son la referencialidad y potencia de la movilización estudiantil. La asamblea, a pesar de sus fuertes contradicciones es la forma de hacer política que caracteriza a este movimiento sociopolítico. La debilidad crónica de auto-institución y auto-regulación del movimiento estudiantil mexicano, aparece como exacerbación ideológica más de la militancia que de la multitud y de una pugna por las tácticas y estrategias de acción así como de la dirección política del movimiento que obstaculizan formas de relación de largo aliento. La efímera participación multitudinaria –como muchos de los movimientos sociopolíticos- abre preguntas insoslayables para el cambio social y la lucha política.
Ayotzinapa ha sido un nodo de efervescencia multitudinaria; una inflexión, un tiempo extraordinario que a pesar del terror y la tragedia, provocó el compromiso y la identificación con las víctimas de una fuerza violenta que se ha impuesto en todo el país y cuyo dominio fue impugnado, señalado, denostado y desnudado. El cúmulo de agravios recientes, la memoria histórica sobre el partido gobernante y en especial la crueldad y brutalidad de la violencia ejercida contra los jóvenes normalistas generó uno de los procesos de movilización popular y estudiantil más intensos de las últimas décadas y significó un ciclo de politización para miles y miles de jóvenes que en sus asambleas no sólo quisieron crear las condiciones para que nunca algo así se volviera a repetir. También, por unos instantes, efímeros e intensos, miles de estos jóvenes comenzaron a avizorar, a construir un horizonte más allá de la decadencia y descomposición del régimen político. La indignación generalizada demostró que a miles, millones de personas, les importa la muerte y la desolación impuestas en México. Pero el antagonismo y combatividad estudiantil lograron hacer que la rabia se convirtiera en señalamiento y condena, en crisis e impugnación del poder.
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[1] Retomamos aquí algunas de las nociones relacionadas al concepto de antagonismo que Modonesi constituye en El principio antagonista. Marxismo y acción política.
[2] Aunque también en muchos movimientos, la acción colectiva multitudinaria, emerge como respuesta al llamado explícito a la acción o como reacción a las acciones iniciadas por otros actores subalternos y no como reacción a la de los poderosos. Estamos hablando por ejemplo del llamado de la Plataforma Democracia Real que detonaría la formación del movimiento de los indignados en España en 2011; la acción de desobediencia de Rosa Parks al negarse a darle el asiento a un pasajero blanco y el llamado de la National Association for the Advancement of Colored People a las primeras acciones del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos; la organización del Ejército Zapatista de Liberación Nacional convocando a las comunidades al alzamiento desde 1992, y la insurrección indígena de 1994 con el posterior movimiento nacional de la sociedad civil por una paz justa y digna; la convocatoria a movilizarse de la Confederación de Estudiantes en Chile que desarrolla el movimiento estudiantil en 2011; el llamado de la Asamblea de Movimientos Sociales en el Foro Social Mundial que resulta en la mayor movilización cuando 45 millones de personas se movilizaron el 15 de febrero de 2003 en contra de la invasión norteamericana a Irak. La convocatoria virtual a acampar que forma el movimiento Occupy Wall Street en 2011.
[3] Hay que recordar la decisión de imponer el estado de sitio por Fernando De la Rúa en Argentina con el alzamiento argentino de diciembre de 2001; la decisión de privatización del agua en Cochabamba por Hugo Banzer con la firma del contrato con la multinacional Betchel en 1999 y la guerra del agua en 2000; las acciones de Jorge Quiroga y Gonzalo Sánchez de Lozada sobre el gas en 2002 y 2003; el decreto de la dolarización de la economía el 9 de enero de 2000 por Mahuad en Ecuador con el posterior levantamiento indígena, todas ellas presididas por fuertes ciclos de movilización popular; las acciones de represión contras los estudiantes franceses que culminan en la noche de las barricadas a finales de abril y comienzos de mayo en Francia del 68, con el posterior movimiento estudiantil y de los trabajadores; la acción policiaca en las que termina 2 jóvenes muertos en octubre de 2005, en la Francia de Chirac que provoca una revuelta juvenil; el asesinato en Grecia de Alexis Grigoropoulus de 15 de años de edad que provoca una revuelta juvenil, estudiantil en 2008 a la que se unen incluso presos de todas las cárceles.El decreto presidencial expropiatorio de octubre de 2001 que despojaba de sus tierras al Pueblo de San Salvador Atenco con el movimiento campesino posterior; el decreto expropiatorio de 2003 de tierras ejidales en Cacahuatepec para la construcción de la Presa La Parota con el movimiento campesino posterior; los arrestos masivos de población homosexual en 1971 en San Francisco y el asesinato de Harvey Milk y los disturbios de la noche blanca en reacción al veredicto sin culpables del asesinato en 1979; el anuncio televisado de la presidenta Michel Bachelet anunciando cambios en la educación chilena con el movimiento estudiantil posterior conocido como Revolución de los Pingüinos en 2006. En todos ellos, la forma, modo, estilo, y procedimiento de la decisión y discurso es altamente polémica.
[4] En México, hay algunos ejemplos: el famoso ataque a la escuela nacional preparatoria no 1 en julio de 1968 en México con el posterior movimiento estudiantil; la represión al plantón magisterial el 14 de junio de 2006 en Oaxaca por el gobernador Ulises Ruiz, que desemboca en el alzamiento popular de la Asamblea Popular de Pueblos de Oaxaca; la violenta acción policial contra pobladores de San Salvador Atenco en mayo de 2006, con la respuesta de movilización nacional e internacional.
[5] Una trayectoria equivalente sería la de la emergencia del movimiento por la paz con justicia y Dignidad, encabezado por Javier Sicilia en 2011. Véase en esta misma compilación el trabajo Sin embargo, el seguimiento de los acontecimientos y detalles de los asesinatos podemos afirmar no tienen comparación alguna. La masacre de Acteal tiene un seguimiento mediático similar, aunque en condiciones más restringidas en 1997 de medios abiertos, redes digitales inexistentes. Por supuesto la masacre de Tlatelolco, sólo pudo contar con detalles y seguimiento años y décadas después.
[6] Parametría. Encuesta Nacional en vivienda. Del 25 al 29 de octubre de 2014. http://www.parametria.com.mx/carta_parametrica.php?cp=4707 revisado el 11 de febrero de 2017.
[7] Entrevista con Ernesto Armada. Integrante de la Asamblea de Posgrado de la UNAM.
[8] Entrevista con Atzelbi Hernández. Ex integrante de la Asamblea de la Facultad de Filosofía y letras de la UNAM.
[9] Minuta Asamblea de estudiantes del Posgrado de Estudios Latinoamericanos. 15 de octubre de 2014.
[10] Entrevista con Yara Almoina. Integrante de la Asamblea de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. 29 de diciembre de 2016.
[11] Entrevista con Max Alcántara. Integrante de la Asamblea de la Facultad de Ciencias de la UNAM. 28 de diciembre de 2016.
[12] La masacre de Tlatlaya, perpetrada el 30 de junio de 2014, atrajo la atención nacional por el supuesto enfrentamiento entre sicarios y militares en un municipio del Estado de México. Las posibles ejecuciones extrajudiciales realizadas por elementos del Ejército Mexicano se convirtieron en un escándalo nacional, por la alteración de la escena del crimen, la siembra de armas y en especial las investigaciones de la prensa internacional realizadas por Associated Press y la revista Esquire. Véase “Tlatlaya: la orden fue abatir” informe elaborado por el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez.
[13] Las demandas de la Asamblea Nacional Representativa de la CNTE reunida el 28 de septiembre de 2014, formulan demandas políticas muy claras: Alto al Terrorismo de Estado y a la criminalización de la protesta social. Castigo a los autores materiales e intelectuales de estos asesinatos. Destitución y juicio político a Ángel Aguirre Rivero, Gobernador del Estado de Guerrero. Encarcelamiento y juicio político al Presidente Municipal perredista de Iguala, Guerrero, José Luis Abarca Velázquez, por ordenar el asesinato de normalistas y civiles en su jurisdicción. Destitución y juicio político a Felipe Flores Velázquez, Secretario de Seguridad Pública de Iguala, Guerrero. Destitución y juicio político a Iñaky Blanco Carrera, Procurador General de Justicia del Estado de Guerrero. Libertad inmediata e incondicional a los estudiantes y egresados detenidos de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”. Presentación con vida de todos los normalistas detenidos desaparecidos. Alto a las órdenes de aprehensión contra los estudiantes normalistas y luchadores sociales. https://cnteseccion9.wordpress.com/2014/09/30/acuerdos-asamblea-nacional-representativa-cnte-280914/ Revisado el 10 de febrero de 2017.
[14] Los convocantes son: #mas de 131 (UIA), Bloque Rosa, Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria OP, Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (CILAS), Colectivo de Abogados Zapatistas, Colectivo de Lucha Estudiantil Zaragoza, Colectivo de Resistencia Estudiantil 10 de junio UAMX, Colectivo Gavilán (Iztapalapa), Colectivo RATIO, Comité 68 Pro Libertades Democráticas, Comité Estudiantil Metropolitano, CGH- Ho Chi Min, Conciencia Revolucionaria- Escuela Superior de Economía (IPN), Coordinadora Estudiantil Politécnica ESIA-ESEO-IPN, Frente Autónomo Audiovisual, Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (Atenco), Frente de Pueblos del Anáhuac-Tláhuac, Frente de Pueblos en Defensa de la Madre Tierra (San Francisco Xochicuautla), Frente Popular Francisco Villa Independiente-UNOPII, HIC, jóvenes en resistencia alternativa, Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior (MAES), Movimiento por la paz con justicia y Dignidad, Movimiento de Trabajadores al Socialismo (MTS), Nueva Central de Trabajadores en México, Programa de Interculturalidad y Asuntos Indígenas-UIA; Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), Sindicato de la Unión de Trabajadores del Instituto de Educación Media Superior (SUTIEMS), Sindicato Único de Trabajadores de la UACM (SUTUACM); Telar de Raíces, Tejiendo Organización Revolucionaria, Unión Popular José María Morelos y Pavón.
[15] La viralización, entre los manuales de redes sociales y el llamado cyberactivismo puede definirse como el número de impactos en terceras personas generados por un usuario, en especial, provocando que cierto porcentaje de los impactados reproduzcan el contenido inicial publicado.
[16] Debido al efecto multiplicador, con base al número de contactos que cada usuario que publica la convocatoria original, podemos inferir que la información potencialmente podría ser vista por entre 176,500 y 529,500 usuarios de Facebook, por lo que su relevancia es evidente.
[17] Españolización del término inglés “to post” (se puede traducir como: enviar, publicar, mandar). Postear es la acción de enviar un mensaje a un grupo de noticias, foro de discusión, comentarios en sitio web o un blog, en este caso, una publicación de Facebook o en Twitter, etc.
[18] Regresaremos sobre las operaciones ideológicas más adelante.
[19] Siguiendo la definición de James C Scott, son los gestos, símbolos y resistencia subterránea de los dominados que no llega a articular un discurso público ni acción explícita frente a los dominadores. Nos parece que la indignación, malestar y enojo es “infrapolítica” en tanto no se expresa como acción colectiva sino como repudio individualizado. No como discurso común sino como opinión. Véase. Scott James C., 2000, Los dominados y el arte de la resistencia. México. ERA.
[20] Puede estar influida también por el cambio en la percepción sobre la estrategia de la guerra contra el narcotráfico impulsada desde el sexenio de Felipe Calderón. Al término de su mandato, a diferencia de 2006 cuando inicia dicha estrategia, la opinión pública dudaba de la estrategia: en 2010, el 51.2% de los encuestados creía que el crimen iba ganando y sólo el 23.6% le daba la victoria al gobierno federal y en 2011 el 57.9% de los encuestados a nivel nacional creía que la estrategia de lucha contra el narcotráfico debía cambiar. http://www.redpolitica.mx/nacion/felipe-calderon-desoyo-opinion-publica-gano-el-narco revisado el 10 de febrero de 2016.
[21] Para los siguientes apartados hemos revisado y sistematizado 53 minutas y documentos de cinco asambleas estudiantiles en el periodo estudiado que va del 26 de septiembre al 6 de diciembre, de los archivos de documentos públicos de esos espacios. Estas son la Asamblea de Posgrado UNAM, las asambleas de las facultades de Ciencias, Ciencias Políticas y Sociales y Filosofía y Letras así como el espacio asambleario del Colegio de México. El análisis de esta sección es de carácter cualitativo. Para su desarrollo se utilizó un muestreo no probabilístico de tipo intencional por cada asamblea, realizándose entrevistas semiestructuradas de acuerdo a los objetivos, antecedentes e hipótesis que desarrollamos. En la muestra se consideró sujetos partícipes clave, contando con cinco entrevistados cara a cara, todos de grupos militantes, y actores clave en la formación, conducción y acción de las asambleas estudiadas. A ello se agregó el seguimiento hemerográfico en los diarios La Jornada y El Sur en el periodo del 26 de septiembre de 2014 y hasta enero de 2015.
[22] La movilización del 8 de octubre se convierte en una jornada de protestas en 64 ciudades: Berlín, Buenos Aires, Chilpancingo, Chihuahua, Lázaro Cárdenas, Guadalajara, San Cristóbal de las Casas, Mérida, Querétaro, Ciudad Juárez, Ciudad de México, Zacatecas, Tlaxcala, Oaxaca, Playa del Carmen, Tuxtla Gutiérrez, Orizaba, Tijuana, Monterrey, Cuernavaca, San Cristóbal de las Casas, León, San Francisco, Guanajuato, Barcelona, Villahermosa, Salina Cruz, Aguascalientes, Xalapa, Morelia, Valladolid (Yucatán), Torreón, Tecpan de Galeana, Tuxpan, Cancún, Puebla, Mazatlán, Chicago, Madrid, Durango, San Luis Potosí, Toluca, Londres, Pachuca, Chihuahua, Hermosillo, Tehuacán, Culiacán, Nueva York, Irapuato, Poza Rica, Chetumal, Acapulco, La Paz, Tepic, Los Ángeles, Montreal, Comitán, Tapachula, Palenque, Motozintla, Ocosingo. En algunas ciudades hay convocatorias múltiples. http://www.animalpolitico.com/2014/10/hoy-es-la-marcha-nacional-por-la-desaparicion-de-normalistas-de-ayotzinapa-sedes-y-horarios/ revisado el 11 de febrero de 2017.
[23] Participan además del núcleo de activistas universitarios: Serapaz, Centro de DH Pro Juárez, Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, Fundec-Fundem, Fundar, Católicas por el Derecho a Decidir, Comité Cerezo, Observatorio Ciudadano Contra el Feminicidio, El Sindicato de Trabajadores de la UACM, en coordinación con el centro de Derechos Humanos de la Montaña de Guerrero Tlachinollan entre muchos organismos y colectivos más. http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2014/10/06/crean-53-ong-plataforma-de-solidaridad-con-normalistas-de-ayotzinapa-3048.html revisado el 11 de febrero de 2017.
[24] Cifras y estimaciones comparadas del Gobierno de la Ciudad de México, Sin Embargo, Emeequis, La Jornada y Quadratín.
[25] La Asamblea se crea con la participación de 53 organizaciones especialmente de Guerrero, pero en las siguientes sesiones acuden movimientos de varias partes del país.
[26] Minuta de acuerdos de la Asamblea estudiantil de la FFyL. Ciudad Universitaria, 01 de octubre de 2014.
[27] Para este análisis, nos hemos apoyado parcialmente en algunos elementos del análisis del discurso. Hemos combinado la postura de Pierre Bourdieu de enfatizar el contexto de producción discursiva, más que el microanálisis linguistico. También realizamos una distinción importante, derivada del análisis crítico del discurso propuesto por Teun A. Van Dijk, entre el discurso dominante y los discursos de los movimientos sociopolíticos y su carácter antagónico. Proponemos a partir del análisis de este autor, que para analizar las operaciones ideológicas de los movimientos sociopolíticos, debe considerarse la radical asimetría de poder entre las clases dominantes y dichos movimientos que constituyen discursos de impugnación, crítica y deslegitimación de esos poderes. Sobre ello hacemos explícitas las operaciones analíticas en la tercera sección de este trabajo. (Van Dijk, 1999a, 1999b) (Bourdieu, 1985)
[28] Minuta de acuerdos de la Asamblea estudiantil de la FCPyS. 29 de septiembre de 2014.
[29] Minuta de acuerdos de la Asamblea estudiantil de la FFyL. Ciudad Universitaria, 01 de octubre de 2014.
[30] Pronunciamiento de las organizaciones sociales. Texto leído por el músico Rubén Albarrán (Café Tacvba) y el actor Daniel Giménez Cacho, a nombre de 131 organizaciones de la sociedad civil.
[31] Estudiantes de CCH Azcapoztzaclo, Sur, ENP no 2,3, Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía-IPN, Escuela Nacional de Trabajo Social, ESIME-Zacatenco-IPN, Facultades de Arquitectura, Ciencias, Ciencias Políticas y Sociales, Economía, Filosofía y Letras, Ingeniería, Psicología, Química, FES Aragón, Zaragiza, UAM Xochimilco, UPIICSA-IPN
[32] Minuta de acuerdos de la Asamblea Interuniversitaria. 10 de octubre de 2014. Los destacados son nuestros.
[33] Asamblea de la Facultad de Ciencias, UNAM. Martes 7 de octubre de 2014.
[34] Minuta Asamblea de estudiantes del Posgrado de Estudios Latinoamericanos. 15 de octubre de 2014.
[35] El cálculo proviene de los resultados de las votaciones a favor y en contra de los paros universitarios. En el caso de la Facultad de Medicina su acta dice los siguientes resultados: a favor de un paro de 24 horas (1828 votos) en contra (702) probablemente en plesbiscito. La Asamblea de la Facultad de Ciencias políticas y Sociales registra en asamblea la asistencia total de 1883 estudiantes, de los cuales 480 votaron en contra y 1353 a favor. Otras asambleas más pequeñas por el tamaño de su propia comunidad académica, registran también cientos de participantes, como en el caso de Posgrado donde acudieron hasta 500 estudiantes o el espacio asambleario del COLMEX que osciló entre 150 y caso 300 participantes, lo que implica casi el 80 % de la plantilla estudiantil. En todos los casos, los paros se aprueban con porcentajes mayores al 70% de la votación presencial o en urnas.
[36] Entrevista con Yara Almoina. Integrante de la Asamblea de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. 29 de diciembre de 2016.
[37] Entrevista a Israel Solares. Integrante de la Asamblea Estudiantil del Colegio de México. 27 de enero de 2017.
[38] Entrevista con Max Alcántara. Integrante de la Asamblea de la Facultad de Ciencias de la UNAM. 28 de diciembre de 2016.
[39] Acción colectiva de protesta en el sistema de transporte colectivo metro, del tren subterráneo en Ciudad de México, donde activistas abren las puertas del transporte público para acceder sin costo a los transeúntes. Se acompaña de discursos en altavoces , pancartas y consignas en las entradas del metro, especialmente en los torniquetes. El metro popular es parte de las acciones colectivas que emergieron en las protestas llamadas “posmesalto” de diciembre de 2013. Aunque es parte de un repertorio de acciones más antiguo. Véase una breve descripción de ese ciclo de movimientos en: “Disidencias juveniles y medios digitales en México: ¿una coyuntura con elementos de futuro para la participación política?” de Juan Manuel Avalos González
[40] Entrevista con Max Alcántara. Integrante de la Asamblea de la Facultad de Ciencias de la UNAM. 28 de diciembre de 2016
[41] Acuerdos de la segunda Asamblea interuniversitaria en solidaridad con Ayotzinapa, Ciudad Universitaria, 17 de octubre.
[42] http://www.jornada.unam.mx/2014/10/16/politica/006n2pol
[43] Puede verse el discurso y mitin en https://www.youtube.com/watch?v=o4uRU2uOjwA
[44] Acuerdos de la segunda Asamblea interuniversitaria en solidaridad con Ayotzinapa, Ciudad Universitaria, 17 de octubre.
[45] Comparativo de noticias en los diarios El Sur y La Jornada en el periodo entre el 6 y 22 de octubre de 2014.
[46] Declaración de organizaciones de la sociedad civil. Ayotzinapa: responsabilidad de Estado. 22 de octubre de 2014.
[47] http://rexiste.org/post/107326632417/pinta-monumental-fue-el-estado-en-el-zócalo-de
[48] Por ejemplo la revista Proceso: http://www.proceso.com.mx/385551/fue-el-estado-clamor-en-las-calles-del-pais-por-desaparecidos-de-ayotzinapa
[49] Relatoría y acuerdos de la Asamblea General de Posgrado. Realizada el martes 11 de noviembre de 2014.
[50] Texto: “A la comunidad internacional” Asamblea de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ciudad Universitaria a 24 de noviembre de 2014.
[51] Pronunciamiento y plan de acción de la tercera Asamblea interuniversitaria. 24 de octubre, Facultad de Ciencias UNAM.
[52] se refiere a una radicalización con orientación ideológica de izquierda.
[53] Entrevista con Max Alcántara. Integrante de la Asamblea de la Facultad de Ciencias de la UNAM. 28 de diciembre de 2016.
[54] Algunos de estos son: Posgrados UNAM (24 hrs.), Facultades de Ciencias (72 hrs.); Ingeniería (48 hrs.); Medicina, Veterinaria y Zootecnia (24 hrs.); Medicina (24 hrs.); Odontología (24 hrs.); Química (24 hrs.); Ciencias Políticas y Sociales (72 hrs.); Filosofía y Letras (72 hrs.); Derecho (24 hrs.); Psicología (24 hrs.); FES Acatlán (48 hrs.); FES Iztacala (24 hrs.); Escuela Nacional de Trabajo Social (72 hrs.); Preparatorias no 2 (una semana); 3, 7, 8 (72 hrs.) CCH Sur, CCH Vallejo, UAM Cuajimalpa (48 hrs.); UAM Iztapalapa (72 hrs.); UAM Xochimilco (72 hrs.); UAM Azcapotzalco (72 hrs.) CUEC (24 hrs.) UACM Cuautepec (24 hrs.) Benemérita Escuela Normal de Maestros (72 hrs.); ENAH (72 hrs.); IEMS Cuajimalpa; FES Zaragoza; FES Aragón (72 hrs.) Universidad Autónoma de Nayarit (72 hrs.) Universidad Autónoma de Guerrero (72 hrs.) Universidad de Sonora (24 hrs.) Valladolid, Yucatán. [Tercera Asamblea General de Posgrado: en el marco de paro de actividades académicas y administrativas en la unidad de Posgrado]. Véase también http://www.jornada.unam.mx/2014/11/06/politica/007n1pol
[55] Entrevista con Max Alcántara. Integrante de la Asamblea de la Facultad de Ciencias de la UNAM. 28 de diciembre de 2016.
[56] Entrevista con Atzelbi Hernández. Ex integrante de la Asamblea de la Facultad de Filosofía y letras de la UNAM.
[57] ídem
[58] Carta de estudiantes y académicos del COLMEX. 11 de noviembre de 2014
[59] Jean Blaise Grize ha desarrollado ampliamente estos temas en “De la lógica a la argumentación” (1982).
[60] Entrevista con Ernesto Armada. Integrante de la Asamblea de Posgrado de la UNAM. 9 de diciembre de 2016.
[61] Asamblea Facultad de Filosofía y Letras. 7 de noviembre de 2014.
[62] Relatoría y acuerdos de la Asamblea General de Posgrado. Realizada el martes 11 de noviembre de 2014.
[63] Acuerdos de la Asamblea de la Facultad de Filosofía y Letras. 18 de noviembre de 2014.
[64] Entrevista con Max Alcántara. Integrante de la Asamblea de la Facultad de Ciencias de la UNAM. 28 de diciembre de 2016
[65] Universitarios de los posgrados de Antropología, Arquitectura, Artes y Diseño, Biomédicas, Bioquímica, Ciencias de la Tierra, Ciencias del mar, Ciencias políticas, Comunicación, Derechos, Química, Diseño Industrial, Economía, Estudios políticos y Sociales, Filosofía, Física, Geografía, Historia, Historia del Arte, Ingeniería, Latinoamericanos, Letras, Lingüística, Madems Historia, Madems ciencias sociales, Madems español, Mesoamericanos, Química, Sociología, Trabajo Social y urbanismo.
[66] el discurso puede verse en https://www.youtube.com/watch?v=uL7EfRUC37I
[67] Asamblea de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ciudad Universitaria a 24 de noviembre de 2014.
[68] Propuesta unificada de respuesta al mensaje de Peña del 27 de noviembre. AGP. Asamblea General de Posgrado. 1 de diciembre de 2014.
[69] La reducción de la participación en la Facultad de Filosofía y Letras se acelera después del 20 de noviembre hasta quedar un número reducido de militantes. Las asambleas de la Facultades de Ciencias Políticas y Ciencias no vuelve a reunirse. Posgrados UNAM se reduce convirtiéndose en un espacio permanente de flujos y reflujos de participación que cambia su orientación en luchas por derechos estudiantiles que hasta el momento de escribir estas líneas se sigue reuniendo. La asamblea del COLMEX, se reduce, pero se convierte en una Asociación de Estudiantes permanente, que perdura hasta hoy.