El levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional de 1994 desencadenó a nivel nacional e internacional la movilización multitudinaria de un espectro social diverso y polifónico. Redes, movimientos, organizaciones, colectivos o multitudes, generaron un proceso de acción colectiva un tanto sui generis. Alrededor del zapatismo armado se constituyó un extraño sujeto polimorfo. Este trabajo trata de explicar la emergencia, composición, el repertorio de acción y el proceso de subjetivación política de ese sujeto múltiple, difícil de caracterizar y de representar, incluso, categorialmente. Intentaremos ubicar algunos de sus procesos emblemáticos en las coordenadas de los conceptos de antagonismo y emancipación desarrollados por Modonesi,[2] apoyándonos para su comprensión en la categoría de “multitud urbana zapatista”; debido a su extensión y complejidad nos centraremos en el fenómeno de movilización en el ámbito urbano de la Ciudad de México.
Millones de personas se han movilizado y organizado en respuesta al movimiento representado por el ezln. Dicho fenómeno y proceso ha sido parcialmente soslayado en los numerosos estudios referentes al zapatismo. La llamada “sociedad civil”,[3]apareció como un actor de apoyo, como multitud anónima en las calles, como sujeto múltiple e indefinido en las acciones convocadas por el propio zapatismo. Sin embargo, a partir de la comprensión de dicho proceso, de sus potencias, límites y contradicciones, así como de sus historias, puede llegar a entenderse mejor no sólo al zapatismo mismo sino también a la izquierda no institucional, a los movimientos sociales y su compleja y zigzagueante relación y composición. Sostenemos que en el periodo que estudiamos existió una mutua determinación entre el ezln y ese sujeto múltiple, que por diversas razones, durante un lapso importante de tiempo, fue denominado “sociedad civil” (1994-2001). Posteriormente, aunque sin abandonar esta noción, dicho concepto será utilizado en menor medida por el EZLN y se irá sustituyendo cada vez más por la noción de “pueblo”, “los de abajo”, “la Otra” o “la Sexta”, para nombrar a aquellos sectores movilizados en torno del zapatismo y más allá de él (2003-2006).
En una entrevista realizada en 2003, el Subcomandante Marcos destaca que el zapatismo implementó una estrategia triple en su acción rebelde y política. Por un lado, “el fuego”, que representaría el levantamiento y el proceso organizativo armado, clandestino y político-militar del ezln, es decir, el zapatismo armado. En segundo término, lo que es la columna vertebral del zapatismo, que haría referencia “al proceso organizativo o a la forma en que se va desarrollando la organización de los pueblos zapatistas”[4] Existen numerosos estudios en relación a ambas perspectivas.[5] Es lo que Jérôme Baschet, acertadamente denomina zapatismo comunitario[6]. La tercera estrategia del zapatismo, estaría representada en “la palabra”,[7] es decir, en el proceso de vinculación, diálogo, organización y movilización con la llamada sociedad civil, esto es, el zapatismo civil, nombrado así por el propio Marcos en su conocida entrevista con Yvon Lebot[8]. La estrategia de la “palabra” implicaría a la vez el encuentro con ese actor poliformo del que hablamos, al que también llama neozapatismo:
El zapatismo armado que nace en 1994 empieza a convertirse en algo nuevo a la hora que encuentra al zapatismo civil en México y en el resto del mundo, gente que piensa como nosotros, que lucha por lo mismo pero que no está armada ni tiene un pasamontañas, pero que es igual que nosotros y de una u otra forma consideramos que comparte con nosotros el lugar del balcón que significa estar detrás del pasamontañas. Esto es lo que nosotros llamamos el neozapatismo, algo que no nos pertenece ya, que no es de Ejército Zapatista de Liberación Nacional, por supuesto que no es de Marcos […][9]
Más allá de su denominación -sobre la que volveremos-, nos interesa destacar la importancia otorgada por el propio zapatismo a su vinculación nacional e internacional con la sociedad civil. En su diálogo con Manuel Vásquez Montalbán, Marcos se refiere a esta dimensión como estratégica: “nuestra estrategia es crear movimiento, movilización, en esa sociedad civil, movimiento plural, amplio, a los lados y de arriba hacia abajo, con objetivos o con metas muy concretas”[10]. A su vez, esta relación, tiene una dimensión de horizonte emancipatorio cuando Marcos plantea que: “El ezln empieza a construir una relación con el mundo, con personas y movimientos, una relación que tiene subes y bajas pero que va a ser importante para este proceso de construcción de un referente civil y pacífico, alternativo. Una especie de ensayo de otro mundo posible que es el que se está tratando de construir en las comunidades indígenas”[11] Para el zapatismo, la emergencia de la “sociedad civil” constituye la erosión del monopolio de lo político controlado por los partidos, por lo que apuesta a desarrollar todo su esfuerzo en ese ámbito emergente de lo político desde abajo y por fuera de la institucionalidad dominante. Incluso, llega a afirmar que “La sociedad civil, es la única fuerza capaz de salvar al país”.[12]
Según Marcos, la importancia de esta estrategia desplazará al gobierno y al Ejército de cierta centralidad que hasta ese momento habían tenido para el ezln[13]. Esta idea traslada cada vez más el centro de actuación política del zapatismo de lo institucional-estatal, ubicándolo en la sociedad civil: “nuestro interlocutor no es el gobierno mexicano. Ése, como dijimos, ya no escucha. Nuestros interlocutores son ustedes, los miles y miles de personas que en México y en el mundo quieren o buscan el fin de un sistema de opresión que no es más que una guerra en contra de la humanidad”[14]. Esta faceta de diálogo con “la sociedad civil”:
Son los intentos, acabados o no, con éxito o sin éxito, con los que las comunidades del ezln tratan de construir interlocución y el diálogo[…] en la construcción de esa interlocución, en ese saber cómo es el otro y mostrarnos nosotros cómo somos, al mismo tiempo, el ezln –junto con las comunidades- está construyendo la legitimidad de su movimiento, explicando sus causas, las condiciones que lo originaron, sus formas organizativas, e invitando a cada quien no a que nos siga sino a que siga su propio camino […] La estrategia, hasta entonces, hasta donde se puede decir, es construir la legitimidad de un movimiento, conocer al otro, conocer su medio, conocer la situación a nivel nacional e internacional[15]
La vinculación y articulación del ezln con la sociedad civil tiene, entonces, una dimensión de irradiación y encuentro. Con cierta ambigüedad, para el zapatismo tal relación constituye a la vez la posibilidad de la organización a nivel nacional. Es una relación compleja:
La relación de esa sociedad civil con nosotros […] no ha sido la esperanza de que ahora sí vamos a tener un buen gobernante en Marcos o en Tacho o en David. La relación ha sido de que esta gente piensa igual que nosotros… [la sociedad civil piensa sobre el zapatismo:] está diciendo muchas cosas que yo quisiera decir, y que no puedo o no quiero o no sé la forma en que lo tengo que hacer… es una simpatía. Nosotros pensamos que esa simpatía se puede organizar, no para tomar el poder[16]
La historia de la estrategia de la palabra del zapatismo, entonces, es una historia de encuentros y desencuentros en búsqueda del impulso de convergencias nacionales ( sea como frentes populares o como redes antisistémicas o red de rebeldías); una historia por encontrar aliados sectoriales (campesinos, indígenas y otros sectores populares) y de posibilidad abierta de organizar a sus seguidores y simpatizantes, especialmente a aquellos que se identificaron de manera individual con el proyecto zapatista. Es decir, la posibilidad de movimiento, de alianza y organización con otros que, sin embargo, nunca dependió sólo del zapatismo armado y comunitario sino también de las condiciones, formas, procesos, posibilidades, límites y contradicciones de ese sujeto múltiple y polifónico. Estas dimensiones, emancipatorias, estratégicas, de irradiación, de alianza y organización con la llamada sociedad civil, hacen quizá inteligible nuestra aseveración de la mutua determinación entre ambas expresiones, el zapatismo armado-comunitario, por un lado y el zapatismo civil o neozapatista, por el otro; como plantea Ramírez Paredes:
El ezln necesita a la “sociedad civil” para trascender y realizarse; a cambio, ofrece un sueño, una identidad, una visión, unos valores, un proyecto compartido y una voz a la “sociedad civil”. Esta interdependencia exige la consolidación orgánica del zapatismo civil, pero los tiempos políticos de esta “sociedad civil” no son los mismos que los del ezln […] El desarrollo de las vertientes civil e internacional zapatistas materializa así por un lado, la posibilidad universal del proyecto del ezln y en consecuencia, la viabilidad histórica nacional, por otro, la evolución de ambas vertientes fortalece al ezln frente a su interlocutor gubernamental.[17]
Si la historia y trayectoria militar y autonómica del ezln dependen de ellos mismos anclados en su proyecto de “Ejército Zapatista”, su proyecto de “Liberación Nacional”, sólo es viable, como dice Marcos, en la medida de “poder plantear en serio la lucha nacional, sin que sea una declaración de buenas intenciones”.[18] Si la posibilidad de la lucha nacional es uno de los objetivos del ezln, y es y ha sido una estrategia permanente del zapatismo, para quien se denominó primeramente sociedad civil, ha tenido una importancia e intensidad mayúscula e histórica. El encuentro con el ezln ha significado para muchas de estas redes, movimientos, organizaciones, colectivos y multitudes, la posibilidad de transformación del país, la posibilidad de conformar frentes y convergencias amplias, la posibilidad de alianzas estratégicas, el horizonte de transformación revolucionario o democrático, el antagonismo y resistencia contra el neoliberalismo, el camino y la posibilidad de participación política alternativa, una intensa acción colectiva llena de creatividad y compromiso, y en especial, un horizonte de esperanza. De todos esos horizontes y visiones emancipatorias emergieron numerosas y potentes historias y procesos; de todos ellos también surgieron todas sus incapacidades y limitaciones como sujeto político.
Es difícil caracterizar y definir la emergencia de un movimiento zapatista civil. Frente a las críticas por utilizar la noción de “sociedad civil”, el propio subcomandante Marcos aseguraba en una entrevista que:
Por eso estamos chinga y jode que la sociedad civil y que la sociedad civil. Finalmente nos dicen: ¿Qué es la sociedad civil? No sé, pero ahí está; mira, ahí está y eso hace, y esto se mueve. Pero no le puedo decir proletariado porque hay de todo ahí, ni le puedo decir campesinado, ni puedo decir clase media, ni clase pudiente o burguesa o lo que sea, porque es un todo (…)[19]
Durante muchos años, dicha caracterización resultó dificultosa, como narra un entonces estudiante que participaba en el movimiento civil urbano en apoyo al EZLN: “El término sociedad civil aparece en ese momento y nos suma a todos. Y lo ponen en la mesa los zapatistas. Discuten unos ¿qué pedo con la sociedad civil?, ¿qué es eso, cabrón? No, no, no. Somos el pueblo organizado y sus organizaciones, la sociedad civil es un término pequeño burgués, y hegeliano”[20]. Para otros, sin embargo, el uso de la noción realmente los identificaba en sectores eclesiales y de las llamadas organizaciones no gubernamentales. Así, la sociedad civil era entendida como: “Un fenómeno donde todos empujamos a un sujeto colectivo mayor que brilló más que las pequeñas organicidades”[21]
Sin embargo, Wolfgang Fritz nos alerta respecto a la imposibilidad de usar la noción de sociedad civil en sentido empirista, puesto que la definición de lo que pertenece a ella y lo que no, carece de sentido alguno. Asimismo, afirma que exigir coherencia teórica en la utilización del concepto sociedad civil por parte del zapatismo, es un empresa inútil, ya que “esa reclamación práctico-teórica de las expresiones tan ambiguas como dignidad, humanidad y sociedad civil, ha desarrollado una irradiación tal, que ha conferido a un movimiento, en sí mismo marginal, una proyección histórico-mundial”.[22] Es decir, el uso de la categoría sociedad civil, no debería entenderse solamente de manera teórica sino también como recurso político discursivo que trata de utilizar otra forma de caracterización del movimiento múltiple, independiente de lo estatal-partidario y diverso que emerge alrededor del zapatismo, como una categoría que si bien no es del todo satisfactoria trató de ser incluyente frente a la diversidad y empleó un lenguaje nuevo frente a un fenómeno igual de novedoso. Así puede entenderse en la definición que se hace en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona:
A esa gente la llamamos “sociedad civil” porque la mayoría no era de los partidos políticos, sino que era gente así común y corriente, como nosotros, gente sencilla y humilde. […] Porque tal vez unidos con otros sectores sociales que tienen las mismas carencias que nosotros, será posible conseguir lo que necesitamos y merecemos. Un nuevo paso adelante en la lucha indígena sólo es posible si el indígena se junta con obreros, campesinos, estudiantes, maestros, empleados…[23]
De manera que, pareciera insuficiente e incluso erróneo sostener como punto de partida del análisis[24] o como plataforma teórica, la categoría inter discursiva sobre “sociedad civil” planteada por el zapatismo, y en buena medida aceptada parcialmente por varios de los sectores movilizados para su estudio empírico; para dicha investigación requerimos de cierta complejización del fenómeno de movilización en torno al zapatismo.
La mejor aproximación a ello, desde nuestro punto de vista, se encuentra en el trabajo de Leyva. Si tratamos de definir el zapatismo civil que ya hemos descrito previamente, algunas de las características más importantes postuladas por Xóchitl Leyva nos parecen apropiadas. Conjuntamente con Sonnleitner, esta autora ha definido al neozapatismo como una “red de redes políticas basadas en alianzas y convergencias ciudadanas y organizacionales tejidas en torno del ezln”, o bien como “un fluido de convergencias–con altos y bajos, con tensiones y rupturas- […] transmiten la complejidad y lo precario de las muchas imbricaciones y ligas entre las organizaciones en movimiento, los participantes individuales, así como otros actores de la sociedad civil, política y el Estado”[25]
Leyva categoriza el fenómeno de movilización como nuevo movimiento zapatista (nmz), distinguiéndolo del zapatismo armado y comunitario, y acuña el término para referirse:
[…] al frente amplio de alianzas y coaliciones surgido después del 1° de enero de 1994 a partir de la convergencia de líderes políticos, de representantes de organismos internacionales y de viejas y nuevas organizaciones populares. El nmz es una especie de red política en movimiento que sintetiza y reelabora experiencias pasadas y presentes de lucha popular, de ahí su carácter de “nuevo”[26]
Finalmente, Leyva postula también la noción de neozapatismo civil.
A pesar de ello, quizá la complejidad del fenómeno no termina de ser explicada, ya que en el caso del zapatismo civil, emergen distintos sujetos movilizados sumamente diversos, que no pueden ser caracterizados a partir de ningún sistema de englobamiento ni tampoco representados fielmente por una sola categoría analítica, dado que en los hechos no hay unidad, ni siquiera identitaria.
El sujeto múltiple o la multiplicidad de sujetos del zapatismo civil estuvo siempre en formación e integración y, como veremos, no llegó a consolidarse como sujeto nacional o estructura trasnacional. Sin embargo, varias de sus expresiones lograron consolidar redes formales tanto programáticas como identitarias. Si bien Melucci ya había alertado sobre la caracterización de los movimientos sociales como sistemas de acción multipolar y respecto a la acción colectiva como un fenómeno empírico que no es unitario[27], lo cierto es que el zapatismo civil o neozapatismo presenta características múltiples y complejas que trataremos de desglosar a continuación:
Para ejemplificar estas diferencias y delimitar nuestro propio trabajo, podemos recordar el movimiento de recuperación y de toma de tierras chiapaneco, que encabezado por el ezln, habría ocupado alrededor de 50 mil hectáreas de tierras en 1994. Este proceso de acción colectiva local de impacto y movilización en el movimiento campesino-indígena, convergió, además, en una alianza formal de numerosas organizaciones, la cual construyó plataformas de demandas en torno a la tierra. A finales de enero de 1994, este movimiento sectorial, campesino, de clase, con muchas características tradicionales, se aglutinaría en el Consejo Estatal de Organizaciones Indígenas y Campesinas (ceoic). Aunque la conformación del mismo fue efímera, su impacto se mantiene hasta el día de hoy, debido a sus reivindicaciones y al control sobre la tierra. Posteriormente, el ceoic se dividiría, en buena medida como consecuencia de la relación estratégica de reivindicación y demanda frente al Estado; varias de sus organizaciones entrarían en tensión y hasta en confrontación con el ezln, mientras otras, mantendrían relaciones de alianza o de simpatía. Leyva identifica este proceso como zapatismo agrario.[29]
Por otro lado, en 1996 el zapatismo catalizó y promovió la articulación del movimiento indígena nacional que se integraría en el Congreso Nacional Indígena (cni). El propio cni construyó el lema de ser “asamblea cuando estamos reunidos, red cuando estamos separados”. El movimiento indígena mexicano evolucionaría con un programa de acción basado en los Acuerdos de San Andrés y en la perspectiva autonómica que de ellos emana, en la movilización por su cumplimiento primero y en la constitución de autonomías de facto después, así como en la defensa de la tierra y el territorio. En su momento, el movimiento indígena articulado en el cni reunió a representaciones, organizaciones y colectivos de cerca de 40 pueblos originarios de todo el país. El cni, que se mantiene organizado hasta ahora, podría ser caracterizado sin dificultad como parte del zapatismo civil; sin embargo, sostiene una identidad y una organización propias, autónomas del zapatismo armado. Tanto en lo que respecta al movimiento campesino-indígena chiapaneco como al movimiento indígena del cni, es difícil hablar sólo de redes y convergencias, ya que a pesar de que contaron con una resonancia e influencia decisivas del ezln, ambos se estructuraron claramente como movimientos sociales con lógicas propias.[30]
Una tercera vertiente, totalmente distinta, corresponde a lo que Guiomar Rovira denomina zapatismo transnacional. Se trata de una red de solidaridad trasnacional de apoyo, difusión y multiplicación del zapatismo mexicano[31] esencialmente europea y parcialmente norteamericana, enlazada tanto con el zapatismo armado a través de alianzas formales e informales, como con el zapatismo comunal mediante procesos de solidaridad y hermanamiento entre municipios autónomos zapatistas y organizaciones y municipios europeos, campamentos, presencia civil internacional en la zona de conflicto e infinidad de acciones de protesta, denuncia y apoyo en sus países de origen. Aunque inabarcable por la multiplicidad de personas, colectivos, organizaciones, movimientos, sindicatos y hasta partidos de izquierda que integraron esta red de solidaridad transnacional, algunas iniciativas de articulación como “Europa Zapatista” o “La Sexta Internacional”, lograron aglutinar muchos de estos esfuerzos como red formal. Si un elemento cohesionador del movimiento campesino indígena a nivel local fue la lucha por la tierra, mientras en el caso del movimiento indígena nacional lo fue el programa de reivindicación autonómica plasmado en los acuerdos de San Andrés, sin ser unifactorial, en el zapatismo trasnacional, los elementos decisivos fueron, por un lado, la propuesta zapatista en relación a su concepción del poder y su carácter revolucionario alternativo, y por el otro, el proceso organizativo de base comunal orientado hacia el autogobierno y la autonomía.
Una influencia y articulación distinta sería la conformada por el zapatismo en cada estado de la República. En este sentido, el zapatismo ha tenido una reverberación decisiva en numerosas organizaciones sociales como la Asamblea Nacional de Braceros (integrada por organizaciones de Tlaxcala, Puebla, Guerrero, Oaxaca y otros); el Consejo Nacional Urbano Popular-cnuc o el Consejo Autónomo Regional de la Zona Costa de Chiapas (carzcch), por citar sólo algunos ejemplos. La Asamblea Nacional de Braceros, asumió una distancia importante de independencia frente al Estado, y en 2003 declaró hacer suyo “por unanimidad el Plan La Realidad-Tijuana y el caminar junto con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional”[32]. En el caso del carzcch, surgido en septiembre de 2006 en el marco de La Otra Campaña e integrado por campesinos y pescadores de 22 comunidades, su identificación con los valores y propuestas zapatistas radican en la autonomía y en su vinculación política y solidaria tanto con el ezln como con otras organizaciones que integraron La Otra Campaña[33]. Considerando que la influencia del zapatismo en numerosas organizaciones sociales ha sido poco estudiada, estos ejemplos sirven para identificar un enorme marco de investigación que podría explorar el impacto del zapatismo en organizaciones de los distintos estados del país y la integración de plataformas de convergencia, entre las que destacan la Asamblea Jaliscience por la Paz en Jalisco, y especialmente en Guadalajara, donde en su momento, resaltaría el elevado número de comités del Frente Zapatista de Liberación Nacional. La conformación de espacios de coordinación estatales en todas las entidades políticas del país durante La Otra Campaña también representa un signo de esta importante reverberación del zapatismo.
Sin embargo, será en Ciudad de México donde el fenómeno de movilización política adquiere otras características. Sin negar las posibilidades de influencia en organizaciones y en la formación de redes y de movimientos sectoriales, es importante destacar que en el ámbito urbano las formas de acción colectiva muestran visos “multitudinarios”. El concepto de multitud—adoptado por la filosofía política del autonomismo italiano de origen marxista de Paolo Virno[34] y Antonio Negri, entre otros—, ha generado una enorme polémica intelectual. Más allá de las fobias académicas y políticas en relación al concepto, pensamos —siempre de manera crítica— que algunos de los elementos esenciales de la “multitud” pueden ayudarnos a caracterizar el fenómeno de movilización del “neozapatismo civil” en Ciudad de México, considerando el concepto como una aproximación inacabada y como una herramienta no del todo satisfactoria para acercarnos a un fenómeno complejo, comprendiendo además lo problemático y cuestionable de la categoría.
Negri y Hardt desarrollan varias características del concepto de multitud, los cuales pueden ser observables empíricamente en el proceso de movilización del zapatismo civil urbano que tuvo lugar entre 1994 y 2006. El principal elemento está dado por la “multiplicidad de singularidades” que, movilizadas, comparten al mismo tiempo una existencia en común.[35] Nos interesa resaltar este carácter múltiple, no sólo por la diversidad de sectores participantes, sino por algo que si bien es enunciado en el esquema de Leyva no es desarrollado: el fenómeno de participación de personas sin organización ni partido y sin experiencia política previa que, aunque es visible en todas las vertientes del zapatismo civil, en Ciudad de México se presenta como una condición decisiva y masiva de participación en el mismo. Esta serie de interacciones, como “red abierta de singularidades”[36] no es la única forma de caracterizar el proceso de movilización, ya que éste se articula con formas clásicas de movilización y de acción colectiva; es necesario destacar, además, la participación y el proceso de subjetivación política de miles y miles de personas, que a pesar de que no se identifican por pertenecer a un sector social, gremio o ideología específica, y son definidas por sus enormes diferencias, convergen alrededor del alzamiento y del proyecto y propuesta política zapatistas.
Por otra parte, en la movilización del neozapatismo civil urbano, se evidencian signos importantes de auto convocatoria. Si bien muchos de los activistas y organizaciones lanzan las iniciativas de apoyo, lo cierto es que la multiplicidad en red permite que miles se sientan convocados y participen. En momentos de emergencia, frente a la violencia y la guerra no existe exactamente un centro de inteligencia o mando que realice las convocatorias sino que éstas se multiplican sin que haya un centro rector reconocibles. Aunque existentes, los liderazgos, ya sea de personas o de organizaciones y colectivos, dejan de ser importantes y la auto convocatoria adquiere tintes multitudinarios. Además, las interacciones sociales comunes en la acción colectiva en torno al zapatismo van generando una identidad común sin desplazar los modelos organizativos de la izquierda militante sino creando nuevas formas cooperativas que, sin embargo, son “irrepresentables” y se multiplican de manera rizomática.[37]
Multiplicidad, red sin centro rector e irrepresentatividad, o incluso, cierta desconfianza frente a la representación y la organización tradicional, generan una subjetivación específica que aparece embrionariamente en todos los procesos de acción colectiva de lo que llamaremos multitud urbana zapatista. A ello se agrega un elemento adicional que, si bien es visible en otros estados del país, en Ciudad de México será decisivo: la masividad de las movilizaciones. El concepto de multitud urbana zapatista (muz) constituye una noción que simplemente trata de caracterizar o de tentativamente aproximarse a un fenómeno sumamente complejo que no se manifiesta con tanto énfasis en otras vertientes del zapatismo civil ni en otros procesos de movilización que tuvieron lugar en la propia capital del país.
En suma, podemos afirmar que lo que se llamaría “neozapatismo civil” generó procesos de movilización, de organización y de participación en 1) redes transnacionales de Europa y Norteamérica; 2) el movimiento campesino-indígena en lucha por la tierra a nivel local-regional en Chiapas; 3) el movimiento indígena a nivel nacional; 4) en todo el país, a través de organizaciones y colectivos; y 5)en Ciudad de México, generando un fenómeno de articulación y movilización multisectorial, así como de una parte de la población no organizada, que en conjunto, llamamos “multitud urbana zapatista”. Analizar su integración y su acción colectiva es el objetivo de nuestro siguiente apartado.
En Ciudad de México, la movilización en torno al zapatismo se configuró a partir de, al menos, ocho vertientes que integran lo que llamamos multitud urbana zapatista. Cuando se produce el alzamiento en armas del ezln, existía un denso tejido organizativo en varios sectores que venían constituyendo procesos de politización y de movilización popular, civil, eclesial, cultural y estudiantil. El alzamiento logró que estos distintos sectores se articularan en torno al zapatismo y al conflicto chiapaneco, encontrándose, cooperando, y también, enfrentándose entre sí. A tal conglomerado o convergencia de vertientes, hay que agregar la importante participación masiva de ciudadanos de la capital en las distintas acciones e iniciativas, así como la presencia de una nueva generación de activistas que se suman al proceso sin haber militado o participado en organizaciones de izquierda o progresistas previamente. A lo largo del periodo 1994-2009, tienen lugar varios ciclos de protesta en los que las distintas vertientes que se movilizan en 1994 van mutando, mientras otras van adquiriendo protagonismo y otras, por diversas razones, desactivan su movilización alrededor del zapatismo. Si bien por razones de espacio es imposible realizar un análisis diacrónico detallado de cada una de ellas, trataremos de describirlas para explicar su desarrollo en relación al zapatismo, en tanto lleva a una configuración totalmente distinta durante el periodo de movilización que tiene lugar en 2006, en el marco de la iniciativa zapatista de La Otra Campaña.
La guerra detona un proceso de activación de las redes de organismos civiles, de un sector de las llamadas organizaciones no gubernamentales[40], multiplicadas desde los años ochenta por sectores formados académicamente, muchos de ellos ligados a procesos populares y a acciones de protesta, de movilización, así como a posiciones críticas. Las redes de organismos civiles trataban de incidir en temáticas tan diversas como son la oposición al Tratado de Libre Comercio (tlc), la promoción de desarrollo, procesos de democratización y transparencia electoral, crítica a las políticas gubernamentales, procesos de educación, formación y capacitación en temas de género, educación popular, medio ambiente, comunicación, o trabajo con sectores infantiles. A estas organizaciones hay que agregar los centros de derechos humanos creados desde plataformas religiosas o civiles, los cuales tuvieron un importante protagonismo e incidencia en la acción colectiva del zapatismo civil. Muchas de las organizaciones mencionadas se aglutinaban en la “Convergencia de Organismos Civiles por la democracia”. Su multiplicidad hace imposible contar con una descripción detallada de las mismas, destacando como núcleo más activo en torno al zapatismo la Red Mexicana Frente al Libre Comercio; Enlace, Comunicación y Capacitación; Servicios, Desarrollo y Paz; Alianza Cívica, Movimiento Ciudadano por la Democracia, Centro Nacional de Comunicación Social, Colectivo Mexicano de Apoyo a la Niñez, Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, la Academia Mexicana de Derechos Humanos o el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, entre muchos otros.[41]
Estos “organismos civiles”—como ellos mismos se denominan—, son precisamente los que se identificaron abiertamente con el concepto de sociedad civil emanado del zapatismo. Reaccionaron de inmediato, como lo hicieron muchos otros sectores, pero contando con una importante experiencia organizativa y con algunos recursos, así como con una alta incidencia mediática y resonancia internacional. El cabildeo, la observación y la elaboración de informes de derechos humanos, la denuncia internacional, la presencia civil en la zona, y en especial, el análisis sobre el conflicto, configuran la acción de esta primera vertiente, que se siente más identificada e interesada en las causas que originaron el conflicto armado interno que propiamente con el ezln. A pesar de que entre sus integrantes existen enormes simpatías hacia el zapatismo, además de seguidores del mismo, el rol desempeñado por esta multiplicidad de pequeñas organizaciones civiles tiene que ver con el diálogo que se generó entre el gobierno federal y el ezln primero, y con la situación de emergencia emanada de las múltiples crisis del conflicto después: violencia, paramilitarización, militarización, etcétera; asimismo, participaron en las iniciativas del zapatismo, asumiéndolas como parte de los procesos de democratización del país. Con la formación del Espacio Civil por la Paz (Espaz), que aglutinó a cerca de 200 organismos de esta naturaleza, lograron construir procesos estables de coordinación[42], vocería y organización. Además, fueron redes que orbitaron en torno al apoyo a la Comisión Nacional de Intermediación (CONAI), encabezada por el obispo Samuel Ruiz García.
De menor importancia mediática pero con alguna incidencia en el campo popular, durante la primera fase del conflicto (1994-1996)es necesario mencionar la participación de los Comités Eclesiales de Base (ceb) de Ciudad de México en los procesos de solidaridad, apoyo y denuncia realizados entre la población en general, específicamente a través del trabajo parroquial-barrial.[43] Adicionalmente, como parte de las estructuras eclesiales que participaron en la acción colectiva alrededor del zapatismo, o ligados estrechamente a ellas, podemos mencionar a la Comisión Justicia, Paz y Vida; la Red Nacional de la Pastoral Juvenil; el Comité de Solidaridad Monseñor Romero; el Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad con los Pueblos de América Latina, el Centro de Estudios Ecuménicos y el Centro Antonio Montesino, entre otros.
La importancia de los sectores civiles (Convergencia, ESPAZ, Asamblea por la Paz, Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, Misión Civil por la Paz, etcétera), radicó en la multiplicación y en la resonancia mediática e internacional, así como en la presión que ejercieron sobre el gobierno mexicano durante la primera fase del movimiento zapatista. En esta vertiente, la intensidad de la acción colectiva fue muy diversa para que sea posible resumirla aquí, especialmente entre 1994 y 2001. Resulta muy importante destacar que compartieron el antagonismo contra el régimen y el neoliberalismo reivindicado por el zapatismo. Este campo de subjetivación política contaba con un amplio consenso, que volverá a aparecer en otros sectores. Mientras este campo discursivo y de acción se mantuvo, ante la emergencia de la posibilidad de la guerra primero y del reconocimiento de los derechos indígenas después, las redes civiles permanecieron sumamente activas, constituyéndose en un actor significativo de la multiplicidad urbana movilizada en torno al ezln.
El primer cambio que se produce en la participación de estas redes tiene que ver con la interrupción del diálogo entre el ezln y el gobierno federal, que modifica el sentido de su acción colectiva. En este sentido, las mismas pasan de ser protagonistas y acompañantes del diálogo (1994-1996) a ser actores externos que denuncian las estrategias de contrainsurgencia contra el ezln (1997-2000), acompañando, en este mismo periodo, la demanda de reconocimiento de los derechos indígenas realizadas por el propio zapatismo. Posteriormente, concluida la Marcha del Color de la Tierra, se desvanece el horizonte de reconocimiento de los derechos indígenas como eje de acción colectiva. El acontecimiento decisivo, que marca la reorientación de la acción de las redes civiles en torno al zapatismo, es la alternancia política en la presidencia que tiene lugar en el año 2000.El horizonte de transformación o emancipatorio que estas redes compartían con el ezln era precisamente la posibilidad de transición hacia la democracia. El hecho de que dicha transición haya sido controlada por el régimen y los partidos políticos, debilitó uno de los ejes de articulación entre las redes civiles y el zapatismo, y entre los organismos civiles entre sí. Por último, el alejamiento progresivo y radicalizado del Estado que se fue operando en el ezln desde la ruptura del diálogo, y el abandono de los intentos de reconocimiento constitucional de los derechos indígenas, marcan un cambio de horizonte emancipatorio que, para muchas de estas redes de organismos, es imposible seguir. Algunas de ellas optarán por privilegiar las relaciones de incidencia y de cooperación con el Estado, mientras otras mantendrán una distancia crítica y permanecerán cerca de los sectores populares.
Diametralmente distintas, las organizaciones populares con una identidad política militante más clásica o incluso ortodoxa, también se movilizaron e integraron al zapatismo civil urbano. Reacias a reconocerse como “sociedad civil” y más bien auto identificadas como trabajadores y proletariado, estas organizaciones sociales en las que confluyeron sectores populares y de trabajadores bastante significativos, se aglutinaron en la Coordinadora Nacional de Acción Cívica para la Liberación Nacional (conac-ln)[44] en 1994. Teniendo un fuerte protagonismo y una intensa movilización callejera (que llegó a congregar entre 30 mil y 50 mil personas en la capital del país), se agrupó luego en la Coordinadora Nacional de Organizaciones Sociales Independientes (cnosi), para finalmente reunirse en el Frente Amplio para la Construcción del Movimiento de Liberación Nacional (fac-mln) entre 1995 y 1997. Aglutinó a movimientos populares u organizaciones que se denominaban así mismas “de masas”, como el Frente Popular Francisco Villa cuando era una expresión unitaria, la Sección IX de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (cnte) y, en especial, el Movimiento Proletario Independiente (mpi), cuyo núcleo principal era sin lugar a dudas el Sindicato Único de Trabajadores de Autotransporte Urbano Ruta 100 (sutaur 100); el MPI estaba integrado además por colonos del norte y del oriente de la ciudad, así como por diversos colectivos y disidencias sindicales.[45] conac-ln y fac-mln, como sus nombres lo indican, derivan directamente de las identidades e iniciativas del zapatismo, por lo que su vinculación fue estrecha, aunque sólo en el periodo 1994 – 1997.
Esta vertiente tenía una subjetivación política más clásica, anclada en el socialismo, en la lucha contra la burguesía; incluso identificaba al EZLN como vanguardia revolucionaria.[46] El zapatismo tomará distancia de la mayoría de estas expresiones políticas, llegando inclusive a la ruptura con las mismas. Por otro lado, la acción estatal represiva será la que desmantele al sutaur y a la empresa de transporte en 1995, a partir de lo cual comenzará una fase de debilitamiento del mpi que conduce hasta su práctica desaparición. En 1996, se llevará a cabo una ofensiva represiva contra el fpfv desde el entonces departamento del Distrito Federal, que determinará la detención de varios de sus dirigentes. La ofensiva represiva, junto con la discusión sobre la estrategia electoral y una posible alianza con el Partido de la Revolución Democrática (prd), provocará la ruptura del Frente Popular Francisco Villa. Una de sus escisiones, en su expresión no electoral, mantiene vínculos estrechos con el zapatismo hasta el día de hoy. Por otra parte, el paulatino debilitamiento del movimiento magisterial surgido en 1989 en la ciudad y las detenciones ocurridas en el mismo periodo, reducirán la participación de maestros en apoyo al zapatismo.
La importancia de la participación de estos movimientos, radica tanto en su masividad como en su protagonismo en las iniciativas de convergencia del ezln. La participación de la conac-ln en la Convención Nacional Democrática y del fac-mln en el llamado a la formación del Movimiento de Liberación Nacional, implicaron una actuación sumamente intensa y polémica que llevaría a la ruptura con el zapatismo. Durante la primera etapa (1994-1997), el horizonte emancipatorio será sumamente disonante entre una visión ortodoxa revolucionaria y los planteamientos heterodoxos del discurso zapatista. Un marco compartido de antagonismo frente al régimen priísta primero y antisistémico después, articulará estas vertientes con el zapatismo armado para luego desvanecerse por la represión y la disolución o fragmentación de algunas de estas fuerzas.
Por otro lado, expresiones como el fpfvi-unopii[47] en La Otra Campaña, en el marco de otras formas de participación política de corte más horizontal y mucho menos ortodoxas, dieron lugar a la construcción de una relación de enorme cercanía con el zapatismo, un campo de horizonte emancipatorio y una forma de hacer política comunes que los mantendrá entrelazados hasta ahora.
Asimismo, como parte de esta vertiente se da la participación de organizaciones del movimiento urbano popular (mup). Surgido, igual que el fpfv, de procesos de movilización y de organización de base en torno a la demanda de vivienda, muchas de estas organizaciones habían estado aglutinadas en la Coordinadora del Movimiento Urbano Popular (conamup); algunas de sus expresiones, como la Asamblea de Barrios, la Unión Popular Nueva Tenochtitlán (upnt), la Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata (uprez), la Coordinadora de Cuartos de Azotea de Tlatelolco-Unión de Cuartos de Azotea e Inquilinos Independiente (ccat-ucai),el Frente del Pueblo (fp), la Unidad Obrera y Socialista (Uníos) y la Unión de Vecinos y Damnificados 19 de septiembre (uvyd-19), se movilizan de manera importante durante la primera fase del conflicto (1994-1998). Estas organizaciones representan un denso tejido de colonos, de vecinos y de barrios de la Ciudad de México, que participan en las movilizaciones multitudinarias, discuten en asambleas la importancia del conflicto, organizan centros de acopio en sus locales y edificios, así como también caravanas hacia Chiapas, realizando, además, trabajo cultural en los barrios. Varias de ellas están ligadas al cardenismo y al Partido de la Revolución Democrática (prd). Muchas de estas expresiones se dividen, en buena medida debido a su inserción en la arena electoral.[48] Ramírez Saiz describe así el proceso que tuvo lugar en la mayoría de estas organizaciones populares:
[…] subordinaron la organización social a la dinámica de los partidos. Dichas medidas fueron causantes de la desactivación de los grupos urbano populares y de su progresiva partidización, es decir de su conversión en fracciones partidarias. Además, en su relación con los respectivos partidos, estos grupos asumieron rasgos clientelistas y corporativos, exigiendo cuotas de poder (cargos de representación popular o partidarios) y atención preferencial a sus demandas. […] Desde el punto habitacional y urbano, los efectos de la incursión electoral y partidaria de los grupos independientes no fueron significativos. Es decir, no obtuvieron logros reivindicativos y el costo orgánico pagado fue muy alto[49]
A ello hay que agregar el logro que implicó el otorgamiento y la construcción de viviendas, así como el distanciamiento de líderes populares que se alejaron para ocupar puestos públicos en la Asamblea Legislativa primero, en la Cámara de diputados y en el Gobierno del Distrito Federal después. Por ello, muchas de estas organizaciones sufrieron numerosas divisiones (especialmente la Asamblea de Barrios), lo que relativizará su importancia en la movilización zapatista. En La Otra Campaña sólo el fpfvi-unopii, Uníos y el Frente del Pueblo,[50] tienen una política intensa de participación en el proceso convocado por el ezln, alejados por completo de cualquier política partidaria. En menor medida, participaron en La Otra Campaña agrupaciones como el Colectivo de Grupos de la Asamblea de Barrios de la Ciudad de México, la Unión Socialista por un Sistema de Vida de Igualdad (ussvi) y la uprez-Benito Juárez.[51] Es digno de resaltar que, durante la primera etapa (1994-1998), los discursos de estas organizaciones sociales se centran de nueva cuenta en un antagonismo contra el neoliberalismo y contra el priísmo, mientras que en la etapa de La Otra Campaña el antagonismo se significa de manera anticapitalista y contra la clase política en su conjunto, lo que evidencia una enorme diferencia.
Una parte de varias organizaciones político-partidarias se movilizaron en torno al zapatismo: ciertas tendencias del Partido de la Revolución Democrática lo hicieron de manera efímera; el Partido Revolucionario de los Trabajadores (prt), de manera decisiva.
La aparición del ezln en la escena política nacional planteó radicales retos estratégicos y de definición para las organizaciones político partidarias. El prt, creado en 1976, había obtenido su registro federal para las elecciones de 1979 y compitió para la presidencia en 1988 con Rosario Ibarra de Piedra, un emblema de las madres de desaparecidos políticos. Al perder su registro en 1991[52] comenzó un largo proceso de disolución y división.[53] Sin embargo, al ocurrir el alzamiento en 1994, innumerables militantes de este partido se enlazaron de manera indisociable al zapatismo y la estructura que parcialmente mantenía la organización a nivel nacional se orientó por completo hacia el apoyo al ezln. Algunos de sus ex militantes serán parte del Frente Zapatista de Liberación Nacional, mientras que otros grupos que habían pertenecido al partido mantendrán su apoyo y su movilización durante muchos años. Para los ex militantes del prt, de orientación troskista y radical, ligado a las luchas populares desde la década de los setenta, no fue difícil sumergirse en el zapatismo civil como cuadros militantes.
Para el Partido de la Revolución Democrática, sin embargo, la aparición del ezln implicó una tensión interna que no alcanzó a significar el punto de crisis o la ruptura. En este sentido, especialmente entre 1994 y 1996, mantuvo la participación de algunas de sus corrientes y liderazgos muy cerca del zapatismo y, en alguna medida, ligadas a las movilizaciones del zapatismo civil urbano. El neocardenismo, articulado a numerosas personalidades vinculadas a grupos radicales en el pasado, conocidos como “rupturistas” al interior del perredismo durante este periodo, es el que estuvo más presente y apoyó el proceso de movilización social zapatista, especialmente ex integrantes de la vieja agrupación Organización Revolucionaria Punto Crítico (orpc), algunos ex integrantes del Partido Patriótico Revolucionario (prp) y del Movimiento al Socialismo, integrados en torno a la figura de Cuauhtémoc Cárdenas.[54] No obstante, el debilitamiento de las posiciones “rupturistas”, que privilegiaban la alianza con los movimientos sociales, y del propio cardenismo frente a posiciones más institucionales encabezadas por Muñoz Ledo y otras figuras que constantemente se opusieron al acercamiento con el ezln (como Jesús Ortega) al interior del prd, alejaron su participación de la movilización social en su conjunto, conduciendo hasta su práctica desvinculación no sólo del zapatismo sino de todos los movimientos sociales en general. A pesar de ello, algunas movilizaciones contra la guerra y en apoyo a los acuerdos de San Andrés, aún serán apoyadas por el PRD durante el periodo en que López Obrador ejerció la dirigencia del partido, entre 1996 y 1999. Posteriormente, tiene lugar el proceso de acceso al aparato del Estado y la paulatina institucionalización consensuada o pactada con el régimen a través de varias reformas electorales.[55] Después de la Marcha del Color de la Tierra, el ezln rompe de manera definitiva sus ya debilitadas ligazones con el neocardenismo y con el perredismo, como consecuencia del apoyo de la bancada de este partido a una ley que no reconocía los derechos y la cultura indígenas.
En el caso del PRT, algunas agrupaciones mantuvieron la sigla como identidad política, sin representar ya al proceso organizativo vivido durante los ochenta y sumergiéndose en la dinámica electoral a través del prd.[56] Aunque se integraron a La Otra Campaña, dieron un rápido giro hacia el proceso lopezobradorista que los alejaría de dicha iniciativa y del zapatismo. A pesar de ello, innumerables ex militantes del prt mantienen su militancia dentro del zapatismo civil.
Tanto en el caso del PRT como en el del PRD no puede hablarse propiamente de una participación de las estructuras partidarias, aunque muchos de sus militantes o exmilitantes se hayan involucrado en la movilización urbana zapatista.
Otras agrupaciones político partidarias de orientación trostkista, como el Partido Obrero Socialista (pos) y la Liga de Unidad Socialista (LUS), aunque en menor medida, también se vincularon al zapatismo. Desde otras perspectivas ideológicas, el Partido de los Comunistas se relacionó con el proceso de La Otra Campaña. Cabe resaltar aquí que, las visiones de antagonismo antineoliberal y anticapitalista pueden representar a todas las expresiones político-partidarias no institucionales, excepto al prd. Sin embargo, en lo que respecta a las visiones emancipatorias, toda la izquierda que podríamos denominar tradicional, con registro o sin él, suele ser sumamente contradictoria con varios de los elementos esenciales de la propuesta política zapatista, y a la vez entrando en tensión y llegando a la ruptura con el ezln y con el resto del zapatismo civil en muchas ocasiones.
Quizá el menos influido y el que menos se movilizó en torno al zapatismo fue el movimiento obrero de la Ciudad de México. A pesar de ello, algunas organizaciones sindicales se movilizaron y apoyaron al zapatismo de manera emblemática, especialmente el Sindicato Mexicano de Electricistas (sme) y el Sindicato Independiente de Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (situam). Hemos hablado ya de las expresiones del mpi, de la cut y de la cnte, todas integrantes de la movilización del zapatismo civil. En general, el sindicalismo universitario en la capital del país miró con simpatía al zapatismo y se involucró en la solidaridad (stunam, stuia, sint-cb[57]). Del mismo modo lo hicieron otras agrupaciones de trabajadores, como el sutin, el sitrajor[58] y la Cooperativa de Trabajadores de Pascual Boing. Entre 1995 y 1997, se conformó la Coordinadora Intersindical 1º de Mayo[59], que aglutinó al sindicalismo independiente y radical. Esta convergencia sindical fue la que tuvo mayor acercamiento con el zapatismo, llegando a firmar incluso una alianza formal en 1996.[60] Por otra parte, la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), conformada en torno a los sindicatos de telefonistas y de trabajadores del Seguro Social[61], integraría un nuevo polo sindical generalmente más alejado del zapatismo en 1997. La integración del Frente Sindical Mexicano encabezado por el sme, conjuntamente con la integración de la UNT, relativizarían la importancia de la Coordinadora Intersindical1°de mayo, debilitándola hasta conducir a su disolución. Pese a ello, algunos de los sindicatos mencionados mantuvieron su simpatía y sus acercamientos con el ezln. Por último, habría que destacar la participación del Comité Civil de Electricistas en apoyo al ezln, el cual junto a otros colectivos y organizaciones organizó la electrificación de varias comunidades zapatistas.[62] Cabe destacar aquí la subjetivación de algunas de estas agrupaciones, que ven al ezln como el posible aglutinador o convocante de una fuerza opositora importante y, del mismo modo que se observa en otros sectores, la subjetivación antagónica común en contra del neoliberalismo y del capitalismo.
El sector estudiantil es impactado de manera determinante por el zapatismo, siendo éste el sector en el que podemos comenzar a avizorar más claramente lo que hemos denominado fenómeno “multitudinario”, la multitud urbana zapatista. En Ciudad de México, el sector estudiantil tiene una larga tradición de estar integrado por una pléyade de colectivos, asambleas, ideologías y procesos intensos de participación juvenil. El desarrollo del zapatismo civil entre el estudiantado se lleva a cabo en dos grandes etapas: 1994-1998 y 2000-2006, separadas por el movimiento universitario del Consejo General de Huelga-cgh[64], que tiene su propia lógica pero es insoslayable en el desarrollo del movimiento estudiantil en Ciudad de México. Durante la totalidad de esta larga etapa, prácticamente todos los colectivos y organizaciones estudiantiles existentes en Ciudad de México se movilizaron de alguna manera con el ezln. Se trata de un universo de colectividades muy complejo. En cada escuela, facultad o centro de estudios, podía existir una y hasta quizá seis o más pequeñas agrupaciones universitarias o preparatorianas. Es un sector en el que las agrupaciones ya formadas se movilizan, o en el que se integran nuevas agrupaciones estudiantiles en torno al zapatismo.
Entre las agrupaciones que participaron durante la primera etapa podemos mencionar la Caravana Universitaria Ricardo Pozas, el Consejo Estudiantil Universitario (CEU-histórico), el Comité Estudiantil Metropolitano (CEM), uameros por la paz con dignidad, la Organización Política Estudiantil UAM Xochimilco, el Comité de Lucha de la Escuela Superior de Economía, el Comité Estudiantil Politécnico, la Preparatoria Popular Tacuba, la Asamblea Universitaria de la Universidad Iberoamericana, los estudiantes del Instituto Tecnológico de Monterrey, la Caravana Nacional Universitaria Ricardo Flores Magón, el Otro Colectivo UAM-x, por sólo mencionar algunos de ellos que participaron en prácticamente todas las universidades públicas y privadas del Valle de México: UNAM, UAM, IPN, UIA, CCHS, Preparatorias, ITAM, UACM, etcétera.
Es evidente el enorme impacto que tuvo el zapatismo en el sector estudiantil, cuya subjetivación política se ancló no sólo en el antagonismo sino también y muy claramente en su proyecto emancipatorio. A diferencia de los sectores civiles, eclesiales y populares, el estudiantado asumió como propios muchos de los postulados del zapatismo y, en especial, su identidad. No es exagerado decir que emergió un fenómeno juvenil zapatista de participación, movilización y organización que se extendió entre 1994 y, por lo menos, 2006.
En cada escuela y centro de estudios los estudiantes organizados en colectivos fueron, además, el vínculo o puente con los miles de simpatizantes zapatistas. Todos los testimonios y hemerografía dan cuenta de la masiva participación estudiantil. A través de cada colectivo, podían ser convocados desde 300 hasta 500 estudiantes por centro escolar, quienes más que sentirse afines a las identidades de los estudiantes organizados, se movilizaban en torno al zapatismo y a la situación de emergencia nacional que se vivía durante la primera etapa, haciéndolo a partir de la convocatoria y de la iniciativa de dichos colectivos.
Asimismo, pueden identificarse algunas expresiones no estrictamente estudiantiles, como la Brigada de Acción Juvenil por la Paz, la agrupación Juventud Antiautoritaria Revolucionaria (jar) de corte libertario y punk, jóvenes en resistencia alternativa, el Colectivo en Resistencia de Jóvenes Indígenas Zapatistas en el sur de la ciudad, todos ellos influidos de manera importante por el zapatismo. Cabe destacar la participación de los estudiantes del Frente Zapatista de Liberación Nacional en la huelga del cgh (1999-2000) y, posteriormente, en La Otra Campaña, la formación de espacios de convergencia de colectivos y de estudiantes no organizados como parte del proceso de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, entre los que se incluyen “La Otra ipn”, “La Otra uam Iztapalapa”, el “Comité por la Otra en Ingeniería”, y otras agrupaciones como el Grupo de Acción Revolucionaria (gar), la Brigada Estudiantil Zapatista (uacm) y la Casa Nacional del Estudiante. En esta segunda etapa, 2000-2006, también participan algunas agrupaciones libertarias-anarquistas, como el Colectivo Autónomo Magonista y la Cruz Negra Anarquista.[65]
Aunque la organización estudiantil en Ciudad de México es inestable y sumamente fragmentada, los intentos de convergencia en la Convención Nacional Estudiantil (1994),conjuntamente con las iniciativas zapatistas de la Consulta Juvenil por la Paz y la Democracia de 1995, fueron quizá los procesos de coordinación más importantes. Con excepción del movimiento estudiantil del cgh, no existieron procesos de convergencia relevantes del movimiento universitario. Salvo en casos excepcionales, las formas de participación estudiantil en agrupaciones político-estudiantiles más consolidadas tendieron a disolverse con el tiempo y con los ciclos escolares. La inmensa participación aglutinada en movilizaciones, festivales, foros, conferencias, campañas, consultas, caravanas, propendió a ser relativamente efímera debido a la forma propia que tiene el estudiantado. Por otro lado, algunas de las trayectorias militantes estudiadas[66] nos permiten comprender los procesos de debilitamiento y de desgaste que tuvieron lugar en el espacio microsocial de los colectivos, como el surgido en la Caravana Universitaria Ricardo Pozas a consecuencia de un excesivo e intenso proceso de participación alrededor del movimiento zapatista. O bien, de las divisiones vinculadas a los procesos electorales, que en el caso del ceu-histórico llevaron a su debilitamiento y, en el caso de uameros por la paz, por el contrario, a su fortalecimiento y a la intensificación de su participación en el zapatismo civil. Asimismo, cabe señalar el debilitamiento general de colectivos y de procesos políticos estudiantiles después de la huelga universitaria, los cuales determinan que, si bien a lo largo de la primera década del siglo xxi y al comenzar La Otra Campaña se siguen multiplicando procesos de participación estudiantil, los mismos no logren estabilizar y hacer perdurar formas organizativas importantes como ocurría durante la década de los noventa, cuando el zapatismo tenía una influencia más importante y muchos colectivos contaban con una convocatoria y una organización un tanto más fortalecida.
Resulta esencial mencionar la participación de sectores ilustrados en el zapatismo civil, en tanto fenómeno sui generis de movilización y de activismo político de sectores cuyas profesiones, artes u oficios los destacan como personalidades públicas, siendo éstos reconocidos fotógrafos, caricaturistas, artistas plásticos, poetas, bailarines, coreógrafos, escenógrafos, diseñadores, pintores, músicos, actores y actrices, escritores, periodistas y, muy especialmente, académicos. No estamos hablando aquí de sus trabajos artísticos, intelectuales o de investigación científica, sino del involucramiento directamente en el activismo y en la movilización política de muchas de estas personalidades. Entre ellos, destacan los músicos, los actores y los académicos, debido a que generaron iniciativas colectivas e integraron agrupaciones o convergencias más estables en el tiempo. Su participación, quizá como en ningún otro proceso sociopolítico acontecido en México, significó tanto la amplificación de las convocatorias públicas de acción colectiva, como el simbolismo y el respaldo de legitimidad y apoyo por parte de sectores que cuentan con una simpatía pública relevante entre ciertos conjuntos de la sociedad, además del relativo impacto mediático generado a partir de su participación individual.
La acción colectiva de músicos, especialmente de bandas de rock, conformó una lista interminable de bandas que apoyaron al zapatismo, las cuales incluyeron significativas líricas en torno al mismo.[67] En 1995, muchas de éstas se aglutinaron primero en “El Batallón de los corazones rotos”. Más tarde, en 1996, lo hicieron en el agrupamiento “Serpiente sobre ruedas”[68] y, posteriormente, en “La Bola” (1997-1998), que no sólo reunió a músicos sino también a agrupaciones estudiantiles; posteriormente se reunirían en “Paz, Baile y Resistencia” (1999-2001). A partir de estos agrupamientos, músicos de Santa sabina[69], de Maldita Vecindad, de Los de Abajo, Botellita de Jerez, Panteón Rococó, Guillotina, y solistas como Guillermo Briseño y Paco Barrios, entre muchos otros, junto a varias agrupaciones estudiantiles y juveniles, se involucraron directamente en los procesos organizativos de enormes festivales masivos de rock en apoyo al ezln. Desde los mismos, quizá más de 70 bandas mexicanas y medio centenar de bandas extranjeras participaron en el movimiento del zapatismo civil, invitando a apoyar al ezln multitudinariamente.[70] Posiblemente, éste es el sector que más simbólicamente convocó a la “multitud urbana zapatista”, en especial a los jóvenes, quienes de manera ambigua, disonante y confundida con la fiesta y el rock, se politizaron y participaron en una veintena de festivales realizados entre 1994 y 2007 en donde debieron haber acudido, en conjunto, casi 300,000 jóvenes.
Por otro lado, un sinnúmero de actores y actrices de teatro, cine y televisión, organizaron y participaron con sectores familiares y amplios de la población en decenas de acciones colectivas que incluyeron bailes, festivales artísticos, obras de teatro, colectas, campañas, videos, carteles, protestas y denuncias.[71] Aunque no existieron plataformas organizativas, se identificaron casi siempre ellos mismos como “Comunidad Artística”; cabe destacar la iniciativa “Mujeres Sin Miedo”, organización que, en el marco de la represión a San Salvador Atenco en 2006, se articuló al proceso de defensa contra las violaciones a los derechos humanos, entrelazándose—aunque no de manera exclusiva—con la iniciativa zapatista de La Otra Campaña. La importancia de la participación de los artistas en el zapatismo civil es expresada por la actriz Ofelia Medina:
Yo creo que los artistas, como somos capaces de expresar la desesperanza y somos capaces de gritarla, tenemos una función activadora. Allí esta Manu Chao, posiblemente, que está gritando desesperadamente lo que yo estoy gritando ahorita, sin poesía y sin música. Pero está diciendo lo mismo. […] Y ahí están Santa Sabina y el Panteón Rococó…[72]
La participación de cientos de artistas tuvo un efecto multiplicador, esencialmente entre la población no organizada, que acudió y en ocasiones se sintió representada en las voces civiles, no partidarias, y también entre las organizaciones sociales, civiles o estudiantiles de la izquierda organizada. Aunque es difícil encontrar una sola forma de significación frente al ezln, en la participación de artistas de toda índole durante toda la primera etapa del movimiento zapatista, es claro que existió la tendencia hacia la identificación con el actor rebelde, en términos más abiertos y universales de dignidad, de rebeldía, de lucha por la justicia y por la paz; hacia la identificación con la causa de los derechos y la cultura indígenas como elementos emancipatorios y de cambio social, así como un antagonismo contra el régimen y contra el neoliberalismo.
En lo que respecta a los académicos, a nivel intelectual su influencia es mucho más poderosa en los medios de comunicación y a partir de las investigaciones publicadas.[73] La participación de un centenar de antropólogos, sociólogos, politólogos, escritores y periodistas, inicia con la invitación realizada directamente por el ezln para que participen en la Convención Nacional Democrática y después con la invitación extendida a muchos de ellos a fin de que intervengan como asesores en los diálogos entre el Ejército Zapatista y el Gobierno Federal. Aunque formalmente nunca integraron una agrupación como grupos de asesores, las iniciativas de aglutinamiento convocadas entre 1998 y 2000, como “Creadores, académicos e intelectuales (cai)” y posteriormente el grupo “Paz con Democracia”, surgirían en buena medida de muchos de ellos.
Artistas y académicos fueron multiplicadores del zapatismo civil y su influencia sobre la población no organizada que se movilizó en torno al zapatismo resulta incuantificable.
Desde 1994, surgen numerosos colectivos reunidos primero a partir del conflicto armado, y luego, por la identificación con el sujeto rebelde. La aparición de la forma “colectivo”, sin exagerar, puede considerarse como otra forma asociativa y relacional de participación política, que si bien no puede identificarse con la política instituida, tampoco lo hace con las formas tradicionales de los movimientos sociales sectoriales. Esta forma de participación será creciente y sumamente intensa en el zapatismo civil. A lo largo de todo el periodo estudiado, surgirá una especie de pléyade de “micropolíticas” articuladas alrededor del ezln. Se trata de pequeñísimas agrupaciones, separadas de las formalidades organizativas, que tienden a priorizar las relaciones cara a cara y a construir una relacionalidad basada en grupos de afinidad ideológica, en grupos etáreos, de género, o en proyectos con objetivos específicos, muchos de estos últimos definidos por su relación con el zapatismo comunal. Aunque el fenómeno de los colectivos como nuevas formas de asociación y de acción colectiva no ha sido estudiado profundamente, muchas de las características que conlleva la aparición de los colectivos juveniles pueden replicarse en el neozapatismo civil urbano surgido en la década de los noventa e intensificado durante la siguiente. Ciertas tendencias hacia la autogestión y la horizontalidad de relaciones, hacia la agrupación a partir de la acción, una enorme autonomía y el activismo permanente, pueden ser algunas de sus características, aunque también, cierta propensión a ser procesos efímeros, discontinuos y de impacto limitado.[74]
Colectivos como el Grupo de Mujeres Rosario Castellanos, que reunió a dos decenas de mujeres adultas, activándose desde los primeros días del conflicto, reflejan un poco la historia de este universo de micro procesos organizativos. Entre 1994 y 1997, el Grupo Rosario Castellanos acudió a las comunidades indígenas zapatistas, buscó apoyo para las mismas, realizó colectas, estableció mesas de información en plazas públicas, discutió los temas relativos a los derechos indígenas, la militarización y la paramilitarización en sus reuniones, firmó convocatorias y textos, acudió a asambleas y reuniones de la llamada sociedad civil, y en especial, insertó el feminismo —no sin contradicciones—en la discusión del zapatismo civil.[75]
Pequeños procesos organizativos, surgidos a partir de las propias iniciativas zapatistas, dieron nacimiento a las “Coordinadoras Delegacionales Zapatistas” surgidas en el contexto de preparación de la Consulta Nacional convocada por el EZLN en 1999, que aglutinarían a dos centenares de personas, muchas de las cuales vivían su primera experiencia de participación: familias, amas de casa, jóvenes, reunidos en los procesos de movilización convocados por el ezln. Muchos de los integrantes de las coordinadoras derivarán en la organización “Resistencias Enlazando Dignidad, Movimiento y Corazón Zapatista” (redmyc), que mantendrá su participación durante muchos años.
Acudir directamente a las comunidades indígenas zapatistas en caravana genera procesos de politización muy importantes. Colectivos como las Brigadas de Apoyo Voluntario (2001-2005),[76]que organizan actividades en los Aguascalientes y, posteriormente, en las Juntas de Buen Gobierno, lleva a una enorme participación, incuantificable, de cientos, quizá miles, de personas, quienes a través de estas iniciativas generan procesos colaborativos con las comunidades. Éstos incluyen desde el apoyo manual para el mantenimiento de infraestructura, las tareas de apoyo a bibliotecas y centros de salud zapatista, hasta procesos de apoyo para la educación autónoma. Se trata de una participación abierta y flexible, en torno a actividades y a proyectos específicos con las comunidades, o bien, en procesos de apoyo y de movilización en Ciudad de México; constituye un fenómeno extendido, molecular, poco rastreable en los medios de comunicación, que sin embargo, significó uno de los centros de las formas alternativas de participación en la multitud urbana zapatista.
Una de sus expresiones más consolidadas, tanto en el apoyo como en el acompañamiento y en los proyectos realizados con el zapatismo comunal, fue la Caravana Mexicana Para Todos Todo que, desde 1995 hasta 2003, generó tres campañas de recolección de víveres al año, acudiendo a las comunidades zapatistas, “donde se iban en caravana desde el que embobinaba motores, el universitario y hasta una vez fue un soldado”.[77] En cada una de las tres visitas anuales, entre 40 y 200 personas se enlistaban para realizar actividades en las comunidades zapatistas.
Cientos acuden a las caravanas a Chiapas, realizan talleres con los niños indígenas, fiestas comunales, llevan a cabo una multiplicidad de cursos y de técnicas que incluyen desde la construcción de letrinas hasta la elaboración de pan, desde técnicas agrícolas hasta talleres literarios; narran cuentos y poesía con proyecciones de imágenes, llevan actividades artísticas, hacen juegos y piñatas, y a cambio, también reciben aprendizaje de lenguas originarias de los propios pueblos, aprenden a cultivar maíz, café, a recolectar plátano y a amasar tortillas. Estos procesos generan otros tipos de politización empírica y experimental de los urbanos con los campesinos e indígenas zapatistas, que van aprendiendo más del zapatismo comunal que del armado, más de sus bases de apoyo que de su dirección político-militar. Si la Caravana Para Todos Todo es quizá el proyecto de participación de más larga duración, incontables iniciativas de este tipo surgen a lo largo del periodo 1994-2003: la Caravana Amparo Ochoa de la Asamblea de Barrios, la Caravana por la Paz de sectores campesinos, urbano-populares y del magisterio; La Caravana Va por los más pequeños, enfocada en el trabajo con niños zapatistas; la Caravana Ricardo Flores Magón y la Caravana Nacional Estudiantil, integradas por estudiantes de numerosas escuelas de Ciudad de México y de varias partes del país; la Caravana por las Autonomías: Encuentro de Rebeldías, impulsada por el fzln; la Caravana por la Construcción de la Escuela Secundaria en Oventic, la Caravana Universitaria Ricardo Pozas. No es exagerado decir que, quizá unas 30 mil personas o más de Ciudad de México, acudieron a comunidades zapatistas a partir de este tipo de iniciativas generando una acción colectiva inédita.
El Grupo Rosario Castellanos, las Coordinadoras Zapatistas, las Brigadas de Trabajo Voluntario y la Caravana Mexicana Para Todos Todo, son sólo algunas historias de una multiplicidad inconmensurable, de un verdadero universo de colectivos de mujeres, de salud alternativa, de diversidad sexual, de gráfica popular, de medios alternativos, de cafés y de pequeños centros culturales, de vecinos, de trabajadores, de apoyo a la comercialización del café zapatista entrelazados al zapatismo en La Otra Campaña, en sus iniciativas durante casi dos décadas, o bien, en sus procesos comunitarios. La lista es muy numerosa: Red de Apoyo a la Causa Zapatista, Movimiento Civil Zapatista, Movimiento de Artesanos Indígenas Zapatistas (maiz), Xochimilco Zapatista, Colectivo Cultural El Paliacate, Colectivo de Sindicalistas con la Sexta, Colectivo Sin Rostro, Coordinación de Disidencia Sexogenérica de La Otra Campaña, Espacio Ciudadano de Coyoacán, Kfé Zapata, Komplejo Kultural, Puente a la Esperanza, Un granito de Café, Colectivo Tres Piedras (por tener sólo tres integrantes). Fue un proceso interminable, flexible y móvil, de emergencia y disolución de colectivos de manera permanente.
EL fzln fue el proyecto de organización convocado en la Cuarta Declaración de la Selva Lacandona con base en el ezln. Constituido en 1997 y disuelto en 2005, el esfuerzo más formal del zapatismo civil tenía entre sus objetivos contar con una militancia que, precisamente, intentara organizar la simpatía que sentían miles de personas por el ezln. Además, fue un esfuerzo que intentaba generar una plataforma organizativa para la conversión del propio ezln en una fuerza política no armada, civil y pacífica, malogrado al no cumplirse los Acuerdos de San Andrés y, por tanto, al no transitar en su propia forma organizativa. Debido a ello, el fzln desarrolla su acción, ya no como una fuerza, como un camino hacia la reconversión del EZLN como fuerza político-legal, como había planteado inicialmente el zapatismo, sino para impulsar un movimiento nacional en su apoyo y defensa. Son organizaciones entrelazadas íntimamente.[78]
Por otro lado, el llamado a la integración del fzln provocó una primera importante polémica mediática en torno a su principal definición: la no toma del poder como eje de articulación de una fuerza política de “nuevo tipo”. Asimismo, el fzln provocaría una segunda polémica, esta vez entre sus militantes, al definir la imposibilidad de una doble militancia: en el fzln y en otros esfuerzos organizativos o militantes, enfáticamente aquellos partidarios o que implicaban la participación en puestos públicos y de representación institucional.
Aunque existen pocos trabajos de investigación sobre el fzln, en 2001 Madera Rentería[79] indicaba que el fzln estaba formado por 1460 militantes agrupados en 160 Comités Civiles de Diálogo y, según sus propios datos, entre sus militantes, 80% contaba con experiencia en alguna organización de izquierda y 73% estaba cursando o había cursado estudios de nivel superior. Ello lleva a destacar que el fzln se abría como una opción militante para muchas personas que no encontraban formas de participación ni en los partidos tradicionales ni en los movimientos sociales. El fzln reproduciría la acción colectiva de todo el zapatismo civil urbano: conciertos, caravanas, proyectos comunitarios, logística en las acciones zapatista, campañas de denuncia e información sobre la militarización, aunque en buena medida, también sería el equipo permanente de apoyo del propio ezln.[80]
Si bien el fzln trató de organizar a los no organizados, llama la atención que fueran los militantes más politizados y con experiencia previa quienes se integraron a su proceso de formación y no las multitudes urbanas zapatistas, convocadas y movilizadas sobre todo por estudiantes, artistas, académicos e iniciativas de los colectivos zapatistas. Asimismo, llama la atención que existiendo un fenómeno plural y múltiple de la acción colectiva en Ciudad de México, el fzln, a pesar de constituir un enorme e importante esfuerzo organizativo, no haya sido la plataforma de organización de miles de simpatizantes zapatistas. A diferencia del resto de los procesos y tendencias al interior de la multitud urbana zapatista, en el caso del fzln podemos hablar de una sola organización, pese a que en Ciudad de México existieron quizá entre 30 y 50 comités de diálogo integrados con trabajo territorial, universitario y, en menor medida, de manera sectorial.[81] Los motivos de la disolución del fzln fueron expuestos por el propio Ejército Zapatista en noviembre de 2005.[82]
Se identifican cuatro grandes ciclos de movilización de la multitud urbana zapatista en Ciudad de México. El primero, tiene lugar entre 1994 y 1995 y está marcado por la movilización contra la guerra y por los primeros encuentros con el ezln de lo que irá conformando, poco a poco, el zapatismo civil. Es un ciclo muy intenso, de acciones colectivas muy masivas que marcan por completo a los actores y a la vida en la ciudad con un alto grado de visibilidad mediática.
En el segundo ciclo de acción colectiva, comprendido entre 1996 y 1999, decrece tanto la intensidad como la frecuencia de la movilización; el número de movilizaciones se reduce y también el número de manifestantes. Corresponde al periodo de resistencia indígena y a la lucha por el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés. Durante el año 2000, disminuyen en buena medida las acciones colectivas, intensificándose posteriormente con las movilizaciones que significa la Marcha del Color de la Tierra con la llegada de la Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional a Ciudad de México en 2001, que implicaría un tercer ciclo de movilización igualmente intenso, multitudinario y efímero. Un cuarto y último ciclo de movilizaciones tiene lugar en 2006, en el marco de La Otra Campaña y del recorrido del Subcomandante Marcos que incluye a la capital del país.
Estos cuatro ciclos de acción colectiva dan cuenta de procesos de subjetivación que, junto a la larga descripción que hemos hecho de la multiplicidad en la composición de los sectores movilizados del zapatismo civil, nos ayudarán a formular varias hipótesis interpretativas en torno al antagonismo, la autonomía y la subalternidad en la multitud urbana zapatista.
Fuente: elaboración propia con base en el diario La Jornada.[83]
En primera instancia, a partir de lo presentado en el cuadro podemos resaltar la larga extensión en el tiempo de la acción colectiva de la muz en ciudad de México, que se mantiene durante 12 años aunque con muchos procesos de flujos y reflujos de la propia movilización social. Podemos enfatizar también que en cada ciclo tienen lugar movilizaciones muy numerosas, que llegan a congregar a 150 mil participantes. Debemos señalar que el cuadro sólo identifica las movilizaciones más numerosas, sin representar los cientos de micromovilizaciones que se desarrollaron alrededor de cada ciclo de acción colectiva. Por otro lado, si recuperamos cualitativamente el repertorio de movilización narrado en el apartado anterior, la diversidad e intensidad de participación múltiple en Ciudad de México, podemos afirmar que este tipo de acción colectiva es inédito.
Tanto por su extensión temporal como por su participación numérica, y por su repertorio, complejidad, riqueza e intensidad, así como por su articulación en la diversidad y la multiplicidad, podemos afirmar que la muz es uno de los principales movimientos de Ciudad de México de las últimas dos décadas, y que, junto al movimiento lopezobradorista y los movimientos estudiantiles, integra los movimientos de acción colectiva más significativos del periodo.
Deseamos resaltar dos diferencias cualitativas en las movilizaciones y ciclos más importantes del periodo estudiado. El primer ciclo de acción colectiva, quizá el más intenso, refiere a la respuesta de la muz a las ofensivas militares del Estado mexicano contra el ezln en 1994 y 1995. Mientras que el tercer y cuarto ciclo refieren a la respuesta de la muz a las convocatorias e iniciativas del ezln (Marcha del Color de la Tierra y Otra Campaña). El segundo ciclo integra ambas causas movilizadoras: la respuesta de la muz frente a la masacre de Acteal en 1998, por un lado, cuando repunta la movilización social, y la respuesta a las acciones zapatistas, por el otro (Comandanta Ramona y 1111 hacia Ciudad de México, Consulta de 1999, etcétera).
Estos dos ejes movilizadores y cohesionadores de la multiplicidad de la multitud ya han sido destacados como articuladores simbólicos centrales: “el no a la guerra, entendido como oposición a la estrategia represivo militar y paramilitar del gobierno mexicano; y el espacio simbólico representado por el zapatismo, sobre todo su dimensión utópica”.[84]Ambos ejes son nodales en la movilización de la muz, uno como antagonismo contra la acción de fuerza del Estado, como movilización opositora que trata de frenar, vetar, contener la acción violenta militar, como poder-contra la acción gubernamental-militar y, el otro, como movilización en torno al sujeto rebelde, compartiendo elementos movilizadores de emancipación, como posibilidad y potencia de cambio y de transformación social. Analicemos estos elementos a la luz del antagonismo y la emancipación.
Como hipótesis de interpretación, afirmaremos que el antagonismo representando en la oposición a la acción militar del Estado es el elemento cohesionador principal de la muz. Entre 1994 y al menos 1999, existe un sentido de emergencia que crea un campo de indignación y de antagonismo común: detener al régimen. Se trata de un campo coyuntural que crea un sentido común. El aplastamiento del sujeto rebelde es inaceptable para muchos sectores, organizados o no, que convergen en la movilización: primero, indignación frente a lo que se subjetiva como una injusta y asimétrica aplicación de la fuerza frente al sujeto campesino-indígena; después, indignación y oposición frente al ataque de un sujeto con un proyecto rebelde y emancipador. Del ¡Alto a la Masacre! de 1994 se transita al ¡Todos somos Marcos! de 1995, siendo evidente la identificación de la multitud con la rebeldía indígena; en ambos momentos subyace, más que un alto a la violencia de manera neutral, la urgencia –como planteó Adolfo Gilly- de “defender las rebeldías legítimas de los oprimidos”.[85]La acción colectiva de la multitud junto al resto del zapatismo civil, impone un veto simbólico al ejercicio de la fuerza; se interpone físicamente entre los actores en pugna (con campamentos, cinturones, caravanas), y presiona al Estado y su estructura. En este antagonismo de veto, interposición, presión y protesta, converge la multiplicidad de la multitud y su mayor creatividad, que coopera entre sí con la creación de un sentido común, en una inteligencia de enjambre: detener al Gobierno Federal en su intención de destruir al Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Es en este campo de oposición que emergen tanto las movilizaciones multitudinarias como lo que llamamos micromovilizaciones.[86]
La acción colectiva del MUZ se centra en dicho antagonismo. Veamos dos ejemplos de micromovilizaciones en el siguiente cuadro:
FUENTE: elaboración propia con base en el Diario La Jornada.
El cuadro anterior tiene como objetivo representar la intensidad de la micromovilización en Ciudad de México, pero también identificar con mayor precisión que la acción colectiva del MUZ está anclada, como hemos dicho, en el antagonismo contra la guerra, la represión y el apoyo al sujeto rebelde, al zapatismo comunal y armado chiapaneco. Este tipo de acción colectiva, multitudinaria o en la micromovilización, es una relación fundante desde 1994 entre el EZLN y la multitud urbana. Con enorme creatividad, imaginación y un nuevo repertorio de acción, se despliega la movilización citadina. Sin embargo, con los cambios paulatinos del contexto nacional y en específico Chiapas, el sentido de emergencia se va agotando, además del progresivo debilitamiento por razones sectoriales de las distintas vertientes del MUZ lo que significará que para el año 2000 la micromovilización en Ciudad de México se reduce al máximo. [87] Así, la movilización urbana zapatista va dependiendo exclusivamente, conforme pasan los años, de las convocatorias del EZLN y ya no de la propia capacidad de auto convocatoria de la “sociedad civil”.
Hemos destacado además, a lo largo de este texto, que la multitud comparte en buena medida en todas sus vertientes el carácter antagónico del zapatismo antirégimen, o antipríista y por tanto antiautoriario del propio sistema político mexicano previo a la alternancia; comparte en buena medida su antagonismo antineoliberal de modelo económico e incluso el antagonismo anticapitalista que se explicitará en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona. Sin embargo, es significativo que a pesar de ser un antagonismo común, éste no se registre como acción colectiva, subordinados estos ejes a la urgencia de detener la guerra o mejor, de detener la ofensiva contra el EZLN. El campo común opositor frente al régimen no llega a situarse como acción colectiva convergente a diferencia de otros procesos equivalentes como el de la CONAIE[88] en Ecuador, que como referente indígena articuló a prácticamente todos los movimientos sociales en una acción contenciosa antineoliberal.[89] Una y otra vez, cuando el neozapatismo civil comenzaba a avanzar en dicho antagonismo antineoliberal, la estrategia ofensiva del Estado y Ejército contra el EZLN recolocaba a la acción política multitudinaria orbitando alrededor de la posible confrontación militar. Estos antagonismos antineoliberales no llegarán a madurarse como acción, estructura o sujeto, mientras que el antagonismo antirégimen se debilitará en tanto la alternancia relativiza la oposición anti-priísta. El antagonismo anticapitalista, sin embargo se encontrará con que si bien prácticamente todas las vertientes multitudinarias compartieron la oposición y crítica al sistema económico y también político, no compartirá el antagonismo anti-clase política propuesto por el EZLN. Regresaremos sobre ello.
Un tercer elemento movilizador y cohesionante muy poderoso es la demanda de reconocimiento de derechos y cultura indígenas basada en la autonomía, que el EZLN constituyó y maduró junto lo que sería el Congreso Nacional Indígena como programa de transformación y de demandas, reunido en los llamados Acuerdos de San Andrés. El zapatismo civil urbano se volcó a una serie de micromovilizaciones así como a apoyar las marchas e iniciativas masivas convocadas por el EZLN en 1997 (Marcha de los 1,111 zapatistas a Ciudad de México) 1999 (Consulta Nacional por el Reconocimiento de los pueblos Indios) y 2001 (Marcha del Color de la Tierra). Existe cierta ambigüedad en si la multitud urbana zapatista es o no un sujeto colectivo en sí mismo, ya que pareciera depender, por un lado de la convocatoria del EZLN o bien, aparece de manera reactiva, defensiva, ante la posibilidad de la guerra. Es importante señalar que los esfuerzos de autoorganización –fuera de las iniciativas y convocatorias realizadas por el EZLN- no fructificaron: los denominados “Encuentros de la Sociedad Civil” o la “Asamblea Nacional por la Paz” realizados en Ciudad de México entre 1998 y el año 2000, entre otras auto convocatorias no llegaron a cristalizar como procesos organizativos estables.
Y es que si bien el campo de antagonismo frente al Estado y su acción de fuerza reunía la multiplicidad de la movilización en Ciudad de México y en buena medida la demanda indígena de autonomía y reconocimiento constitucional fungió también como elemento movilizador, ambas reunían una enorme capacidad de convocatoria y acción colectiva pero no un campo común de horizonte de emancipación ya que el sujeto de la emancipación era el sujeto indígena rebelde, no en sí misma la multitud urbana, que pudo converger ante la emergencia y demandas de un sujeto que no fuera ella misma, pero le fue imposible constituirse como sujeto propio con un horizonte que la auto identificara. Podemos afirmar entonces que la mayor debilidad de la multitud urbana zapatista fue su incapacidad de autoinstitución[90], entendida esta como capacidad de darse su propia figura y horizonte como sujeto múltiple.
El alzamiento y proyecto político zapatista catalizó la formación de sujetos políticos muy diversos en su independencia ideológica, subjetiva y organizativa frente a las clases dominantes y el Estado, especialmente frente a la izquierda institucional. Esta diversidad de independencia integraba desde movimientos, organizaciones colectivos y personas radicalmente autónomos, moderadamente autónomos, hasta algunos más con tendencias “reflejodependientes” del Estado y los partidos, como los categoriza Christian Adel Mirza[91] en un estudio sobre los movimientos y su relación con lo estatal, entendiendo aquí a la autonomía en el primer sentido propuesto por Modonesi.
Como hemos visto, innumerables colectivos y sectores se configuraron como sujetos, cuya característica más importante era su fluidez y multiplicidad. Dichos sujetos articulados en clave de acción antagónica, mantenían entonces formas de autonomía muy diversas como sujeto que se despliega en la acción y a su vez, mantenían una diversidad inmensa de visiones emancipatorias sobre la autonomía, entendida esta no sólo como independencia del Estado y las clases dominantes sino como “modelo, prefiguración o proceso de formación de la sociedad emancipada”.[92] Si la acción antagónica frente al Estado estimula la convergencia y sinergia de la diversidad de la multitud urbana zapatista, su configuración de independencia frente al Estado y los partidos disgrega e inhibe la acción en común.
La visión de emancipación en la MUZ, en torno del EZLN, entonces, es múltiple. O mejor dicho, en una multiplicidad de sujetos colectivos que convergen alrededor del zapatismo y del conflicto armado, existen numerosas subjetividades políticas sobre el cambio social, la transformación y por supuesto la autonomía y la emancipación. A diferencia de la tierra, la autonomía y el proyecto político zapatista que aglutinaron a los campesinos chiapanecos, al movimiento indígena nacional y a las redes del zapatismo trasnacional, en Ciudad de México ninguno de estos u otros elementos lograron auto identificar en común la enorme multiplicidad sujética y de horizontes emancipatorios.
En Ciudad de México, una demanda material concreta, un programa sectorial o una visión política sobre el poder no fueron suficientes para representar no sólo la diversidad sino un horizonte común de cambio social y en especial, la estrategia para lograrlo. Esas subjetividades múltiples en Ciudad de México, más que en ningún otro sector del zapatismo civil, están cruzadas por un elemento que disgrega la convergencia de la multitud: el poder y el Estado y, junto a ellos, los partidos y la acción electoral. Será lo político electoral lo que tensará las relaciones internas en la iniciativa zapatista de la Convención Nacional Democrática que junto a las diferencias ideológicas terminarán haciéndola naufragar; será lo político electoral lo que tensionará la formación del FZLN y será la definición zapatista de no tomar el poder lo que en buena medida en 1996 alejará a un importante número de movimientos sociales y activistas de la acción política alternativa del zapatismo. Será por supuesto lo político-electoral lo que dividirá al zapatismo civil en 2005 cuando el EZLN rompa de manera radical con ese ámbito de lo político, haciendo evidente que la multitud urbana zapatista convergió en el antagonismo pero no en su visión de emancipación. Convergió en un antagonismo que incluyó elementos antisistémicos pero no elementos emancipatorios comunes. Podríamos interpretar que lo político-autonomizante del zapatismo se enfrentó a lo político-estatal-institucional como visión de emancipación al interior de la multitud.
Si la visión sobre el poder estatal es un elemento no común en la multitud urbana zapatista, tampoco lo fueron las relaciones de poder al interior de la propia multitud (historias de disputa y competencia que no trataremos aquí) y en especial, la relación de poder con el EZLN, ya que se generaron al menos tres significaciones distintas sobre ello:
A estas contradicciones nodales[93], habría que agregar al menos, la estrategia de aislamiento militar-territorial y político-social que empujó siempre el Estado mexicano contra el Ejército Zapatista; la imposibilidad por ello de la acción política directa entre el EZLN y el neozapatismo civil urbano sumado a su forma político militar en contradicción con las formas de la propia multitud urbana; las contradicciones internas de cada vertiente de la multitud urbana zapatista que hemos descrito anteriormente, así como la historia particular de alianzas y rupturas del EZLN con muchas de las organizaciones, colectivos y movimientos que integraron la movilización en Ciudad de México[94].
Mientras el EZLN de movimiento antagónico en 1994, evolucionó a un movimiento con una visión emancipatoria y autonómica compleja, la multitud urbana zapatista no pudo auto configurarse como convergencia de antagonismos antisistémicos o como convergencia de la multiplicidad de horizontes emancipatorios; las concepciones del poder frente al estado y de cara al Ejército Zapatista fueron factores diseminantes, disgregantes que dispersaban la acción de la multitud. La acción antagónica común hacía converger a la multitud, en una expresión inconmensurable de acción política no institucional y alternativa; no así las estructuras organizativas ni las definiciones emancipatorias que tendieron a tensarla y dispersarla, a enfrentar las distintas identidades y subjetivaciones.
Debemos entender a la multitud urbana zapatista en clave antagónica, como convergencia de conflicto y lucha frente al estado, como poder-contra, que vetó y detuvo al estado en su estrategia militar y apoyó y movilizó como nunca antes en Ciudad de México de manera creativa y multitudinaria el apoyo al Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Debemos entenderla como una fuerza antagónica impresionante, determinante para la historia del zapatismo y por tanto para la historia nacional. Debemos también comprender a la multitud urbana zapatista como una convergencia con incapacidad de auto institución de relaciones y horizontes de emancipación y autonomía: sujeta a los vaivenes de la política militar del Estado, dependiente de las iniciativas y llamados del EZLN, la multitud no encontró su propia figura y cabe incluso preguntarse si podía hacerlo ya que dicha multitud encontró numerosos problemas y tensiones al tratar de encontrar una figura organizativa que la pudiera ordenar y moldear estratégicamente. Es posible que la multitud urbana resurja en otros contextos y formas y que su potencia sea precisamente su negatividad antagónica, su capacidad de veto. Es posible que su multiplicidad sea su mayor riqueza y por tanto también, como hemos dicho, su irrepresentatividad, la imposibilidad de su acotamiento, tal y como dice uno de nuestros entrevistados[95]:
La gente de los partidos o la gente más de organización política siempre tenía el rollo de cuántos agremiados son (…) pero la gente iba y venía, y si nos preguntaban cuantos eran no sabíamos, nunca lo dijimos porque no sabíamos cuántos éramos, porque no tenía sentido decir cuántos somos, era absurdo decir, cuántos son estos de la sociedad civil…¡pues quién sabe! Un día eran tantos, un día eran otros, un día llegaban estos, otro día aquéllos (…) era tanto el vaivén…eso era parte del temor y la desesperación de la clase política: que no nos podían cuantificar. (…) Esa manifestación, ese ente que no puedes acotar, que no puedes decir aquí está, lo que dice la clase política es que ese ente no existe, porque no es acotable y lo que nosotros decimos es ¡claro que existe! ¡y no es acotable!…existen conjuntos no acotables y claro que existen[96]. Eso no es para nada contradictorio, lo es para la clase política pero no para nosotros, una cosa profundamente informe, muy difícil de homogeneizar, esa cosa tan informe que no sólo existe, sino que es fuerte, pero su fortaleza está no en ser dura sino flexible.
La posibilidad de organización de la multitud es un tema que rebasa este trabajo. Por ahora, queda por señalar la historia de lo que hemos llamado multitud urbana zapatista, su composición, su actuar, sus límites y potencias. El estudio de lo que hemos llamado multitud, abre nuevas preguntas sobre la posibilidad de su convergencia, de la potencia de su diversidad y de sus límites. De dicha multitud emergen luces y sombras, posibilidades y contradicciones que significan verdaderos cuestionamientos sobre la emancipación y las luchas subalternas. De esas historias y contradicciones está hecha la historia de los de abajo y en general la historia por la emancipación.
Periódico La Jornada. 1994-1997
Archivo Digital de La Otra Campaña en: https://mx.groups.yahoo.com/neo/groups/laotra_df_edomx/info
Archivo personal. 1995-2006.
[1] Agradezco a Nathalie Borrel, del IHEAL París III, por su apoyo en la investigación hemerográfica, sin la cual, este texto hubiera sido imposible.
[2] Modonesi Massimo, (2010), Subalternidad, Antagonismo, autonomía. Marxismo y subjetivación política, CLACSO, Buenos Aires, 185 pags.
[3] Nombrada así tanto en los textos del Subcomandante Insurgente Marcos y del ccri-ezln, como en la voz de numerosos comandantes indígenas zapatistas.
[4] Muñoz Ramírez, Gloria (2003), ezln. 20 y 10. El Fuego y la palabra, La Jornada Ediciones, p 264.
[5] Véase por ejemplo, Baronnet Bruno, Mariana Mora Bayo, Richard Stahler-Sholk, coord. (2011), Luchas “muy otras”: zapatismo y autonomía en las comunidades indígenas de Chiapas, Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco, México, 577 pags.; Cerda García, Alejandro (2011), Imaginando Zapatismo. Multiculturalidad y autonomía indígena en Chiapas desde un municipio autónomo, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México, 327 pags. ; Estrada Saavedra, Marco (2007), La comunidad armada rebelde y el ezln, un estudio histórico y sociológico sobre las bases de apoyo zapatistas en las cañadas tojolabales de la selva Lacandona 1930-2005, El Colegio de México, México, 625 pags.; García de León, Antonio (2002), Fronteras interiores. Chiapas: una modernidad particular, Editorial Océano, México, 337 pags.; Harvey, Neil (2000), La rebelión de Chiapas. La lucha por la tierra y la democracia, Editorial era, México, 301 pags.; Tello Díaz, Carlos, (1995), La rebelión de las Cañadas, Cal y Arena, México, 247 pags.; Totoro Dauno, Emiliano Thibaut (2001), Zapatistas, Grupo Editorial Tomo, México, 205 pags.
[6] Véase, Baschet Jerome, (2010), “Reseña de “Los indígenas de Chiapas y la rebelión zapatista. Microhistorias políticas” de Marco Estrada Saavedra y Juan Pedro Viqueira (coords.), Desacatos, no 33, pp 189-201.
[7]El Diálogo de San Cristóbal de las Casas (1994); la Convención Nacional Democrática (1994); la Primera Consulta Nacional por la Paz y la Democracia (1995); el diálogo de San Andrés Sacamch’en de los Pobres (1995-1996); los Foros Especiales sobre Derechos y Cultura Indígenas y sobre la Reforma del Estado (1996); los Encuentros Continental e Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo (1996); la construcción del Frente Zapatista de Liberación Nacional (1997-2005); la salida de la Comandanta Ramona a la ciudad de México (1996); la marcha de las 1111 bases de apoyo zapatistas (1997); la Consulta Nacional e Internacional por el Reconocimiento de los Pueblos Indios, que incluyó el recorrido de los 5000 zapatistas por todo el territorio nacional (1999); la Marcha del Color de la Tierra (2001); la Otra Campaña (2005-2009) y el recorrido nacional realizado por el Subcomandante Marcos; los Encuentros entre los Pueblos Zapatistas y los Pueblos del Mundo (2006-2007); el Encuentro de los Pueblos Indígenas de América en Vícam (2007) y el Primer Festival de la Digna Rabia (2009).
[8] Le bot Yvon, Subcomandante Marcos (1997), El sueño zapatista, Anagrama, Barcelona, 325 pags.
[9] EZLN (1996), Crónicas intergalácticas. Primer encuentro intercontinental por la humanidad y contra el neoliberalismo. Chiapas. México, 1996, pag. 69.
[10] Vásquez Montalbán, Manuel (2000), Marcos: el señor de los espejos, Aguilar, México, pag. 201
[11] Muñoz Ramírez, Gloria (2003), ezln. 20 y 10. El Fuego y la palabra, La Jornada Ediciones, p. 270
[12] EZLN (1997), Documentos y Comunicados 3, Editorial era, México, pag. 383
[13] Muñoz Ramírez, Gloria (2003), ezln. 20 y 10. El Fuego y la palabra, La Jornada Ediciones, p. 262
[14] EZLN (2003), Documentos y Comunicados 4, Editorial era, México, pag. 148
[15] Muñoz Ramírez, Gloria (2003), ezln. 20 y 10. El Fuego y la palabra, La Jornada Ediciones, p. 275
[16] Calónico, Cristian (2001), Marcos: historia y palabra, Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco. México, pag. 71
[17] Ramírez Paredes, Juan Rogelio (2002), ¡Nunca más sin rostros! (Evolución histórica del proyecto del ezln), Ediciones y Gráficos Eon, México, pag. 103.
[18] Castellanos, Laura (2008), Corte de caja. Entrevista al Subcomandante Marcos, Bunker, México, pag. 63
[19] Calónico, Cristian (2001), Marcos: historia y palabra, Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco. México, pag. 75
[20] Entrevista con Inti Muñoz Santini. Ex integrante del Consejo Estudiantil Universitario,de la Caravana Universitaria Ricardo Pozas y de la Bola. 7 de mayo de 2014.
[21] Entrevista con Miguel Álvarez Gándara. Presidente de Servicios y Asesoría para la Paz y ex secretario técnico de la Comisión Nacional de Intermediación. 9 de mayo de 2014.
[22] Fritz Haug, Wolfgang, (2013), “¿Sociedad civil o sociedad burguesa? Ambivalencia o dialéctica de un concepto clave”, enRevista Dialéctica, número 45-46, p. 32
[23] En: http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2005/11/13/sexta-declaracion-de-la-selva-lacandona/ revisado el 26 de junio de 2014.
[24]La sociedad civil es considerada como categoría de análisis y plataforma teórica para la investigación empírica en los trabajos de Hernández Millán, ezln Revolución para la Revolución, y de Marcela Alejandra Parra, Sociedad civil, movimiento zapatista y conflicto en Chiapas. El relativo y progresivo desuso de la noción de sociedad civil por parte del ezln, agregaría cierta problematización del concepto, develando su uso esencialmente político como categoría abierta de inclusión, diversidad y sujeto múltiple no partidario ni estatal.
[25] Véase Leyva Solano, Xóchitl, WillibaldSonnleitner (2000), “¿Qué es el neozapatismo?, en Espiral, México, Universidad de Guadalajara, número 17 vol. 6, pp. 163-201. Y Leyva Solano, Xóchitl (1999), “De las Cañadas a Europa: niveles, actores y discursos del nuevo movimiento zapatista (nmz) (1994-1997)”, en Desacatos, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, número 1.
[26] Ídem.
[27] Véase Melucci Alberto, (2002), Acción colectiva, vida cotidiana y democracia, México, El Colegio de México, 260 pags.
[28] Leyva Solano, Xóchitl, WillibaldSonnleitner (2000), “¿Qué es el neozapatismo?, en Espiral, México, Universidad de Guadalajara, número 17 vol. 6, pp. 169
[29]Véanse los trabajos de Harvey, Neil (2000), La rebelión de Chiapas. La lucha por la tierra y la democracia, Editorial era, México, 301 pags y Pérez Ruiz, Maya Lorena (2000), “¡Todos somos zapatistas! Alianzas y rupturas entre el ezln y las organizaciones indígenas”, tesis de doctorado en ciencias antropológicas, uam-i.
[30]Véase Bermejillo Eugenio, (1997), “Los pueblos indígenas y sus demandas”, Alegatos, México, no 36, UAM Azcapotzalco; López Bárcenas, Francisco (s/f), Los movimientos indígenas en México: rostros y caminos en: http://www.lopezbarcenas.org/doc/movimientos-indigenas-mexico-rostros-caminos, revisado el 26 de junio. Véase además Pérez Ruiz, Maya, 2003, “El movimiento indígena nacional ¿Único autor capaz de destrabar el conflicto?, revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, México, UNAM, vol XLVI, num. 189, pp. 103-118.
[31] Rovira, Guiomar (2009), Zapatistas sin fronteras. Las redes de solidaridad con Chiapas y el altermundismo, Editorial era, México, 301 pags.
[32] Benavides Gloria, “Los Braceros: una nueva forma de construir zapatismo” en Benavides Gloria, Fuente Morúa Jorge, (2005), caminos del zapatismo: resistencia y liberación, Redes Tejiendo la utopía, México, p 92.
[33] http://www.narconews.com/Issue67/articulo4495.html revisado el 24 de junio de 2014.
[34] Véanse Virno Paolo, (2003), Gramática de la Multitud, Traficantes de Sueños, Madrid, 141 pags. y Virno Paolo, (2011), Ambivalencia de la multitud. Entre la innovación y la negatividad, Tinta Limón, Buenos Aires, 190 pags.
[35] Hard Michael, Negri Antonio, (2004), Multitud. Guerra y democracia en la era del Imperio, Debate, España, pag. 158.
[36] Ibid 160.
[37] Ibid 133
[38] El análisis de esta sección es de carácter cualitativo. Para su desarrollo se utilizó un muestreo no probabilístico de tipo intencional por sector o tendencia del muz, realizándose entrevistas semiestructuradas de acuerdo a los objetivos, antecedentes e hipótesis que desarrollamos. En la muestra se consideró sujetos partícipes clave, contando con 11 entrevistados cara a cara y 7 entrevistados vía cuestionario. A ello se agregó el seguimiento hemerográfico en el diario La Jornada, en el archivo digital de La Otra Campaña y en el archivo propio que documenta la acción colectiva. Finalmente, a estos dos elementos hemos adicionado el seguimiento sectorial de trabajos documentales o académicos por sector.
[39] El periodo abarca, desde el alzamiento indígena y hasta las movilizaciones en 2006 de la Otra Campaña en Ciudad de México.
[40] La noción de organismos civiles u organizaciones no gubernamentales no es aceptada como auto identificación por otros sectores y movimientos organizados, por lo que dicha denominación para esta diversidad de movimientos, se refiere de manera general sólo a organismos pequeños, con financiamiento permanente, ligados de una u otra forma al discurso y acción de los derechos humanos.
[41] Reygadas, Rafael, (1998), Abriendo veredas. Iniciativas públicas y sociales de las redes de organismos civiles, México, Convergencia de Organismos Civiles por la Democracia, 619 pags.
[42] Estas organizaciones de Ciudad de México estuvieron altamente articulados con las organizaciones civiles chiapanecas reunidas en la Coordinadora de Organismos No Gubernamentales por la Paz en Chiapas (conpaz), a la que no nos referiremos aquí por estar fuera del límite de nuestro estudio, pero que generó un proceso indisociable de acción colectiva conjunta.
[43] Véase el proceso de los CEBS en Escontrilla Valdéz, Hugo Armando, Rafael Reygadas Robles Gil (2009), “El devenir de la utopía en las comunidades eclesiales de base. El caso de la comunidad de Martín Carrera (1976-2006)”, en Veredas, México, uam Xochimilco, número extraordinario, pp. 27-49 o en Concha, Miguel, (1988), “Las comunidades eclesiales de base y el movimiento popular” En revista Dialéctica, no. 19, julio.
[44]En sus pronunciamientos públicos, conac-ln aglutinaba a unas 40 organizaciones de muy diversa índole, campesinas, estudiantiles, de trabajadores y populares, no sólo de Ciudad de México (Inserción pagada en el diario La Jornada, 9 de febrero de 1994, p.40).
[45]Sobre el mpi, véase Aranda Sánchez, José María, (2001), Un movimiento obrero-popular independiente en México, UAEM, México. 153 pags.
[46] Entrevista con Enrique Reynoso. Dirigente del Frente Popular Francisco Villa Independiente-unopii. 1° de mayo de 2014.
[47]Véase nuestro trabajo Pineda, César Enrique, (2013), “Acapatzingo, construyendo comunidad urbana”, Contrapunto, Uruguay, Comisión Sectorial de Extensión y Actividades en el Medio. Universidad de la República. No 3. pp.49-62
[48] Véase el trabajo: Haber, Paul, (2009), “La migración del movimiento urbano popular a la política de partido en el México contemporáneo”, Revista Mexicana de Sociología, México, UNAM, num. 71-2, pp. 213-245. Haber incluso relativiza la importancia del mup a partir de la elección de 1988. Desde nuestra óptica, el mup siguió teniendo importancia en las movilizaciones populares hasta la elección federal y local de 1997, aunque en efecto, de manera decreciente.
[49] Ramírez Sáiz, Juan Manuel, (2003), Impacto urbano de las organizaciones populares en México: 1980-2002, Working paper series. University of Texas at Austin.
[50] Véase Serna, Leslie, (1997), ¿Quién es quién en el MUP? México, Ediciones UNIOS.
[51]La Central Unitaria de Trabajadores de México no puede ser integrada en ninguna de estas dos vertientes del movimiento popular, a pesar de lo cual tuvo una participación muy activa en la movilización zapatista.
[52] Véase Enríquez Raúl, (1991), “PDM, PRT, PEM y PT: Los que perdieron el registro”, El Cotidiano, México, UAM Azcapotzalco, no 44.
[53] Entrevista a Héctor de la Cueva. Integrante del Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (cilas). 12 de junio de 2014.
[54] Para toda esa sección, nos apoyamos en Martínez González Víctor Hugo, (2005), Fisiones y fusiones, divorcios y reconciliaciones. La Dirigencia del Partido de la Revolución Democrática 1989-2004, México, UNAM-Plaza y Valdés, 270 pags.
[55] Fernández, Paulina, (2001), “Desde el pasado del PRD, por las reformas electorales”, en Anguiano Arturo, Después del 2 de julio ¿Dónde quedó la transición? Una Visión desde la Izquierda, México, UAM Xochimilco, CSH, Departamento de Relaciones Sociales, 288 pags.
[56] Anguiano Arturo, (1997), entre el pasado y el futuro, la izquierda en México, 1969- 1995, México, UAM Xochimilco.
[57] Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México, Sindicato de Trabajadores de la Universidad Iberoamericana, Sindicato Independiente Nacional de Trabajadores del Colegio de Bachilleres.
[58] Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Nuclear y Sindicato de Trabajadores de La Jornada.
[59] Sánchez Díaz, Sergio, (2002), “Los socialistas y los sindicatos ante el nuevo siglo (El Caso de la Coordinadora Intersindical Primero de Mayo), en El Cotidiano, México, UAM Azcapotzalco, Vol. 18 núm. 111, pp.81-91.
[60] Entrevista a Héctor de la Cueva. Integrante del Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (cilas). 12 de junio de 2014
[61] Reyna Muñoz, Manuel, (1998) “La formación de la Unión Nacional de Trabajadores: Una Visión Hemerográfica”, Sotavento, Revista de Historia, Sociedad y Cultura, año 2, núm. 4, Universidad Veracruzana, Xalapa, Verano 1998, pp.
[62]La Jornada, 18 de diciembre de 1999, “Serán observadores 200 miembros de las caravanas”.
[63]Véase Garrido de Sierra, Sebastián, (2013), “Masas críticas y redes sociales: una explicación micro-estructural del surgimiento de cuatro movimientos estudiantiles en la UNAM, 1986-2000”, en Renate Marsiske, Movimientos estudiantiles en la historia de América Latina, Volumen IV, IISUE UNAM; véase también: Aranda Sánchez, José, (2000), “El movimiento Estudiantil y la teoría de los movimientos sociales”, Convergencia. Revista de Ciencias Sociales, México, UAEM, vol. 7, número 21, pp 225-250.
[64] Por su complejidad, no trataremos aquí la relación del EZLN con el movimientos estudiantil del CGH 1999-2000. Véase una reseña sobre dicha relación en: Romero, Isabel, (2009), “EZLN y CGH: crónica entre matices y preguntas pendientes” en Waldo Moreno, Vázquez Duarte. Et. Al. Yo soy huelguista y soy de la UNAM. Análisis y reflexiones sobre el movimiento universitario de 1999-2000, México, Redes Tejiendo la Utopía, 239 pags.
[65] Asistentes a las asambleas públicas de La Otra Campaña en el Distrito Federal. Archivo personal.
[66] Todo este apartado basado en archivo personal y en: Entrevista con Citlali Hernández Saad. Ex integrante del Comité Estudiantil Metropolitano. 2 de mayo de 2014; Entrevista con Inti Muñoz Santini. Ex integrante del Consejo Estudiantil Universitario, de la Caravana Universitaria Ricardo Pozas y de la Bola. 7 de mayo de 2014; Entrevista a Pablo Reyes, ex integrante de UAMeros por la paz con dignidad. 9 de mayo de 2014. Cuestionario-entrevista a Argelia Torres ex integrante del Archivo estudiantil para la investigación zapatista. Junio de 2014; Cuestionario-entrevista a Mario Bravo ex integrante del Partido Obrero Socialista (pos). Junio de 2014; Cuestionario-entrevista a Mónica Fernández ex integrante de Jóvenes Construyendo la Paz (Jocopaz). Junio de 2014; Cuestionario-entrevista a Rodrigo Madrigal ex integrante de la Asamblea de la Universidad Iberoamericana Plantel Santa Fe. Junio de 2014.
[67]. Véase Rock con pasamontañas # 1. “Los transgresores de la Ley” en http://www.lifeboxset.com/2014/01/28/el-nacimiento-de-los-transgresores-de-la-ley/ revisado el 26 de junio de 2014. Véase,
[68] Entrevista con Guillermo Briseño. Músico. Ex asesor del ezln.Ex integrante de cai. Creadores, académicos e Intelectuales. Integrante del Grupo Paz con Democracia. 3 de junio de 2014
[69] Véase Rock con pasamontañas # 3. “Hoy sí se fía. El origen de los masivos de rock en México” en http://www.lifeboxset.com/2014/02/21/musica-con-pasamontanas-3-hoy-si-se-fia-el-origen-de-los-conciertos-masivos-de-rock-en-mexico/ revisado el 26 de junio de 2014.
[70]Véase Anaya, Benjamín (1999), Neozapatismo y rock mexicano, Ediciones La Cuadrilla de La Langosta, México, 63 pags.
[71] Entrevista con la actriz Julieta Egurrola. 15 de junio de 2014.
[72] Medina Ofelia, (2001), “Rebelión zapatista: Primera revolución femenina”, en Michel Guillermo, Escárzaga Fabiola, Sobre la marcha, Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco-Editorial Rizoma, México, pag. 196.
[73]Véase, Volpi, Jorge (2004), La guerra y las palabras. Una historia intelectual de 1994, Editorial era, México, 243 pags.
[74]Véase Garcés Montoya, Angela (2010), “De organizaciones a colectivos juveniles. Panorama de la participación política juvenil”, en Última década, Valparaíso, Chile, cidpa, número 32, pp. 61-83 y Valenzuela Fuentes, Katia (2007), “Colectivos juveniles: ¿Inmadurez política o afirmación de otras políticas posibles?, en Última década, Valparaíso, Chile, cidpa, número 26, pp. 31-52.
[75]Entrevista con Adriana Luna Parra. Ex integrante del Grupo de Mujeres Rosario Castellanos. 4 de junio de 2014.
[76] Entrevista a Paulino Alvarado ex integrante de las Brigadas de Trabajo Voluntario. 23 de junio de 2014.
[77] Entrevista a Manuel Fernández ex integrante de la Caravana Mexicana Para Todos Todo. 24 de junio de 2014.
[78]“El fzln nace no del ezln pero sí por convocatoria del ezln. Los principios éticos, morales, axiológicos e ideológicos que lo sustentan, […] son íntegra y absolutamente neozapatistas. De hecho, la razón de ser de ambas organizaciones es la misma. Sus fines son los mismos, pero sus medios son y deben ser diferentes.” Ramírez Paredes, Juan Rogelio (2002), ¡Nunca más sin rostros! (Evolución histórica del proyecto del ezln), Ediciones y Gráficos Eon, México, p. 122.
[79]Citado en Espinosa Luna, Carolina (2005), “Análisis sobre la acción política y el discurso del Frente Zapatista de Liberación Nacional”, en Liminar Estudios Sociales y humanísticos, México, Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica, Vol. 3 número 1, pp.54-73
[80] Entrevista con Teresa Rodríguez de la Vega. Ex integrante del Frente Zapatista de Liberación Nacional. 3 de junio de 2014
[81]. Entrevista a Camilo Pérez Bustillo. Ex integrante del Comité “Caminito de Contreras” del Frente Zapatista de Liberación Nacional. 10 junio de 2014
[82] Comunicado del ezln.20 de noviembre de 2005. En http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2005/11/23/anuncio-de-disolucion-del-fzln/ revisado el 24 de junio de 2014.
[83] La gráfica representa las movilizaciones más numerosas –por encima de los cinco mil participantes- que fueron identificadas exclusivamente con el zapatismo civil urbano de Ciudad de México y excluye movilizaciones aisladas que se produjeron fuera de los ciclos más importantes de movilización.
[84] Parra, Alejandra, (2009), “Articuladores simbólicos de la movilización social en México…entre la utopía zapatista y el ¡no a la guerra!, en Revista Psicologías, Puerto Rico, Universidad de Puerto Rico, número 1, p.1.
[85] Gilly Adolfo, (1994), “Serenidad”, en La Jornada, Chiapas, el Alzamiento, México, La Jornada Ediciones, pag. 248.
[86] Caracterizamos así a las protestas y a la acción colectiva que reúne a menos de 1000 participantes.
[87] Parra Alejandra Marcela, (2002), Sociedad civil, movimiento zapatista y conflicto en Chiapas, Tesis para optar por el grado de maestro en Ciencias Sociales, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, pag. 124. Parra, desarrolló una fuente de datos cuantitativa 1994-2000 donde puede observarse la evolución numérica de las acciones de la llamada sociedad civil.
[88] Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador.
[89] Un interesante estudio comparativo entre el EZLN y la CONAIE puede verse en: De la Rosa Quiñonez Isabel, (2010), Movimientos indígenas contemporáneos en Ecuador y México, CIALC-UNAM, México, 286 pags.
[90] Véase Castoriadis Cornelius, (2006), Una sociedad a la deriva, Buenos Aires, Katz.
[91] Mirza, Christian, (2006), Movimientos sociales y sistemas políticos en América Latina, CLACSO, Buenos Aires, pag. 253.
[92] Modonesi Massimo, (2010), Subalternidad, Antagonismo, autonomía. Marxismo y subjetivación política, CLACSO, Buenos Aires, pag. 104.
[93] El EZLN trataría con la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y en especial, con la Otra Campaña, enfrentar dichas contradicciones, convocando por fuera de lo político-electoral instituido, tratando de anular la división entre seguidores zapatista y zapatismo, haciendo converger a esos miles de simpatizantes alrededor ya no del EZLN sino de las luchas locales propias. Con la creación de las Juntas de Buen Gobierno y la autonomía, también se alejarían de la visión de un sujeto indígena-campesino al cual apoyar creando simbólica y realmente un sujeto que decide y se vale por sí mismo, es decir, autónomo. Los resultados de la Otra Campaña deberán analizarse en otros lugares.
[94] Véase el trabajo Pérez Ruiz, Maya Lorena (2006), “El ezln y el retorno a su propuesta radical”, en Cultura y representaciones sociales, México, unam, iis, número 1, pp. 33-65.
[95] Entrevista a Manuel Fernández Guasti ex integrante de la Caravana Mexicana Para Todos Todo. 24 de junio de 2014
[96] Manuel Fernández Guasti es físico, experto en estudios de fenómenos ópticos no lineales, Su interés se ha centrado en algunos paradigmas fundamentales de la física: invariantes y su relación con la energía, los fenómenos ultra-breves, sistemas algebróicos apropiados para describir el tiempo – espacio